El Rincon de Alberto

lunes, 26 de octubre de 2020

Hilatura

Andrés Ramos, Alicia (2020)
Hilatura
Editorial Niña Loba, Sevilla, 528 pp.
ISBN: 978-84-122262-3-2


Hilatura gira en torno a una bobina de hilo que entrama tiempos, orillas y personajes. Dos hermanos, Aurelia y Valentín, unidos por un cordel que ella le ata a la muñeca antes de que emigre a América en un mercante, son el eje de una narración coral que abarca medio siglo de intrahistorias en una aldea sin nombre ni ubicación, un punto aislado en el mapa cuya memoria agoniza.

Esta novela da cuenta de un mundo a punto de desaparecer: el territorio de la fábula, el origen del mito. En sus páginas se devanan las miserias y hallazgos de un pueblo que es una herida abierta al mar, a la intemperie de los días.

Participaremos de un realismo asombrado cuyo hilo enhebra sirenas, nostálgicos envenenados, playas de corales blancos, negras vírgenes. Mujeres y hombres sepultados bajo la fina arena de un reloj que avanza a cada página.

 

Cuando un hombre olvida como se llama, decía su madre acariciándole una mejilla, ha perdido para siempre el hilo de su vida.

 

Hilatura es la novela que recibí a través de la iniciativa Masa crítica de Babelio.

Cuando leí la sinopsis comprendí que era un libro que se salía de la “norma” y cuando lo recibí pude comprobar el mimo y el cuidado con que la editorial había tratado la novela. En su aspecto material, es un libro con una cubierta preciosa y un gramaje grueso tanto de esta como de las páginas, con el tamaño justo y la maquetación perfecta, un libro que por sí solo ya apetece hojear. Pero es que además la editorial añadió a este envío una serie de detalles que sin salirse de lo que toca, la lectura, hacen esta aún más especial, invitándote a acompañarla con una taza de té y a marcar tu avance con el marcapáginas, imagen del propio libro. Vaya, que la cosa no podía empezar mejor.


Y con estas premisas, comencé la lectura de una historia que estoy segura que voy a tardar en olvidar.

Hilatura es una historia referida por un narrador omnisciente que relata la vida de una aldea, una aldea de nombre desconocido, en un tiempo desconocido que intuimos por ciertos acontecimientos y que vive de cara al mar y de espaldas a la montaña, quedando aislada geográficamente y casi suspendida temporalmente entre esas dos fronteras naturales.

El narrador expone el día a día de la vida de la aldea, una aldea que vive de cara al mar del que les llega la vida y también la muerte. Y nos cuenta, sobretodo, la historia de Aurelia, a la que conocemos siendo niña, un personaje que, al contrario que el resto de los aldeanos se empeña en vivir de espaldas al mar y de cara a una tierra a la que se siente atada desde su más tierna infancia.

 

La vida la expulsaba a patadas de la infancia y ese exilio aumentaba su desconcierto. ¿Cuál era su territorio?¿Donde se hallaba el primer metro de tierra firme?.

 

La historia está narrada en cuatro tiempos que se centran en los cuatro tiempos de Aurelia, tiempos que siempre son convulsos para esta protagonista que conocemos siendo apenas una  niña obligada a convertirse en adulta en las peores circunstancias. Un personaje peculiar por sus circunstancias, fuerte a base de necesidad, solitaria por obligación, extraña a los ojos de todos, no por su deseo de ser extraña, sino por la misma vida extraña que le toca vivir.

En cada una de las partes un mal se yergue sobre la aldea, el abuso, la venganza, la envidia, la codicia,


la ira…. de la mano de personajes que aparecen para cambiar el paisaje de la aldea, para acompañar o hacer sentir aún mas ajena de los suyos a Aurelia, en ese duro camino que es su supervivencia en una aldea en la que la solidaridad brilla por su ausencia, en la que cada cual busca solo su provecho sin importarle el de los demás. Algunos personajes llegan y se hacen fuertes en la aldea habitándola para siempre, otros llegan y desaparecen para no volver, algunos vuelven y se van sin pausa, unos acaban regresando a sus raíces y otros, los menos, desaparecen con una promesa de regreso dejando tras de sí una estela de espera sin descanso.

 

No lo había acogido por lastima; su cuerpo desplomado a la intemperie le había rozado el alma como una bala de hielo, pero su propia soledad la había inmunizado contra los males del mundo y sufrimiento ajeno pasaba ante sus ojos sin dejar excesiva huella.

 

Cada una de las partes finaliza con una muerte que parece cerrar el ciclo de existencia de los pecados que asolan cada etapa y abrir la puerta a pecados nuevos que se harán fuertes en el ciclo siguiente. Pero no creáis que la muerte es justa, en esta historia la muerte no se lleva a los malos, porque las consecuencias de esos pecados no distinguen entre culpables e inocentes y a veces, muy a menudo, son los menos responsables los que pagan los “platos rotos”.

A través de este narrador la autora nos arrastra lentamente al corazón de la historia, línea a línea, página
a página, hasta hacernos parte de esos aldeanos que esconden tesoros y miserias, de esas calles por las que transitan los personajes más indiferentes y ruines, mientras, desde lo alto, ajena a todo lo que ocurre en esas calles, a aquellas gentes y de aquella línea que separa tierra y mar, Aurelia teje en el altillo y extiende su hilo desde el granero para seguir los avatares de un hermano que se alejó joven y al que ella espera tejiendo como Penélope espero el regreso de Ulises. Una vida rendida a esa espera, sin sueños, sin motivación, sin deseos, sin amor, tan solo ese ver pasar un día tras otro suspendido el tiempo y lo que este significa en la esperanza de que el mar le devuelva a quien le robó.

