El Rincon de Alberto

jueves, 3 de septiembre de 2020

El jardín de los espejos

Ruiz, Pilar (2020)

El jardín de los espejos

Roca Editorial, Barcelona, 480 pp.

ISBN: 9788417541088

 


El monte de forma cónica, diferente a todos los del valle, guarda un tesoro en su interior: las magnéticas pinturas rupestres de las cuevas de El Castillo, creadas por el ser humano hace 30.000 años, junto a los valles del río Pas entre montañas verdes, muy cerca de la cueva mítica de Altamira. Las leyendas que atraviesan estas montañas y a sus habitantes salen a la luz en El jardín de los espejos.

En la actualidad, Inés llega desde Madrid con el encargo de documentar una futura película sobre la vida y la obra de un artista maldito obsesionado con las pinturas rupestres de la zona. Se aloja en "El jardín del alemán", una casona rural cerrada durante los meses de invierno y, en su investigación, descubre sucesos insólitos, apariciones, rituales antiquísimos, brujas clarividentes, recuerdos perdidos y un cuadro sin firma.

En 1949, Amalia huye de su marido y de sí misma para habitar esa misma casa, su mundo se ha venido abajo y no sabe cómo reconstruirlo. La única manera de descubrir su camino es pintar un cuadro en el que aparece una mujer misteriosa, a la que nadie más ha visto.

Y en 1919, en la misma casa, la fotógrafa Elisa espera la vuelta de su amante, uno de los participantes en la primera exploración de las cuevas de El Castillo que ha desaparecido en la Gran Guerra. Mientras, sigue haciendo fotografías, lo único que ha impedido que caiga en la desesperación.

El jardín de los espejos es una historia que entrelaza muchas otras como en un juego de espejos enfrentados, un cuento de hadas y de brujas, una leyenda antigua recuperada del olvido, que por fin sale a la luz para vencer al tiempo y al silencio.

 

«El arte completa lo incompleto, reconstruye lo destruido. Da sentido a lo que no lo tiene, incluso al dolor, incluso a la muerte. Quien mira encuentra, quien mira despierta del tiempo que es, que ha sido y será, verá más allá, hasta el tiempo en que Dios sea mujer.»



Cuando comencé la lectura de El jardín de los espejos tuve claro que esta historia iba a alejarse, no solo de las tramas, sino también del ritmo trepidante de las novelas negras que habían supuesto mis lecturas anteriores.

Esta novela se presta a una lectura lenta, pausada, como un paseo relajado que permite disfrutar de los paisajes que tan nítida y detalladamente describe la autora: los bosques, las cuevas, los ríos, las casas y las gentes... Un paisaje que es siempre el mismo y que no obstante varía si lo vemos a través de los ojos de Amalia, de Inés o de Elisa.  Como en un caleidoscopio, en que las piezas se unen o se separan para proporcionarnos una imagen distinta cada vez, pero compuesta en todos los casos por los mismos elementos.

Pilar compone una historia compuesta por tres historias, las historias de tres mujeres que, cada una a su manera, en su tiempo y por sus propias circunstancias buscan su libertad, su identidad, la forma de ser ellas mismas y que solo será posible rompiendo con el pasado.


Amalia, Inés y Elisa buscan cambiar su destino, ese destino que, a menudo, juega con nosotros, erigiéndose en un dios crudelísimo o magnánimo y que, a veces, provocamos o, más bien, intentamos, 
que juegue a nuestro favor sin ser conscientes de que la trampa puede hacernos pasar de tramperos a atrapados.


El mundo me abofeteaba gritando que la independencia por la que tanto había luchado, de la que tanto me enorgulleciera frente a mi madre, frente a Jim, frente a los militares en la guerra, no me había traído más que perdición. El sonido de las vueltas de llave con la que cerraban mi habitación era una voz cruel que me echaba en cara no haberme procurado algo o a alguien que me defendiera: ni marido, ni familia, ni amigos con influencia, mucho menos dinero. Una mujer sola está desamparada, gritaba ese mundo, mientras que un solo hombre, incluso un alfeñique como el doctor, podía destruir la vida de cualquier mujer si se lo proponía.



