Cavanagh, Steve (2019)
13
Roca Editorial, Barcelona, 384 pp
ISBN: 9788417541163
«Hasta
donde sabe, ¿hay algún impedimento para que usted forme parte de este jurado?»
El
asesinato no fue la parte más complicada. Fue tan solo el inicio del juego.
Joshua
Kane se ha estado preparando toda su vida para este momento. Él ya lo había
hecho anteriormente. Pero esta vez será la más importante.
Este
es el juicio por asesinato del siglo. Y Kane ha asesinado para obtener el mejor
asiento en la sala.
Kane
sabe que el tiempo se agota y lo único que quiere es el veredicto de la condena
antes de ser descubierto.
Según estudios del registro nacional de
exoneraciones, una de cada veinticinco personas condenadas y sentenciadas a
pena de muerte en Estados Unidos es inocente. Cada año se revocan entre
cincuenta y sesenta condenas por asesinato
Hace años era muy aficionada al
llamado thriller judicial.
Michael Connelly, Harper Lee,
Jonh Grisham.... autores de los que leí y disfrute todas y cada una de sus tramas.
Y mi preferido, un libro que recuerdo casi literalmente 25 años después de
leído y releído Presunto Culpable de
Scott Turow.
Después me pasé a la novela
negra, cada vez más negra, simultaneada con novela histórica, con clásicos y
con autores contemporáneos a menudo no tan fáciles de clasificar,
literariamente hablando.
El caso es que hacía años que no
me acercaba a una novela como 13, pero su lectura me ha hecho recordé porque me
gustaba tanto este género a los 20 años.
Es cierto que este tipo de novelas
son "muy americanas", y que su sistema judicial con jurado, base
histórica de su justicia y que en España aún está en pañales, se aleja mucho de
la realidad en que nosotros nos movemos.
Cuando
un jurado es secuestrado y se ve encerrado y aislado del mundo exterior, sus
mentes cambian. Pasan mucho tiempo juntos en una situación ajena a sus vidas
normales. El jurado se une como un todo. Forman una manada. “Nosotros contra
ellos”. Y “ellos” suele ser el sistema judicial, que les prohíbe ver la
televisión, leer un periódico o volver a su casa mientras dure el juicio. Los
jurados dejan de ser individuos y se convierten en un enjambre pensante
Esta "lejanía mental"
es, probablemente, lo que me hace disfrutar, como disfruto de estas novelas, no
cuestiono nada, me lo creo todo, porque no tengo base para no hacerlo.
Fuera de estas apreciaciones absolutamente
emocionales, he decir que 13 es una magnífica novela.
Es una historia clásica en su
planteamiento.
Un acusado que dice ser inocente,
un abogado de relumbrón y un pobre diablo, un abogado segundón que solo busca
una vida tranquila y que sin comerlo ni beberlo se convierte en protagonista de
la historia y en el centro de la diana del asesino.
No
hay nada igual. Y es la misma mirada, en todo el mundo. Un hombre inocente,
falsamente acusado, tiene la misma mirada en Nigeria, Irlanda, Islandia, donde
sea. Cuando has visto esa mirada, ya nunca la olvidas. No es nada habitual.
Cuando está ahí, es como si esa persona llevara la inocencia tatuada en la
frente
Un asesino también de manual, un psicópata
de libro al que acompaña alguna característica física que le hace mucho más
peligroso de lo que ya de por si le hacen su sadismo y su falta de escrúpulos.
Los
abogados criminalistas y la policía están acostumbrados a ver la espantosa
irreversibilidad de la vida, la violencia que escribimos sobre el cuerpo de los
demás. Es la naturaleza humana. Si haces algo con mucha frecuencia, deja de
tener el mismo significado, ya no tiene el mismo impacto que la primera vez.
Un fiscal de los que se hacen antipáticos
en su primera aparición, un juez al que le toca de carambola juzgar un caso en
el que podría no ser tan imparcial, una ex agente de uno de los tantos
servicios secretos americanos, un guardaespaldas y una agente del FBI que acaba
implicándose en el caso más allá de su intención inicial, junto a algún otro
secundario y por supuesto los 13 o más miembros del jurado componen un elenco
que se mueve y encaja perfectamente en esta trama que no deja indiferente.
Con estas mimbres podríamos pensar
que el cesto va a ser redondo, pero resulta que no, que el autor nos plantea
hacer un cesto cuadrado con arabescos, y es que dentro de este esquema clásico
el autor da una vuelta más a la tuerca y nos coloca al asesino en la bancada
del jurado.
Tratar
de convencer a un jurado de que tu cliente no ha cometido un crimen es una
cosa. Pero si demuestras que no lo hizo señalando a otro como autor todo es
mucho más fácil.
Y es una lucha de todos contra
uno que, aparentemente les supera en inteligencia e indudablemente en falta de escrúpulos.
Kane resulta odioso desde su primera aparición y a pesar de aparentar que tiene
planeado hasta el último movimiento su locura resulta impredecible confiriendo
a la trama de giros absolutamente inesperados.
El autor nos mantiene en tensión
hasta la última página, sembrando cada una de ellas con más y más cadáveres,
jugando con nosotros, que pensamos que sabemos quién es el “falso jurado” y oh,
sorpresa! Ese acaba muerto dos páginas después.
Ha sido una novela que no he leído,
que he devorado, una historia que me ha permitido evadirme y dedicarme sólo a
disfrutar de la historia, una historia que sin duda te aconsejo si esa es también
tu intención.
No
hay nada igual. Y es la misma mirada, en todo el mundo. Un hombre inocente,
falsamente acusado, tiene la misma mirada en Nigeria, Irlanda, Islandia, donde
sea. Cuando has visto esa mirada, ya nunca la olvidas. No es nada habitual.
Cuando está ahí, es como si esa persona llevara la inocencia tatuada en la
frente