Estamos frente a una novela profunda, llena de aristas, una novela compleja escrita con la maestría del relojero que ensambla la más mínima pieza de forma precisa para que la maquinaria funcione. Y así, Alicia hace de esta una novela tremenda en su crudeza y coherente en las miserias que enlaza una tras otra dando solidez a un relato que nos hace temblar de miedo al fanatismo y a la ignorancia, de pena ante la ceguera auto impuesta y la falta de empatía hacia el sufrimiento y la soledad del otro… una novela de oscura desesperanza que a veces se alumbra: en esa sororidad extraña que se teje sin palabras entre Aurelia y Selva,  en esa complicidad extraña entre Valentín y Heliófilo, ese maestro más apegado al cielo que a la tierra, en el sentimiento de culpa de Don Paco y de la Generala, en el amor de Tomás Golondrina, de Teresa Valero, en la piedad de Paris. Esos personajes que nos llevan a creer que, dentro de esa falta de humanidad de los aldeanos, aun queda algo que rescatar.


Eres muy afortunada, pero será mejor que nadie se entere, le advirtió sin apartar la vista del recién nacido. En esta aldea la felicidad dura menos que un suspiro. 


La aldea evoluciona y cambia ante nuestros ojos, sin embargo Aurelia se mantiene imperturbablemente inmóvil, ajena a los avances que para los demás suponen la propia vida, anclada a esa tierra como los están las plantas, obsesionada con la única idea que le hace despertar cada mañana.

Estamos ante una novela lírica y onírica, escrita con un lenguaje cuidado y cuidadoso, una novela que es necesario leer despacio para paladear su prosa, y que, además, hay que leer despacio, porque desprende, en ocasiones, tanto dolor que la angustia te aplasta el pecho.

Por si no ha quedado clara mi experiencia con esta lectura, resumo: si queréis disfrutar de una novela que se sale de lo habitual no podéis dejar pasar esta lectura, si además  apreciáis una narración exquisita no puedo más que recomendaros encarecidamente la novela y a su autora a la que, estoy segura, le quedan muchas historias que contar.

Por aquella fisura no solo se coló el viento del sur sino un caudal de acontecimientos que sacudieron la anquilosada civilización de los hombres del mar y de la tierra, derribando a su paso los últimos parapetos que los habían protegido del paso del tiempo. Fue así como en apenas cinco años transcurrieron varias décadas. 

jueves, 22 de octubre de 2020

Tierra del Fuego

Engman, Pascal (22.10.2020)
Tierra del Fuego
Roca Editorial, Barcelona, 480 pp.
ISBN: 9788417805883

En Estocolmo empresarios millonarios están siendo secuestrados y sus familiares extorsionados para poder recuperarlos. Además de por su riqueza, la policía no es capaz de encontrar más conexiones entre las víctimas, y las que han sido liberadas no quieren decir ni una sola palabra.
Dos amigos de la infancia se convierten en gánsteres esperando encontrar la vida que creen merecer, pero pronto se encontrarán atrapados en un peligroso juego que escapa a su control.
En Chile, un mercado de tráfico de órganos muy bien organizado lucha por mantener el delicado equilibrio entre la oferta y la demanda. Pero, para encontrar nuevos cuerpos, necesitarán mirar más allá de la sombra de los Andes y de las antiguas colonias nazis, donde todo comenzó una vez.
La detective Vanessa Frank se implicará de nuevo en un caso que se terminará convirtiendo en el más importante de su carrera profesional.

¿Hay algo que le pese mas a una persona que ir arrastrando secretos?

El pasado verano volvimos a Chile, después de siete años, ha pasado poco tiempo desde ese mes de Agosto, pero han sucedido tantas cosas y la situación de hemos vivido ha sido tan extraña, que a veces me da la impresión de que ha sucedido en otra vida.
En esos días decidimos visitar el Museo de la Memoria, era algo pendiente desde que en mi primera
visita me empeñara en visitar la Moneda y la estatua de Allende. No era un mal día, por la tarde íbamos a hacer una barbacoa, asique la mañana la utilizamos para acercarnos al museo.
Cuando acabamos la visita, las ganas de fiesta se quedaron perdidas entre los testimonios que desde los monitores me hacían temblar de miedo, de ira y de tristeza, testimonios de niños robados, de supervivientes de la tortura, de hijos y nietos de los que no superaron el dolor…
Colonia Dignidad, escuchar el nombre hace que las lagrimas afloren de nuevo, colonia dignidad hace que me plantee si el instinto de supervivencia es capaz de superar la maldad de los que se empeñan en doblegar la vida de otros, en destruirlos sin matarlos, en convertirlos en despojos humanos que ya no volverán a vivir, aunque sus corazones  sigan latiendo.
El libro de Pascal Engman me ha traído esos recuerdos a la memoria, ¿como es posible conectar Suecia con la Colonia Rhein?, no es fácil, eso es evidente, pero así como la maldad humana no tiene límites, parece que tampoco tiene fronteras y es capaz de manifestarse en un lugar y tener su eco en la otra punta del mundo, en la tierra del fuego.
Y es que hay cosas que no cambian y aunque no lo creamos, o no lo queramos creer, por desgracia, siguen existiendo en el mundo lugares, que disfrazados de legalidad, siguen siendo escenarios de iguales atrocidades, búnkeres subterráneos escondidos en paisajes idílicos de bosques y lagos, en comunidades en las que todos intuyen, pero todos callan, porque los brazos del poder llegan muy lejos y no se sabe muy bien en quien se puede confiar, pues  hasta aquellos cuyo deber es servir y
proteger a veces se olvidan de que se deben a los demás y se cuidan solo de sí mismos, a costa de lo
que sea y de quien sea.