La autora reivindica el poder de la mujer, a través de la historia y pone en valor esa tradición matriarcal, que por mucho que nos empeñemos en ignorar existió y sigue existiendo en muchos puntos  de nuestra geografía.
 


Aunque los hombres y las mujeres de estas montañas hayan olvidado de dónde vienen y no recuerden que celebran a las diosas viejas y no a ningún santo, que esos vinieron después y se les pusieron encima como quien se echa encima un tabardo. Pero en días como hoy las Ancianas se despiertan, se escapan del monte donde duermen y sus espíritus que todo lo gobiernan se cuelan por las rendijas del tiempo, a veces se hacen de carne y pasean entre nosotros como una moza guapa que te lleva a los bardales para reírse de ti o un demonio que concede deseos o una osa que tumba colmenas y se come la miel. Algo de lo que viste sería eso… Piensa que también les gusta lanzar hilos de vidas que se cruzan y se lían como los de una madeja, confundiendo a los incautos, cambiándoles de día y de hora y hasta de año, haciéndoles ver gente muerta y cosas del pasado o del futuro. El tiempo se abre en brechas, sale de la cueva y se hace realidad como si se volviera loco.


Esta novela es un paseo por esa Cantabria mágica que te invita a mirar de otra manera, a leer con la
mente abierta, a volver a creer en leyendas, a sentir que la magia, llamémosla si queremos casualidad, aun existe, que nuestro conocimiento vital viene de mucho más atrás de lo que pensamos, que contamos con una sabiduría innata que viene de la tierra y de nuestros antepas
ados y que, como a estas tres mujeres conecta nuestras vidas y nuestros tiempos aunque a menudo no seamos conscientes. Y que todo lo que nos sucede, de una u otra forma no solo nos sucede a nosotros.



Entonces se pusieron en marcha mecanismos imposibles de controlar. Todos e
stamos relacionados, conectados y lo que le ocurre a uno influye en muchos otros, en una ecuación imprevisible que nos atraviesa como un rayo, juntándonos, separándonos, jugando con nuestros deseos y nuestras vidas.


La novela es un reconocimiento a la mujer y a la tierra,  pero es también un homenaje al mundo audiovisual y al arte en general, a la pintura, a la fotografía, a la literatura… y una crítica a la opresión que las mujeres han sufrido y siguen sufriendo y a aquellos que la provocan, a los que la autora describe de manera magistral.


Había un orgullo un tanto patético en aquella autoproclamación, la petulancia mezclada con rencor de los hombres nacidos insignificantes que han logrado hacerse un hueco entre los privilegiados.


La autora ha construido una historia original y sorprendente, una novela para disfrutar de la buena

literatura, para darse un respiro, para olvidarse de todo lo demás. Una novela que como lectora me ha  hecho viajar y como mujer me ha hecho reflexionar sobre la fuerza divina de la mujer que aún pérdida en el albor de los tiempos, aún se mantiene viva.


 Es imposible para mí saber qué has vivido en realidad, eso solo lo sabes tú y por mucho que intente ponerme en tu piel, es en vano. Incluso aunque creas que has sido rigurosa y fría en tu relato, sería solo una percepción tan engañosa como un espejismo. Yo no puedo reconstruir tu verdad porque tu relato siempre será subjetivo además de fragmentario y parcial. No es una crítica, solo te digo que la memoria no es más que una representación y nos juega malas pasadas a todas.

2 comentarios:

  1. Pues no sabía de qué iba y por lo que cuentas, creo que podría disfrutarlo mucho. Una gran reseña.
    Besotes!!!

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  2. Hola, coincido en mucho de lo que dices acerca de la novela, también me ha gustado y he disfrutado leyéndola, creo que la.autora ha conseguido por una parte una muy buena ambientación y por otra unos personajes que enamoran

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