JACOBS, Anne
La Villa de las Telas
Plaza & Janés Editores, Barcelona, 624 pp
ISBN: 9788401020520
Una mansión.
Una poderosa familia.
Un oscuro secreto.
El destino de una familia en tiempos convulsos y un amor que todo lo
vence.
Augsburgo, 1913. La joven Marie entra a trabajar en la cocina de la
impresionante villa de los Melzer, una rica familia dedicada a la industria
textil. Mientras Marie, una pobre chica proveniente de un orfanato, lucha por
abrirse paso entre los criados, los Melzer esperan con ansia el comienzo de la
nueva temporada invernal de baile, momento en el que se presentará en sociedad
la bella Katharina. Solo Paul, el heredero, permanece ajeno al bullicio, pues
prefiere su vida de estudiante en Múnich. Hasta que conoce a Marie...
JACOBS, Anne
Las hijas de la Villa de las Telas
Plaza & Janés Editores, Barcelona, 624 pp
ISBN: 9788401021688
Una poderosa familia.
Una mansión que esconde más de un secreto...
El destino de una familia en tiempos convulsos y un amor que todo lo
vence.
Augsburgo, 1916. La mansión de la familia Melzer pasa a ser, por
necesidad, un hospital militar. Las hijas de la casa, ayudadas por el servicio,
se convierten en enfermeras que curan, cuidan y escuchan a los heridos en
combate.
Entretanto, Marie, la joven esposa de Paul Melzer, se hace cargo de la
fábrica de telas en ausencia de su marido. Sin embargo, recibe una terrible
noticia: su cuñado ha caído en el frente y Paul es ahora un prisionero de
guerra.
Marie se niega a que las circunstancias la venzan y lucha con todas
sus fuerzas por preservar el patrimonio familiar. Pero, mientras no pierde la
esperanza de volver a ver a Paul con vida y se deja la piel en la fábrica, el
elegante Ernst von Klippstein aparece en la puerta de la mansión, empeñado en
no perder de vista a la joven y bella mujer que tiene entre sus capaces manos
el destino de la familia Melzer.
Cuando a principios de año se publicó La Villa
de las Telas, lo anoté en la parte alta de mi lista de pendientes.
Una novela que me llamó la atención con esa
sugerente portada y sobre todo por la época y el escenario en que se
desarrollaba la trama.
Desgraciadamente el tiempo es finito y los
libros que deseo leer casi infinitos y esa fue la razón de que la lectura fue
quedando relegada en favor de otros autores, otras novelas y otras temáticas.
Sin embrago, cuando en el mes de Noviembre me
encontré con una portada similar y un titulo más que parecido ya no quise
postergarlo más y decidí leer ambas novelas y por esta lectura de ambas he
decidido también dar en un solo post mi opinión sobre las dos.
Marie
bajo tres escalones que conducían a un
pasillo estrecho. Era raro. Aunque aquella mansión de ladrillo rojo tenía
numerosas ventanas, tanto altas como bajas, en el ala del servicio todo estaba
a oscuras y apenas veía donde ponía los pies. Pero quizá fuese porque aun
estaba deslumbrada por la luz del sol de la mañana.
En la Villa de las telas se recrea la autora en
los paisajes cotidianos, en los escenarios de esta familia de industriales, en
su día a día, en su presente y su pasado, construyendo una novela costumbrista
llena de luz y fiestas en el salón rojo y de miserias y envidias en la cocina
donde se reúne el servicio.
Es esta una novela que requiere una lectura
pausada, pues en ella se sientan las bases de la historia y, lo que es aun más
importante de cara a una saga, se presentan los personajes, que no son pocos,
para ponernos en situación.
En esta
novela la autora nos enfrenta a dos mundos, dos mundos que conviven pero no se
mezclan, como el agua y el aceite.
Dos mundos
que nos enfrentan a la vida de la alta sociedad de principios del siglo veinte:
el servicio, tan jerarquizado como la propia sociedad trabajando en el sótano de
sol a sol, siendo leales a “la casa” hasta el final de sus días. En las
buhardillas, aprovechando el escaso descanso. Y en las plantas intermedias la
vida de una familia afortunada por partida doble, mitad nobleza, mitad
industria, una vida regalada para esas mujeres, porque esta novela retrata
sobre todo a las mujeres, que se mueven
entre manjares, sedas y caprichos.
Y en estos
dos mundos observamos la vida de estas mujeres; de Marie, su protagonista
absoluta; una mujer que no ha tenido una vida fácil, pero que no se deja arrendar
por los avatares de la vida y que, de ninguna de las maneras, se deja arrebatar
la dignidad.
Es una mujer
inteligente, fuerte y decidida, una mujer con ambiciones, pero absolutamente
consciente del tiempo y el lugar en el que le ha tocado vivir y de las cartas
con las que tiene que jugar. Una mujer consciente de quien es y de cual es su
sitio, pero con una ductilidad absoluta para pasar de uno a otro estrato
social, cuando es necesario, y a pesar de sus propias reticencias por romper
las convenciones sociales.
Ahí estaba: Marie Hofgartner. Dieciocho años. Huérfana. Posiblemente
hija ilegitima, criada hasta los dos años por su madre y, tras la muerte de esta,
acogida en el orfanato de las Siete Mártires. A los trece años entró como
criada en una casa de la ciudad baja de Augsburgo de la que se escapo a las
cuatro semanas. Otros dos intentos como criada fallida. Había trabajado para
una costurera durante un año y luego, otro medio año, en la fábrica de Paños
Steyermann. Había sufrido una hemorragia hacía tres semanas.