Ya antes del golpe militar de 1973, los inmigrantes habían sido recibidos con ilusión y habían sido protegidos por los políticos locales, los altos mandos policiales, la iglesia católica y el tejido industrial chileno. Pero a partir de la llegada al poder del general Pinochet el flujo de alemanes fue en aumento. Colonia Rhein y Colonia Dignidad se convirtieron en centros de tortura y fabricas de armas, financiados y protegidos por la dictadura. En los laboratorios se experimentaba con armas químicas: en Colonia Rhein todavía había contenedores enterrados llenos de gas sarín.
Mientras que el otro enclave alemán, Colonia Dignidad, había implosionado desde que su gobernador había sido condenado por abusos a menores chilenos, Colonia Rhein había sobrevivido y se había adaptado a los nuevos tiempos.
[…]
Los alemanes generaron miles de puestos de empleo. Y por esa razón los políticos dejaron que hiciera la suya, siempre y cuando pagaran sus impuestos y contribuyeran a mantener el empleo.

El autor conecta magistralmente dos escenarios, Suecia y Chile, y lo hace a través de una serie de personajes enormes, unos personajes sin fisuras.
La vida hace extraños compañeros de viaje.
Una mujer policía,  que no lo es por vocación,  ni por convicción, ni siquiera por necesidad, sino por rebeldía y que, sin embargo, es una grandísima policía, intuitiva, perspicaz y que cuenta, además, y aunque a ella misma le cueste reconocerlo con el don de la empatía y un instinto más que desarrollado para saber con quién serlo.
Un delincuente con principios, un delincuente con un pasado de honor manchado, un delincuente intentando hacer el bien a través de los medios equivocados, un delincuente que busca a través de mal bien superior, para él y para los suyos.
Una pareja extraña, que funciona, que se complementa, que se alía para llevar a cabo una misión que parece desde el principio abocada al fracaso, una misión solo apta para valientes o para suicidas.

Estaba convencido de que, quitando algunas vidas, había salvado muchas otras.

Un amigo que le debe todo a los principios del anterior, un amigo que es capaz de vender al único referente de su vida a cambio de dinero, mujeres y un lugar en el mundo, un amigo, al que el resentimiento, la desconfiada y su propia inseguridad transforman en un ser irracional y como tal, en un peligroso enemigo.

Eso Nicolas no lo entendía. El siempre lo había tenido fácil,. Con las chicas, los amigos, el deporte, la escuela. Nicolas había sido la razón por la que Iván había sido aceptado. Su salvoconducto para acceder al mundo.

Un líder que disfruta siendo líder, un líder del mal a quien no le importa el delito, ni lo que implica si supone prestigio y sobretodo dinero, a montones, para él.

Con estos personajes y los de allende los mares que se creen por encima del bien y del mal, que  bofetadas de realidad y rompe esa coraza que la distancia crea en nosotros, porque su novela hace esas imágenes reales, cercanas, VERDAD.
suponen que los tentáculos de su poder pueden llegar a cualquier parte sin sufrir consecuencias y que manejan con mano de hierro sus “inversiones”, el autor se empeña en ponernos delante todas las miserias humanas, hasta las que, a fuerza de imágenes mil veces repetidas, parecen no hacer mella en nuestro espíritu, la corrupción, el tráfico de personas, los niños de la calle, el acoso, la violencia contra mujeres, niños y discapacitados, la drogadicción, la tragedia de los refugiados… el autor nos da una tras otra cientos de
Vanessa recordaba las imágenes de las largas colas de gente que en verano y otoño de 2015 habían caminado hacia el norte por las autovías de Europa cargando sus pertenencias a la espalda. Había sentido compasión por ellos, pero al mismo tiempo le había resultado irreal. Eran tantos que al final las caras se fundían en una amalgama gris. Pero en algún punto de esa masa había estado caminando la chica que ahora tenía enfrente. Sola.

Con un ritmo ágil que consiguen los capítulos cortos y la alternancia de los escenarios y las tramas, el autor consigue que la novela se pegue a nuestras manos y a nuestra mente, que no seamos capaces de parar, que necesitemos saber que ocurrirá después, que guardemos la esperanza de que los malos no ganen siempre, no lo ganen todo.
Ha sido una gran experiencia descubrir a este autor y ha sido una grandísima experiencia leer esta novela que, de ninguna manera, te deja indiferente.

Llorar seguro que es bueno y purificante. Supongo que la gente se sienta aquí y te llora todo lo que quiere, y seguro que eso les hace bien. Cuando tú vuelves a casa te imaginas que has conseguido penetrar en sus mentes. Que has hecho un buen trabajo. Que has salvado otra alma. Seguro que lo has hecho, pareces amable e inteligente y supongo que has ido a una buena universidad. Pero te aseguro una cosa. A mí no me veras nunca llorar, porque yo no lloro.

lunes, 19 de octubre de 2020

El nombre de Dios

Hernández,  José Zoilo (2020)

El nombre de dios

Ediciones B, Barcelona, 640 pp.

