Barton, Fiona (2018)
La Madre
Ed. Planeta, Barcelona, 543 pp
ISBN: 978-84-08-19346-3
Un escueto párrafo en el
periódico anuncia el hallazgo de unos restos antiguos de un bebé en una zona en
construcción de Londres. Muy pocos lectores siquiera le echarán un vistazo.
Para tres mujeres, sin
embargo, la noticia es imposible de ignorar.
Para la primera, es el
recuerdo de lo peor que le ha pasado en la vida.
Para la segunda, la
peligrosa posibilidad de que su secreto más oculto sea revelado.
Para la tercera, la periodista
Kate Waters, la primera pista en una carrera para descubrir la verdad.
Secretos guardados durante años, enterrados bajo tierra y en el fondo del corazón, saldrán a la luz para cambiar tres vidas para siempre.
Secretos guardados durante años, enterrados bajo tierra y en el fondo del corazón, saldrán a la luz para cambiar tres vidas para siempre.
Dicen que lo que no te mata te hace más
fuerte. Te lo dicen cuando has vivido algo terrible. Mi madre, Jude, siempre lo
decía.
[…]
El problema es que, con el tiempo, un
secreto puede cobrar vida propia. Antes creía que si no le daba más vueltas a
lo ocurrido se marchitaría y acabaría muriendo, pero no ha sido así. Continúa
viendo, envuelto por un embrollo cada vez mayor de mentiras e invenciones, como
un moscardón atrapado en una telaraña. Si digo algo ahora, lo destrozaré todo.
O sea que será mejor que me calle y lo proteja. Me refiero al secreto. Es lo
que llevo haciendo todos estos años: mantenerlo a buen recaudo.
Todos tenemos secretos, algunos insignificantes,
otros que nos avergüenzan y otros que de salir a la luz podrían cambiar el
rumbo de nuestra vida, de la vida de nuestros seres queridos e incluso la vida
de personas, que, a priori no forman parte de nuestro círculo, personas a las
que ni siquiera conocemos.
Y los secretos son lastres, lastres que en función
de su gravedad se arrastran con más o menos fortuna; a veces incluso sin darnos
cuenta de que los guardamos y otras afectando a todos y cada uno de nuestros
actos, a todos y cada uno de nuestros pensamientos, a todos y cada uno de
nuestros sentimientos…
Así son los secretos que se ocultan en “La Madre”,
secretos sepultados en el fondo de la conciencia y que una simple nota
periodística es capaz de hacer emerger provocando un cataclismo de efectos
insospechados.
La exhumación fortuita del esqueleto de un bebé
provoca en cada una de las protagonistas de la novela una situación
diametralmente distinta:
Para Emma supone la posibilidad de que se descubra
un secreto que lleva años escondiendo.
La posibilidad de ese descubrimiento supone un
pánico atroz y por otra parte su necesidad de
enfrentarse a un durísimo pasado
que le permitiría reconciliarse con su presente y sobre todo poder hacer frente
a su futuro.
Pero son demasiados años de fingir, demasiados años
bajo la etiqueta de desequilibrada sin más y no es fácil la justificación de esta
“locura”, ni ante los demás, ni ante sí misma.
Contarle a alguien lo que pienso, porque
estoy hecha un asco, que hay en el fondo de todo esto. Eso significaría barrer
el polvo suelto para luego excavar la gruesa capa de barro seco que envuelve
mis recuerdos.
Para Ángela supone la esperanza perdida y
reencontrada decenas de veces a través de los últimos años. Una esperanza que
ella vive como un sueño por cumplir y su familia, mas bien, como una pesadilla
de la que no son capaces de despertar.
No podía soportar el destello de pánico que
aparecía en los ojos de él cuando se veía obligado a revivir ese día. Le parecía
más considerado recordarlo ella sola.
Para Kate es la posibilidad de escribir una
historia, que le permita asegurar su posición profesional, pero sobretodo, es
la posibilidad de descubrir el quien, el cómo y el porqué. Preguntas que
mueven, no solo su vida laboral, sino también, en muchos casos la personal.
Porque quiero saber lo que ocurrió, Joe. A
esto lo llamamos “interés humano”. No todas las noticias tienen que estar
protagonizadas por estrellas de culebrones o por políticos, y esta tiene todo
lo necesario para convertirse en un buen reportaje. Lo noto en las tripas.
Una historia en la que conocemos presente y pasado
de estas tres mujeres aunque solo una de ellas, Emma, nos hace partícipe de su
historia desde su propia voz.
Cada una de las
protagonistas tienen su equilibrado peso en la historia, haciéndose protagonistas
absolutas de cada capítulo encabezado por su nombre, nombres que se van
simultaneando y que trenzan tres trayectorias vitales independientes que se van
cruzando y enredando cada vez más a lo largo de los 11 meses en que se
desarrolla la trama. Un espacio temporal, que podría parecer breve, pero en el
que se producen cambios más que sustanciales en cada una de las protagonistas.
Las tres protagonistas están acompañadas por una gran cantidad
de secundarios a los que vemos a través de sus ojos, personajes que influyen en
su vida y que son influidos por ellas, personajes que son vitales para el
desarrollo y la comprensión de la historia.
Jude, la madre de Emma, es uno de esos personajes a
los que odias nada más conocer, un personaje al que he sido incapaz de
comprender, un personaje cuyas características no coinciden con lo que
esperamos que debe ser, un personaje, por desgracia, más común de lo que pensamos.
Los personajes femeninos, fuertes y definidos
acaparan prácticamente la totalidad de la obra, pero se ven complementadas por
ciertos personajes masculinos a los que también cabe destacar.
Joe, el becario de Kate, que no entiende la investigación
periodística fuera de los límites de la red.
Nick, el
marido de Ángela, el que está, pero no acompaña.
Paul, en el que Emma, consciente o inconscientemente,
busca algo más que un compañero de vida.
Y junto a ellos, víctimas y verdugos, literarios y
literales. Situaciones demasiado alejadas de nuestra realidad, que consiguen
que las leamos con una mezcla de horror, indignación y miedo al ser conscientes
de que se dan en nuestros días con más frecuencia de la que estamos dispuestos
a admitir.
Es, en resumen, esta, una historia en la que cada quien
lucha a veces incluso consigo mismo, por
preservar sus secretos, por esconder una vergüenza que objetivamente será mayor
o menor, pero que a cada uno de ellos les determina para vivir y relacionarse y
que para nosotros son básicos pues
suponen las piezas que encajan una a una para darnos la visión perfecta de esta
historia que se va componiendo como si de un
puzle se tratara.
Una novela que te atrapa desde las primeras líneas,
que te va sorprendiendo hasta llegar a la mayor de las sorpresas, un final
inesperado y perfecto para una trama que mantiene la intriga hasta la última
letra.
Fue la primera vez que me enfrenté a la
revelación de que nunca podemos llegar a conocer a nadie del todo. Ni siquiera
(o tal vez especialmente) a los que amamos.