Plana, Inés (2018)
Morir no es lo que más duele
Editorial Espasa, Barcelona, 448 p.p.
ISBN: 9788467051490
Un hombre aparece ahorcado en un pinar a las afueras de
Madrid, con los ojos arrancados de cuajo. En uno de sus bolsillos se halla un
papel con el nombre y la dirección de una mujer: Sara Azcárraga, que vive a
pocos kilómetros del escenario del crimen. Frágil, solitaria, bebedora de vodka
en soledad, Sara rehúye cualquier contacto con las personas y trabaja desde
casa. El teniente de la Guardia Civil Julián Tresser se hace cargo del caso,
asistido por el joven cabo Coira, que se enfrenta por vez primera a una
investigación criminal, una investigación difícil, sin apenas pistas, con
demasiados enigmas. A medida que el teniente Tresser avance en sus
indagaciones, descubrirá unos hechos que darán un trágico vuelco a su
existencia y le conducirán a un viaje a los infiernos que marcará su vida para
siempre.
Extraordinaria novela con una trama hipnótica encajada como
un puzle y unos personajes con alma que se debaten entre el bien y el mal.
A veces lo que
queremos ver oculta lo que realmente es.
Ahora que Inés Plana publica su segunda novela, Antes
mueren los que no aman, yo, por fin,
he podido leer su primera novela Morir no
es lo que más duele. Una novela a la que tenía muchísimas ganas, y que
estaba esperando su turno en la estantería desde que mi amiga Loreto me lo
regalo allá por febrero del 2018, apenas recién publicada, pero el tiempo es lo
que tiene, que no es posible alargarlo, que, por desgracia, es finito y que no
siempre permite que lo dediquemos a lo que realmente deseamos.
He tardado, pero ha sido un verdadero placer
acercarme a esta novela, tanto, que ya he empezado con la siguiente.
Es esta una historia original, fuera de lo que he
leído hasta ahora y ha sido mucho. Estamos ante una
novela claramente policiaca, pero
nos encontramos, sobretodo frente a thriller psicológico, frente a una novela de
personajes.
“No existe el
crimen perfecto, sino la investigación imperfecta”. Coira no dejaba de
repetirse aquella sentencia tantas veces escuchada a sus profesores de la
academia.
Inés entra de lleno en la psicología quebrada de los
personajes, porque en este elenco ninguno se salva. En mayor o menor medida son
personajes marcados a los que la autora dota de una credibilidad,
de una humanidad que te hace sentir como propia su tristeza, su ira,
incluso su locura… Unos personajes que despiertan la empatía, en algunos casos
de forma inmediata y en otras, y otros a
los que, de ninguna manera eres capaz de entender porque sus actos son los más
crueles, los más detestables, los más abyectos.
Tras las verdades
que se proclaman bajo el cielo brillante y azul se ocultan mentiras sucias que habitan en grutas malolientes
llenas de orines.
La autora nos presenta a personajes débiles a primera
vista, pero terriblemente fuertes, nos muestra la fragilidad y a la vez la
fortaleza de nuestro cerebro, ese que es capaz de enterrar en lo más profundo
de nuestro subconsciente los traumas mas terribles para permitirnos vivir, para
permitirnos sobrevivir,
aunque eso, a veces sea peor que la propia muerte.
La
locura es peor que la muerte.
Estos personajes se mueven, viven
y sufren entre Uvés (Madrid) y Hoyo de las Aguas (Ávila). Y este es otro de los
puntos de la novela que me han ganado, su telón de fondo, unos lugares que han
salido de la imaginación de la autora pero que podemos reconocer en cualquier
ciudad dormitorio de los alrededores de Madrid y en cualquier pueblo de la
sierra de Gredos.
Mi ciudad, mi provincia, mi
tierra se convierte en un personaje más
de la novela, los paisajes naturales, los ríos en los que aun es posible
bañarse y que constituyen pequeñas playas en sus riveras y mis murallas… esas
que se vislumbran desde la cristalera de esa cafetería que he querido
identificar.
Esta historia nos coloca ante la
maldad humana en grado superlativo, una maldad encarnada en personajes que se
esconden tras nombres de aves rapaces, nos coloca ante la hipocresía de una
sociedad que se empeña en mirar hacia otro lado, en la que se esconden los que
aún no tienen la libertad de vivir su vida como desean hacerlo, nos coloca
frente a la soledad de nuestros mayores, nos hace mirar de frente la vergüenza
y la culpa que nos lastran por lo que vivimos o por lo que otros hicieron o por
lo que nos hicieron creer que hicieron, nos obliga a plantearnos que haríamos
nosotros si viviéramos algo así.
Por
experiencia sabia que precisamente son las personas mas metódicas y
transparentes a los ojos de los demás los que mejor ocultan lo que requiere ser
ocultado. Lo insertan entre sus férreas rutinas hasta que se confunden con
ellas, y es tan difícil identificarlo como distinguir un par de calcetines de
color azul oscuro en un cajón lleno de calcetines negros: hay que sacarlos a la
luz para diferenciar bien los unos de os otros, pero lo mas habitual es que no
se haga y uno se ponga los azules pensando que son negros.
Julian Tresser es el protagonista
perfecto. Un guardia civil solitario por elección propia, atormentado por
pesadillas cuyo origen no consigue descifrar. Casi perfecto en su labor
profesional, pero un perfecto desastre en sus relaciones personales en las que a
su pesar se cuela el cabo Coira, un gallego que se ha ganado mi corazón desde
la primera aparición y cuya vida también da también un giro inesperado. El Capitán Díaz Visedo, la doctora Mabrán, doña Amelia Castañar, una madre que muchos
años atrás dejó de ejercer como tal y cuyas razones no alcanza a entender
nuestro protagonista hasta muy avanzada la novela y Greta, una gata a la que no
tiene más remedio que aceptar en su rutina por ese sentido de la culpa, por ese
chantaje emocional que algunos saben ejercer mejor que otros.
Junto a ellos, las víctimas de
esta historia, las directas y las colaterales… Sara Azcárraga, Tomas Garcia
Huete, Gherardu, Marija y Luba, todo un descubrimiento.
La novela no decae en ningún
momento, te mantiene pegada a sus páginas sin descanso, manteniendo
la tensión
hasta la última línea, una trama construida como una perfecta obra de
ingeniería en la que toda pieza es necesaria para el funcionamiento de la trama.
Ha sido una gran lectura y un magnifico
primer acercamiento a esta autora de cuya “maestría” sigo disfrutando en “Antes
mueren los que no aman” y de la que
espero hablaros en breve, en cualquier caso, os aconsejo empecéis a disfrutar
de Inés Plana y sus historias sin más dilación, os aseguro que no os
arrepentiréis.
El
ser humano es demasiado frágil frente a
las poderosas e imprevistas embestidas
de la psique contra sí misma.
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