De las hermanas Melzer, dos mujeres opuestas, una luchando por escapar de la
realidad encorsetada de las “niñas bien” de principio de siglo y la otra
luchando por permanecer en ese lugar que entiende debe ocupar para llegar a ser
lo que cree que debe ser: una mujer completa, esposa abnegada y madre amorosa.
Son dos
personajes que representan la cara y la cruz, la noche y el día. Elisabeth
juiciosa, autocontrolada e introvertida. Katharina irreflexiva, pasional, extrovertida…. Una mujer
que pone sus sentimientos y deseos por encima de lo que se considera sagrado en
la época, el honor, la familia…. las convenciones sociales de las que solo
desea escapar y que le permite a la autora explorar y mostrarnos el Paris bohemio
tan diferente en su forma de vivir al rígido Augsburgo.
A la señorita Katharina le aburrían mucho las charlas en las que se
hablaba de moda, de hombres y de otras señoritas. Ella prefería conversar sobre
la vida y el arte. Marie creía que las ideas desacostumbradas de la señorita
hacían de ella una incomprendida.
Y junto a estas tres mujeres
encontramos todo un elenco de magníficos secundarios que la autora forja con
igual maestría. Alicia, Johan y Paul Melzer, Alfons Brauer, el Teniente Von
Hagemann, Dupcham, la señorita Schmalzler, Maria Jordan, Robert, Auguste, Hanna…
-¡Morir por la patria
es un honor! […]
-Mi
querido Cristian, estoy seguir de que todas las personas sentadas a esta mesa
defienden nuestra patria. Pero, teniendo en cuenta el desarrollo de esta
guerra, no puedo darte la razón. Lo que sucede en los campos de batalla y las
trincheras no tiene nada que ver, nada en absoluto, con el honor o con una
muerte heroica.
En la segunda parte, Las hijas de la Villa de
las Telas, esta novela se convierte en una crónica de la
guerra y de los
efectos que tiene en todas las capas de la sociedad, las fiestas desparecen y
el ambiente invernal se vuelve gris, desaparecen las fiestas y las luces,
desparecen la opulencia y los ricos tejidos y quedan solo los efectos devastadores
de una contienda que los alemanes pensaron iba a ser un camino de rosas y que
se alarga dejando los escenarios despoblados de jóvenes que saquen adelante las
fabricas y los negocios.
En
tiempos de paz, jamás habrían imaginado que el hambre llegaría no solo a los barrios
pobres, sino también a las casas de la gente acomodada. El otoño había sido muy
húmedo y las patatas se pudrían en los campos, la mitad de la cosecha anual se
había echado a perder, precisamente en estos tiempos. En vez de patatas se
repartían nabos, que era lo que antes comía el ganado y ahora se había convertido
en el último recurso para los hambrientos. […]. A los que mejor les iba era a
los campesinos.
Esta parte permite a la autora ahondar en la
psicología de los personajes y en sus reacciones ante una de las situaciones más
adversas que se pueden vivir.
Avanzamos en la lectura a la par que evolucionan
los personajes, somos capaces de descubrir detalles de la personalidad de
alguno de ellos que habría sido impensable por su papel en la villa de las
telas. En este punto he de destacar el personaje de Elisabeth Melzer, que si
despertó en mi cierta animadversión en la Villa de las telas consigue redimirse
con mayúsculas en esta segunda entrega haciéndome sentir pena por ella, empatía
e incluso cierto grado de admiración.
Es de
destacar la versatilidad de la autora a la hora de aunar en una sola la novela
costumbrista y la novela bélica en el más amplio sentido de la palabra, no sólo
contando lo que pasa en las trincheras, lo que ocurre en el campo de batalla,
sino ahondando en los efectos de una guerra, como todas absurda, en la
población civil. No sólo en la clase baja, sino también en las clases altas donde en tiempos de
guerra el dinero no vale nada.
En esta
novela recibimos una extensa lección de historia de ese episodio aparentemente
tan lejano que fue la Primera Guerra Mundial, la Gran Guerra, la primera guerra
de trincheras.
Las batallas,
las deserciones, la vida en las trincheras, el intercambio de prisioneros, los
hospitales en que reconvirtieron muchas de las casas principales y en el papel
de enfermeras que muchas damas, sin ningún tipo de formación tuvieron que enfrentar
y, sobre todo, las secuelas que la guerra deja en aquellos que la viven en
primera línea.
Sin
embargo, seguía teniendo esos extraños “ataques”, una especie de alucinaciones
que lo asaltaban en cualquier momento del día y de la noche. Luego empezaba a
temblarle todo el cuerpo, se quedaba hecho un ovillo y se escondía.
Estoy deseando tener ya entre las manos El
legado de la villa de las telas, para poder conocer el devenir de estos
personajes con los que me he encariñado a pesar de sus errores o tal vez debido
a estos errores que los hace
tremendamente creíbles, sólidos y coherentes. Personajes buenos, malos y malísimos
y personajes intermedios, cuyos prototipos, salvando las distancias de espacio
y tiempo podemos encontrar en nuestro día a día.
Estoy deseando volver a encontrar esa radiografía
social y descarnada que presenta la autora, entristecerme con la vida de los
niños en esos horribles orfanatos, indignarme por el papel al que la mujer
quedaba relegada en una sociedad totalmente patriarcal.
Y estoy deseando, sobretodo, volver a disfrutar
de la prosa limpia, de una magnifica historia y de una saga familiar de la que
se que me costará despedirme.
Mientras
nazcan y crezcan niños, el mundo no estará del todo desquiciado, ¿verdad?.