ISBN: 9788466668453


Cuenta la leyenda que el rey Salomón mandó construir un objeto en el que dejaría escrito todo el conocimiento del mundo: una mesa plagada de oro y joyas capaz de colmar con su poder la ambición de quien la poseyera.

Año 711 d. C.: las tropas musulmanas desembarcan por primera vez en el sur de la península Ibérica con un afán imparable de conquista que hasta el momento no ha conocido rival. Sorprendido mientras luchaba en el norte de su territorio, el rey visigodo Roderico debe partir para defender la provincia más meridional de un reino que se enfrenta ahora a demasiados enemigos.

A la vez que los ejércitos se preparan para la lucha y las viejas rencillas comienzan a aflorar entre los nobles godos, un religioso escoltado por una pequeña partida se dirige hacia el campo de batalla portando una reliquia que podría cambiar el curso de la contienda. Es el momento de comprobar si su poder sagrado será suficiente para hacerse con la victoria, o si, por el contrario, terminará convirtiéndose en la perdición del reino.

 

Durante aquellos días recordó a menudo a Oppas, el difunto obispo de Híspalis, al que en ocasiones había considerado su benefactor. El hermano de Witiza siempre pensó que los bereberes a los que el mismo había llamado regresarían a sus tierras cruzando el mar después de haber descalabrada a Roderico de su sitial. Entonces Oppas, o sus sobrinos habrían reinado. Sin embargo, los acontecimientos habían sido muy distintos, y en aquellos días del año 721 los extranjeros aún se encontraban allí, campando a sus anchas por los reductos más septentrionales del antiguo dominio godo.

 

Cuando era pequeña, mi madre, que también era maestra, para hacer valer la máxima de que “lo que bien se aprende nunca se olvida” recitaba como una letanía la lista de los Reyes Godos. Durante mi etapa escolar aprender aquella lista estaba eliminado de los planes de estudio y no tuve que aprender de memoria esos más de treinta nombre sin ton ni son, pero no eliminaron solo la lista, sino que parece que olvidaron totalmente esa etapa de la historia y a sus protagonistas, saltando del Imperio Romano al Reino Musulmán y pasando de puntillas por Roderico y compañía. En mi mente no queda recuerdo alguno de haber estudiado alguna vez la España Visigoda.

 

Un rey muda  por otro, pero el reino permanece.

 

Como época desconocida también me resultaba árida; una parte de la historia sin más atractivo que las batallas de las que nunca fui muy amiga y las enormes estatuas que jalonan los caminos de los Jardines de Oriente de Madrid. Digo que me resultaba árida… hasta hoy.

Conocer esta parte de nuestra historia a través de los ojos de José Zoilo ha sido una verdadera sorpresa, una muy agradable sorpresa.

Este autor tiene un don para describir la historia, para conseguir que se lean con gusto incluso las más
cruentas batallas, para definir las intrigas, las alianzas y las traiciones de la manera más sublime, para construir unos personajes que se vuelven de carne y hueso ante nuestros ojos, a los que comprendemos u odiamos, a los que, sin duda, no debemos cogerlos demasiado cariño, pues nunca sabemos lo que nos van a durar…

 

Sentía lastima por los centenares de hombres anónimos que se habían dejado la vida y las esperanzas en la batalla. Algunos lo merecían, cómo el maldito Roderico, pero no podía dejar de pensar en que también habrían muerto muchos inocentes en aquel nuevo lance del juego de poder en el que se encontraba inmerso el reino.

 

No se puede leer esta novela con los ojos del presente, no podemos leer desde nuestro hoy un momento en el que los señores eran educados para "poseer", un momento en el que cuando no vivían de las rentas, su único objetivo era mantener sus tierras y si era posible adicionar las del vecino, cuando esta ambición de poder les llevaba a forjar alianzas con los enemigos y a traicionar a los que eran amigos.

Un tiempo en el que los campesinos se convertían en peones de los juegos de poder q convertían las llanuras y los caminos en campos de batalla.

 

En cada conflicto, además de los cadáveres, se sepultan las esperanzas de un gran número de hombres, mientras que las de muchos otros comienzan a medrar, cómo plantas diabólicas alimentadas con sangre. No hay inocencia qué sobreviva  a esa experiencia.

 


En el que las mujeres podían ser sumisas compañeras o impías conspiradoras, porque las menos, las osadas que se salían del guión tenían poco que ganar y casi todo que perder.

 

Todos le habían dicho que no llegaría, augurando que terminaría sus días tirada al borde de cualquier camino después de haberse convertido en el juguete de algún salteador durante unas pocas horas. Elvia había seguido convencida de que prefería arriesgarse a unas horas de tortura que extender el tormento a lo largo de toda la vida. Llenándose de valor, había comenzado su peregrinar hacia el sur, lejos de aquella ciudad a la que odiaba y que parecía odiarla a su vez.

 

En el que los religiosos, lejos de ser piadosos se movían por motivos muy alejados de lo espiritual y demasiado cercanos  al mero poder terrenal, convirtiendo incluso a la ciudad eterna en un campo de batalla en el que no se blandían espadas y escudos, en los que la lucha  no era menos encarnizada por ser más sutil.

 

Roma le parecía un nido de ratas vestidas con hábito, y su espada haría falta en la Septimania, no a cientos de millas, en una ciudad donde los hombres se despellejaban sin necesidad de armas.

