El Rincon de Alberto

jueves, 31 de diciembre de 2020

Ana

Santiago, Roberto (2017)

Ana (ebook)

Editorial Planeta, Barcelona, 864 pp.

ISBN: 9788408168317


Años atrás, Ana Tramel fue una brillante penalista a la que se disputaban los mejores despachos. Un oscuro suceso en su pasado cambió su vida y ahora pasa sus días entre recursos administrativos en un mediocre bufete, ahogándose en un vaso de whisky. Pero su vida da un vuelco cuando su hermano Alejandro, con el que no habla desde hace cinco años, la llama angustiado. Ha sido detenido por el asesinato del director del Casino Gran Castilla.

Ana pide ayuda a su jefa y vieja amiga, Concha. Necesita la estructura y recursos del despacho para llevar adelante una defensa en la que tiene prácticamente todo en contra. Acompañada de un peculiar equipo (un viejo investigador, una abogada novel y un becario ludópata) se enfrentará a las grandes empresas del juego.

 

 Cada cosa que he hecho en mi vida ha tenido consecuencias, y pensar que podía salir impune porque estaba en posesión de la razón solo era engañarme a mí misma.

 

Ana es una novela que llevaba mucho tiempo en mi lista de pendientes, exactamente desde 2018, cuando mi amiga y compañera Ana de #SoyYincanera me la recomendó por primera vez y ha seguido recomendándomela a la menor oportunidad.

Si añadido a lo anterior, tenemos en cuenta su próxima adaptación a la televisión que será protagonizada por Maribel Verdú, una de mis actrices españolas favoritas,  el resultado es que la novela fuera escalando puestos en mi lista de pendientes  hasta ocupar la primera posición, y os aseguro que me alegro de que así haya sido.

Ana es un thriller judicial que, a pesar de su extensión, no reduce el ritmo en ningún momento y te mantiene pegada a las páginas desde la primera hasta la última de sus 864 páginas. No es una novela breve, no lo es, pero su lectura se me ha hecho muy corta.

Ana Tramel es una protagonista que no cumple ninguno de los parámetros de lo que se pueda

considerar "buena persona", no es de esas protagonistas que te resulta simpática ni agradable desde las primeras páginas, ni aún en las últimas. Es una mujer acabada, profesional y personalmente, llena de defectos de los que lejos de arrepentirse se vanagloria. Una mujer que se conoce a sí misma, con sus virtudes y sus muchas “especialidades” y que se acepta así, no es que se quiera ni se odie, es que tiene asumido que esa es su forma de ser y no tiene ninguna intención de cambiar, por más que la vida, los acontecimientos y la gente que le rodea se empeñen en vapulearla y en ponerla, en muchas ocasiones frente a una penosa, triste y solitaria realidad que, en la mayoría de los casos ella misma provoca.

 

Cambiar de opinión es una de mis especialidades.

 

Hacer y decir cosas que se volvían en mi contra era, por así decirlo, otra de mis especialidades. Por si alguien aún no lo tiene claro, mis especialidades no son cosas que la gente en general aprecie a primera vista como tales.

 

Exacto: amenazar de forma convincente es otra de mis especialidades.

 

Aunque pueda resultar contradictorio, tocar fondo es otra de mis especialidades.

 

Y es, además, una mujer hundida en una adicción de la que es consciente, pero que, en el fondo, es lo que le hace sentirse viva.

Ana Tramel, está sumergida en el fango y en este se mueve de la mejor manera que le es posible. Es una mujer amargada, falta de empatía y alérgica a los sentimientos y los sentimentalismos, una mujer que, a ratos, no parece humana. Una mujer que atesora en su interior miles de traumas que no conoceremos hasta bien entrada la trama y que nos permitirá conocer algo del "porque" de su forma de ser.

 

Eres tenaz y luchadora, pero también eres una adicta. Eres tu principal enemiga cuando la gente te
defrauda. Sé que tarde o temprano surgirán problemas, inconvenientes, contratiempos. Sé que nos engañarán personas en las que confiamos, que nos darán puñaladas traperas, que nos empujarán y nos harán tambalearnos. Es posible que esta misma noche, mañana, ahora mismo, la mierda nos llegue al cuello. Sé que habrá días en los que todo parecerá negro, en los que tendremos la impresión de que el cielo está a punto de desplomarse sobre nuestras cabezas. Pero aun así, no te rendirás.