 

En esta historia los personajes se comportan como lo que son. Salvo raras excepciones se mueven por ambición, por venganza y por poder, por lo mismo que, nos guste o no, siempre ha movido y mueve el mundo. La única diferencia es que en la época que le ocupa a la novela no había porque disimular los “malos sentimientos”, no había necesidad de pasar por ser el más bueno, el más generoso, ni siquiera el más guapo o el más limpio, bastaba con ser lo suficientemente inteligente como para sobrevivir  en el nido de víboras en que se convertía, no solo cualquier corte, sino cualquier facción, cualquier grupo del que se formara parte, incluso y a menudo de forma mucho más cruenta, la propia familia. Es necesario entender que la conquista, ya fuera de godos o árabes, era una forma de vida y que la lucha no era una elección, sino una necesidad si se quería seguir con vida.

 

En las cercanías, sus guerreros de confianza; un poco más allá, la leva: campesinos y siervos
atemorizados y mal armados  arrancados de sus hogares pocas semanas atrás. Muy a su pesar,  componían la mayor parte de sus fuerzas. Confiaba más en su voluntad que en su valía, pero tendrían que bastar.

 

La novela, de más de 600 páginas se desliza sin apenas ser consciente ante nuestros ojos. Paginas salpicadas de leyendas, de batallas, de luchas de poder, pero sobretodo llenas de vidas corrientes, de personas corrientes a las que poco o nada importaba quien fuera el rey de quien, en  muchas ocasiones, ni siquiera sabían el nombre, y que sin embargo se veían obligadas a tomar partido por uno u otro con el único fin de garantizar su supervivencia.

En esta novela de personajes, los hay de todo tipo y condición. Los hay honestos e íntegros, como Ademar, los hay negros por dentro, portadores de los mas ruines deseos, como Ragnarico, los hay profundamente leales, como Hermigio y los hay traidores como Tariq. Están los que buscan medrar a cara descubierta, como Oppas y los que lo hacen a través de las mas sutiles técnicas de manipulación no exentas de violencia, pero dosificada, como Clodoveo. Y hay mujeres valientes, fieles, arrojadas, mujeres que no temen vivir, signifique eso lo que signifique. Hay un amplio catalogo de personajes  que  a pesar de sus diferencias tienen algo en común, ninguno de ellos deja indiferente.

 

Los hombres empuña sus armas y mueren en batalla como héroes, o al menos pensando que su sacrificio vale para algo. Nosotras esperamos y rezamos y nos desesperamos, y sabemos que si todo se tuerce seremos vejadas, torturadas y asesinadas, meros juguetes en manos del enemigo. Yo no  tengo hijos que proteger. Esta vez iré con vosotros.

 

A través de todos ellos el autor nos pasea por una época convulsa, llena de batallas y de huidas, de 
muerte y dificultades, de ignorancia y supercherías, una historia en fin, en que la muerte es la protagonista, pero en la que, inevitablemente la vida se abre camino. Y es que a pesar de la crudeza de la trama el autor, es capaz de dejar un resquicio para la esperanza.

 

Yo anhelo vivir. Anhelo vivir ahora que sé que vale la pena, cosa que hace muchos años no creía que fuera así. Haría cualquier cosa con tal de escapar de aquí, de tener una oportunidad de continuar mi vida con Witerico en otro lugar, aunque eso implicara traicionarme a mí misma o a la memoria de los míos. Vivir para seguir disfrutando de quienes queremos o para seguir honrando a quienes ya se han ido.

Ingunda se quedó meditabunda pero no respondió. Elvia hizo una larga pausa para ordenar sus ideas antes de continuar hablando.

 

A través de ellos el autor consigue que todo ese trabajo de documentación que sustenta el libro se convierta en algo real, en algo cercano, en un pedazo de la historia que disfrutar en cada una de las líneas de la novela, en cada una de sus páginas, en cada uno de los capítulos… porque si algo consigue esta novela es hacernos disfrutar incluso en los trances menos proclives a hacer disfrutar.


Si con su primera novela descubrí a un gran escritor con una gran historia, con esta he descubierto a un grandísimo autor que estoy segura seguirá dándome buenos motivos para acercarme a esos retazos de la historia que tan certeramente es capaz de narrar. Una novela a la que ha merecido la pena acercarse y a la que os recomiendo encarecidamente dar una oportunidad porque vais a descubrir una historia que cuenta más,  mucho más, de lo que he sido capaz de transmitir en estas líneas.

 

- Las cosas no son siempre o blancas o negras, Sisebuto. Es algo que, a tu edad, resulta difícil de comprender, pero con el tiempo deberás aprenderlo.

jueves, 15 de octubre de 2020

La noche de plata

Barceló, Elia (2020)
La noche de plata
Roca Editorial, Barcelona, 512 pp.
ISBN: 9788417968182

Viena 1993. Una niña desaparece en un mercadillo de Navidad
Viena 2020. La policía encuentra un esqueleto infantil en el jardín de una casa de las afueras.
Carola Rey Rojo, especialista en secuestros y homicidios infantiles, y madre de la niña desaparecida veintisiete años atrás, ahora en excedencia de la policía española, vuelve a Viena con el encargo amistoso de deshacer la biblioteca de un marchante de arte recientemente fallecido.
Junto con su amigo y colega, el inspector-jefe Wolf Almann, se verá envuelta en una trama que pondrá en evidencia que nadie es lo que parece y que uno nunca acaba de conocer a los demás, ni siquiera a sí mismo.
Lo que parecía un cold case se complica cuando, ahora que todo parecía casi definitivamente superado, otra niña desaparece en el mercadito de Navidad de la ciudad imperial de Viena, la esplendorosa ciudad de la música y el arte que oculta tras las fachadas de sus bellas casas los más oscuros secretos.

Hay cosas que no se superan. Se tira adelante sin lo que te han quitado, pero la mutilación sigue ahí para siempre, aunque aprendes a apañártelas sin ella. ¿A ti no te pasa?

Elia es una de esas escritoras todo terreno, una de esas autoras que envuelven en magia cualquier historia que cuenta.
Si con el eco de la piel consiguió enamorarme de sus personajes, de sus luces y de sus muchas y oscurísimas sombras, con esta novela ha conseguido que caiga rendida a sus pies.
Elia construye una novela tremendamente negra pero desde la elegancia y la sensibilidad que caracteriza su literatura. Si ha demostrado a lo largo de sus historias que es capaz de regalarnos una radiografía exacta de cada uno de sus personajes, en esta profundiza aún más, si es posible en el alma y la mente de los mismos.

Su vanidad y su arrogancia eran una forma de defenderse de los demás, de lo que él pensaba que los otros pensarían de él si los dejaba acercarse demasiado. Ella lo había querido mucho treinta años atrás y lo conocía bien.

De entrada sorprende que para su protagonista haya elegido una mujer alejadísima de lo que es el arquetipo habitual en este tipo de novelas.
Carola es una mujer más cerca del cenit que del inicio de su carrera, una mujer policía que, arrastrada por el cansancio y por el "error" cometido en su último caso decide tomarse un descanso en la que para ella es la ciudad más dolorosa del planeta, una ciudad en la que casi 30 años antes perdió lo que más quería y en la que la espera, o eso cree, un trabajo distinto, un trabajo relajado, un trabajo que le haga disfrutar de una formación casi olvidada.
Pero en la huida, a menudo, nos acompañan nuestros fantasmas, aquellos de los que precisamente nos empeñamos en huir y nos toca lidiar, queramos o no, con lo que dejamos o creímos dejar atrás. Y a Carola no le queda otra que volver a “enfundarse” su traje de policía, aunque sea extraoficialmente, y descubrir el lobo que se esconde bajo algunas pieles de cordero.

Hay cosas que te dan mala espina sin que sepas por qué y, si haces caso a esa intuición y la sigues, la mayor parte de las veces encuentras cosas que también satisfacen a tu cerebro.

Carola es una mujer herida, como lo somos todos, de una forma u otra. Una mujer que ha perdido más de una vez las ganas de vivir y que, no obstante, ha decidido seguir viviendo; por su hijo, que tampoco resulta ser lo que ella pensaba, por sus amigos, que son pocos y reducidos al círculo profesional y por ella misma, porque es una mujer que no puede rendirse sin conocer la verdad, por dura que esta sea.
Dentro del reducido grupo de Carola se encuentra Wolf, a quien la une la pesadilla vivida 27 años atrás. Un personaje del que me he enamorado. Un hombre cabal y respetuoso y un policía preclaro, cuyo único objetivo es limpiar las calles, renunciando a la vida tranquila que su edad y su desarrollo profesional le habrían permitido disfrutar.

No pudo evitar sonreírle. Era la única persona que conseguía salvar una situación insalvable cambiando de tema sin más, con garbo de torero. Por eso era un interrogador temible. Pero eran amigos, no estaba tratando de sonsacarle nada.

Ambos conforman una gran pareja investigadora que se completa con el equipo austriaco, donde destaca Gabriela, que a diferencia de Carola y Wolf está más cerca del principio que del final de su carrera.
Y estos personajes atípicos se ven envueltos en una trama que por desgracia no nos es ajena. Una trama que se acerca a demasiadas noticias demasiado frecuentes...

Sus familias se habrían tenido que acostumbrar a su ausencia, pero nunca habrían podido terminar del todo, dar por definitivamente perdido a su hija o hijo desaparecido. Si no habían recuperado su cadáver, si no lo habían visto muerto, no conseguían quitarse de encima esa ridícula chispa de esperanza de que aún estuviera vivo en algún lugar.

Elia es capaz de describir preciosas escenas llenas de luz, música, arte y literatura y  de repente darle la vuelta  y transformar esa misma escena en caos, oscuridad y lo más horrendo del ser humano plasmado en el lujo y en esa misma música, ese mismo arte y esa literatura que segundos atrás parecían hermosas.
Es una historia dura la que cuenta la novela y, aunque sea ficción, por desgracia, son historias las de los secuestros y asesinatos de niños que se repiten con demasiada frecuencia, llevando a menudo parejas, intenciones ocultas y retorcidas fruto de mentes enfermas, que a ningún ser humano, en su sano juicio se le ocurriría siquiera imaginar. Y, a pesar de su crudeza, no he encontrado ni una escena explícitamente morbosa en toda la novela aunque confieso que, en más de una ocasión, me he sorprendido cerrando los ojos por el dolor que me producían los actos imaginados a través de unas pocas frases.