 

No he sido capaz de empatizar con ella en ningún momento, pero reconozco que, a pesar de haber tenido tentaciones de “pegarle un berrido” en muchos de los pasajes de esta historia, es un personaje que me ha fascinado.

La vida de Ana, ese dejarse vivir, se verá irremediablemente invadida por familia política, amigas íntimas, o por mejor decir, su única amiga, por tres jóvenes  colegas que se convertirán en socios, por un investigador privado, por un guardia civil y por el primer exmarido de la protagonista. Y Ana recibe golpes de todos y cada uno de ellos y los encaja sin llegar al K.O técnico, aguantando cada uno de los envites sin llegar  a caer sobre el ring. Y es que en esta novela no hay ni un personaje bueno y cuando parece que lo es, te sorprende con una acción deleznable que le quita la careta, dejando al descubierto las peores pasiones del ser humano.

La novela se centra en la ambición, en el poder y en la traición y como buena novela negra, se sumerge

en los subterfugios del juego y de muchas otras adicciones y pone al descubierto el uso y el abuso del sistema judicial.


 En realidad, casi todo dependía del juez que nos tocase; por mucho que a todos (abogados, fiscales, judicatura y demás miembros de la familia legal) nos encantase sacar pecho sobre la objetividad de la justicia, todos sabíamos que no eran más que palabras. Desde el momento en que un hombre o una mujer debía tomar una decisión, o mejor dicho, docenas de decisiones sobre unos actos, sobre otras personas, sobre la voluntad humana en definitiva, todo era rotunda y definitivamente subjetivo.

 

—Es lo que ocurre cuando alguien se cree que puede hacer y deshacer la justicia a su antojo. Al principio lo hizo tal vez guiada por una causa noble, no lo dudo, pero, a medida que se vio más impune, se fue creciendo.

 

Ana es una mujer que  en tiempos fue una temida abogada, no por vocación, ni siquiera por su alto sentido de la justicia, sino simple y llanamente por un efecto de su carácter, su necesidad de salirse siempre con la suya. Un tiempo que dejó atrás, pero al que se ve obligada a volver, pero el tiempo pasa, algunas cualidades se pierden, algunas circunstancias cambian, pero los hechos de su pasado permanecen vivos en la memoria de los que dañó y normalmente, los agraviados no olvidan y antes o después te obligan a pagar tus “deudas”.  

 Sentí que la antigua Ana Tramel estaba de vuelta, la abogada que se anticipaba varias jugadas a sus rivales, e incluso a sus compañeros y sus clientes. La jurista implacable que siempre se salía con la suya. Es como montar en bicicleta, tarde o temprano tu instinto despierta y, aunque pienses que ya no lo recuerdas, de pronto te pones a dar pedales sin darte cuenta. No estaba orgullosa de ello. Pero algo me decía que en esta ocasión encajar golpes no iba a ser suficiente.

 

Me ha resultado una novela sorprendente de la que, por si no ha quedado claro hasta ahora, Ana es el eje principal alrededor del cual pivotan toda la trama y todos y cada uno de los personajes. Ninguno de ellos amable, ninguno de ellos de los que te llevarías a casa, ninguno de ellos franco…  (excepto una rara excepción). Y sin embargo, a pesar de su maldad, son personajes reales, sólidos y muy creíbles por más que sus bajezas nos lleven a pensar que es imposible que existan en la vida real.

 

Acostumbrada a enfrentarme a tantos mentirosos a lo largo de mi vida, cuando aparece uno de esos optimistas que te sueltan la verdad, me quedo desarmada.

 

Es una novela que me recomendaron y que no tengo más remedio que recomendar si queréis  disfrutar de una gran historia y sobre todo si tenéis intención, como yo, de ver la serie que se avecina para el 2021.

 

No soy mucho de arrepentirme, ni siquiera de las cosas en las que claramente me he equivocado, no sirve de nada.

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