Un monstruo es una persona que ha dejado de fingir”-  tradujo ella–. Eso significaría que todos somos monstruos, que lo único que hacemos es seguir fingiendo día tras día que somos personas decentes. –Sacudió la cabeza y se sirvió más vino–. No me lo creo. Me niego a que nadie me reduzca a la categoría de monstruo solo porque la frase suena bien.

Me ha encantado encontrarme con Elia en este género en el que, a pesar de embarcarse por primera
vez, parece toda una experta, aunque es cierto que las dosis de misterios por desvelar y las pesquisas para conseguirlo no están ausentes en ninguna de sus anteriores novela que, como esta, os recomiendo leer.

Cada ser humano tiene derecho a sus secretos, pensó Carola, siempre que no dañen a otros, o al menos no demasiado. Y cada persona tiene también derecho a su propia puesta en escena, a mostrarse a los demás como quiere que la vean. Por eso ella se replegaba y se ocultaba en su casa cuando estaba mal, mientras que otras preferían mostrarse y pedir ayuda, escenificándose como víctimas.

miércoles, 14 de octubre de 2020

La muerte es mía

Sánchez Vicente, Pilar (15/10/2020)

La muerte es mía

Roca Editorial, Barcelona, 352 pp.

ISBN: 9788417968076

 

El nuevo tanatorio Memento Mori, se constituye como una empresa puntera en servicios funerarios y construye sobre el antiguo tanatorio una pirámide que cambiará la faz de la ciudad. Todo en su interior está automatizado, en un alarde de modernidad sin límites.

Hasta que empiezan a suceder extrañas muertes…

Claudia ha sido la primera mujer tanatopractora del país y es una autoridad mundial en el ámbito funerario, aunque su profesión no le ha facilitado las relaciones personales. Firme defensora de la eutanasia, el hashtag #LaMuerteEsMía le servirá para orquestar una campaña de inesperadas consecuencias. Y lamentará que sus deseos se hayan hecho realidad…

Rita es una mujer espectacular acostumbrada a los retos, por eso, cuando le ofrecen la posibilidad de dirigir Memento Mori, se da cuenta de que tiene entre sus manos una oportunidad única para consolidar su posición estelar.

Jaime, el hijo del fiscal, un hombre que vive obsesionado con los trenes y el cosplay, es el director del nuevo tanatorio y cree que en él podrá llevar a cabo sus sueños secretos.

La muerte es mía es una novela coral llena de personajes e intereses contrapuestos.

 

Yo me consideraba fuerte y no comprendía como alguien podía encontrar suficiente valor para matarse. [...]

Vivir es más que respirar, y muy difícil si no se intuye, aunque sea lejana, la felicidad.


Hace muchos años, mi profesión me llevo a conocer al primer y último tanatopractor con el que trabajado en mi vida. Mi predisposición negativa hacia aquella profesión, fruto, probablemente de mis prejuicios, de mi educación y/o de esa idea clara que yo defendía de ser  incinerada para no ser expuesta después de muerta, fue tornándose menos negativa a medida que él me hablaba de la tanatopraxia, una profesión que adoraba, respetaba y defendía férrea mente. Una profesión de la que se había formado durante largos años en Francia porque en España tal formación, regulada, era impensable.

En la novela que hoy nos ocupa, su protagonista, esa mujer, la primera tanatopractora de nuestro país, que nos cuenta su historia desde sus vivencias, en primera persona, comparte mucho del argumentario y todo el respeto y el amor hacia los que abandonan la vida que yo aprendí de aquel tanatopractor.


- No existe como tal por lo menos en nuestro país pero creo que se ha confundido este es un trabajo para hombres.

- En el anuncio no especifica que sea para hombres o mujeres, sería anticonstitucional.


No se puede decir que el escenario en el que se desarrolla la historia no sea original. No cabe duda de


que desarrollar una novela en un tanatorio no es algo demasiado usual, pero lo es menos aún, plantear toda la trama sobre una disyuntiva ética tan a la orden del día como la "Buena Muerte", la "Muerte Digna", la eutanasia. Esa palabra que, con solo ser pronunciada despierta pasiones encontradas, esa eutanasia cuya tramitación como ley ha costado tantos esfuerzos, tantos dolores y sufrimientos  y tantos años... y es que el título de la novela lo dice todo y es un título preciso y acorde con todo lo que la autora defiende a lo largo de las poco más de 350 páginas que se me han hecho tremendamente cortas.

 

Los contrarios a la legalización de la eutanasia no eran muchos, pero si muy ruidosos y poco dados al raciocinio. La reacción fue salvaje. Su objetivo se basaba en contrarrestar cualquier evidencia científica con teorías conspiranoicas. En las redes desencadenaron un bombardeo incesante de tres o cuatro mensajes falaces, repetidos hasta la saciedad en memes y vídeos, que básicamente se reducían a uno: Eutanasia=Genocidio

 

Es una historia compleja, compacta sólida y coherente, una historia en la que el protagonismo recae, como en " Mujeres errantes", en las protagonistas femeninas que fagocitan casi exclusivamente la trama.

Claudia  y Rita, dos extremos de un mismo continuo,  han monopolizado mi atención.


Claudia por haber hecho de la muerte su forma de vida, no solo en lo que a "adecentar" los cadáveres se refiere, sino en el estudio de los ritos funerarios y en su férrea defensa de una muerte tan digna como la propia vida.


No se trataba ya sólo de innovar, había llegado el momento de remover conciencias, de actuar, tras tantos años de parálisis. Y yo estaba en el epicentro de la movida. Creo que nunca me había sentido tan entusiasmada.

En el otro extremo, Rita, una mujer para la que la muerte sólo es un negocio que hacer rentable, a la que la muerte le importa lo justo si obtiene beneficios. Una mujer a la que lo único que le importa es medrar en la vida y que tiene claro que su físico es la vía para poner en práctica su inteligencia.

 

El mecanismo era simple y Rita lo entendió a la primera: el sexo era el motor del mundo. Ella descartaba tener hijos, pero gozaba de innumerables atractivos sexuales para su especie y de tanta o más inteligencia que muchos machos dominantes. Una vez asumidas las reglas del juego, guardo su currículum en el cajón y desplegó sus alas. Dispuesta a llegar a lo más alto. Era una hembra alfa.

 

Ambas mujeres, fuertes, valientes, decididas... no serían,  tan relevantes, sin ese ramo de personajes femeninos, cada una con su personalidad y su función en la historia, que las acompañan y las hacen brillar. Inés, la madre divorciada acuciada siempre por llegar a fin de mes, luchando contra dos hijos adolescentes y un ex marido manipulador. Rosa, la soltera, solitaria y depresiva. Martha, el cerebro comunicador. Laura la psicóloga retornada, Sara una policía judicial cuyo concurso es vital hacia el final de la novela y Bethina, un personaje que ha enamorado, una mujer sin complejos que me ha arrancado más de una sonrisa con sus estilismos y su segunda actividad. Una mujer leal y fiel de las que siempre es bueno tener cerca.

Este es un país racista, machista y clasista, como tantos otros. No es lo mismo un moro de mierda, con perdón, que un jeque árabe, ni una negra muerta de hambre que una rica, y ya no te digo si además es famosa. Piensa en Naomi Campbell, Oprah Winfrey, Beyoncé...


Los personajes masculinos, por su parte, no salen demasiado bien parados. Unos por ser pusilánimes y fácilmente manipulables como Alfonso o Jaime y otros por viles manipuladores, viciosos y corruptos de la peor calaña. Pocos hombres se salvan de la quema más allá de Víctor, que acaba alejándose de la primera impresión positiva que ofrece, don Abelardo, el maestro  y don Olegario ese jefe-padre de los que ya escasean en el mundo empresarial actual.

En este escenario y con estos personajes Pilar construye una historia que se te escapa entre los dedos, que te engancha y no te suelta hasta que llegas al final. Una lectura fascinante no solo por la trama negra llena de muertes, intrigas, engaños y corruptelas sino por ese trasfondo ético del que os hablaba al principio y que me ha llevado a la reflexión en muchos momentos.

 

Hay un sociólogo, Wilson, especialista en hormigas y feromonas, que lo expresa muy bien: tenemos emociones del paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios. Y eso es altamente peligroso por nuestra falta de control.

 

Una historia que a pesar de la seriedad del tema que aborda y el respeto con el que lo hace, la autora impregna de un carácter vitalista y ligero, aderezado, con medida, con un "humor negro" que a mí me fascina. Una historia que es un canto a la dignidad y un homenaje la propia vida.

 

En Roma y en otras culturas el suicidio era considerado el máximo exponente de la dignidad humana. ¿Puede haber algo más triste que el vacío de no encontrar sentido a la propia vida? ¿Para qué esperar el fin durante años cuando se está hastiado de vivir? Para el psicoanálisis, la tendencia suicida es inherente al ser humano y...

 

Y es además una historia en la que la autora no evita meterse en todos los charcos, por si no fuera suficiente el posicionamiento sobre la muerte "elegida".

No le duelen prendas en ahondar en la corrupción política a todos los niveles, en los fraudes al fisco, en
el acoso y derribo de la competencia, en las infidelidades, en los chantajes y los abusos... En todo eso que sucede a nuestro alrededor y que a base de hacerse corriente ha dejado de escandalizarnos. Y es que, en estos tiempos, en estos mundos de corruptelas, tan importante es tener a quien te haga el trabajo sucio para no manchar te las manos, como contar con alguien que te eleve a los altares  en esta sociedad mediática y mediatizada qué hace que acabemos dando por cierta sin apenas oposición, cualquier proclama que se repita un número incesante de veces a través de los medios ya sean más media o redes sociales, aunque sea una completa majadería.


El padre de Jaime y el recién elegido presidente del Gobierno autonómico eran grandes amigos, afines en lo ideológico y socios de los mismos clubs de caza y golf. El nuevo mandatario fue el primer asombrado, sabía que lo habían puesto de relleno y, aunque hizo una buena campaña, no contaba con el tirón final. Casualmente, la semana antes de las elecciones el fiscal jefe ordenó varias detenciones entre los cabezas de lista de la oposición, acusando les de corrupción. Convenientemente expuesto y aireado, la campaña mediática se recrudeció y aquel candidato puesto para perder, consiguió el tan ansiado sillón.

Y el padre de Jaime fue postulado para fiscal superior. Esta vez con los votos necesarios.


La autora nos regala una historia con la que me ha vuelto a sorprender, con la que me ha obligado a reflexionar y, sobre todo, con la que me ha hecho disfrutar.

Una novela que os recomiendo no dejéis escapar, porque ni los personajes, ni la historia, ni el trasfondo van a permitir que quedéis indiferentes.

 

Euripides decía que a los muertos no les importan sus funerales, las exequias suntuosas se realizan para satisfacer las necesidades de los vivos. Y sobre estas, Rita sabía mucho.