El Rincon de Alberto

martes, 29 de septiembre de 2020

La danza de los tulipanes


Martin Álvarez, Ibon (2019)
La danza de los tulipanes
Plaza & Janés, Barcelona, 496 pp.
ISBN: 9788401022715


Natalia, conocida periodista en Gernika, es arrollada por el tren que cubre la línea de Urdaibai. El conductor de la máquina es su marido. El comisario de la localidad, su amante. La víctima ha sido fijada a la vía con un delicado tulipán entre sus manos. La flor, de un intenso y brillante rojo, es tan hermosa como imposible de encontrar de forma natural en el mes de noviembre. La escena, cuidadosamente preparada, ha sido retransmitida en directo a través de su Facebook. La Unidad Especial de Homicidios de Impacto, con Ane Cestero al frente, tendrá que dar caza a un asesino complejo e inteligente, capaz de rivalizar con los ritmos de la naturaleza que desde siempre han gobernado en Urdaibai.

La muerte hace a todos iguales

La danza de los tulipanes comienza de una forma impactante, tanto, que piensas que es imposible que pueda mantenerse toda la trama a la misma altura, y te equivocas claro, porque si hay algo característico de esta novela es que no decae en ningún momento, no aburre, no cansa, no decepciona y… no te da ni un minuto de tregua.
Si la estructura de la novela ha despertado en mí ecos de otras, todo lo contrario ha sucedido con la trama, original y compleja y que, a pesar de ello,  acaba encajando de manera magistral.

Anne, a la cabeza de un grupo especial, en una carrera profesional brillante ganada a pulso por méritos propios, aunque no todos tengan la misma impresión, es un personaje  fuerte aún en esas debilidades que a veces, inevitablemente ciegan su objetividad profesional, una mujer valiente y aguerrida que toca la batería como evasión, como lucha contra el estrés, como otras se sumergen en el mar de noche o surfean sobre las olas más altas, como otros escalan...  Y es que todos necesitamos desconectar, incluso los héroes de novela, incluso los héroes en los que se basan estos personajes.

Dirigir un grupo no es solo dar órdenes, sino saber cómo darlas.

Anne y sus amigas, Anne y sus compañeros, todos y cada uno de ellos, incluso los padres de Anne, incluso algunos personajes menos comunes encerrados en sus clausuras, me han resultado creíbles, he visto en ellos a muchos de los que podéis encontrar en vuestro día a día, he recocido en ellos a más de uno de los que he conocido en mi vida.
Y si los personajes son creíbles no son menos contundentes los paisajes que el autor describe con maestría, detenimiento y sin duda con el cariño que le despiertan y el profundo conocimiento sobre ellos que se le intuye.
Los asesinatos que se suceden uno tras de otro a lo largo de la novela son crímenes meditados, planeados y ejecutados a la perfección por una mente enferma cuya identidad sospechamos a lo largo de las paginas en cada uno de los personajes y no se vosotros, pero yo me he ido equivocando, también,
una y otra vez. No conoceremos la identidad de esta mente perturbada hasta el final de la novela y lo mismo podríamos decir de sus razones, pues a pesar de los indicios que el autor desliza de forma precisa hay algo que no acaba de encajar, porque los motivos no están tan claros hasta que Ibon decide que lo estén y cuando llega ese momento has sido casi capaz de entender al autor, o al menos entender sus motivaciones, porque en esta historia, cada uno tiene sus motivaciones, amparadas en lo humano o en lo divino, pero hay cosas que por mucho que uno se empeñe jamás llegaran a tener justificación.

Me había convertido en Dios. Decidía quién debía vivir y quién no.

En la novela se mezclan los crímenes, el tráfico de drogas, los malos tratos, la corrupción policial y un maravilloso tratado de floricultura, porque en esta novela, la importancia de los tulipanes va mucho más allá del título.
Descubrir a este autor y descubrir su novela ha sido, realmente una grandísima y gratísima experiencia, la novela es una obre de ingeniería mecánica que funciona de manera perfecta, que te mantiene en vilo hasta las últimas líneas y que finaliza de la única manera en que puede cerrarse el circulo. Una novela para disfrutar, para evadirse y desde luego para no dejar pasar.

Nunca lo sabrá. No quiere saberlo. La verdad podría ser dolorosa. No puede arriesgarse a que sea diferente a la que se ha formado a lo largo de tantos años de sufrimiento.

jueves, 17 de septiembre de 2020

El mentiroso

Santiago, Mikel (2020)

El mentiroso

Ediciones B, Barcelona, 480 pp.

ISBN:     9788466667449

 


Hay novelas imposibles de abandonar una vez leídas las primeras páginas. Historias que reinventan el suspense y hacen dudar al lector cada vez que termina un capítulo. En este thriller absolutamente original y adictivo, Mikel Santiago rompe los límites de la intriga psicológica con un relato que explora las frágiles fronteras entre el recuerdo y la amnesia, la verdad y la mentira.

En la primera escena, el protagonista despierta en una fábrica abandonada junto al cadáver de un hombre desconocido y una piedra con restos de sangre. Cuando huye, decide tratar de reconstruir él mismo los hechos. Sin embargo, tiene un problema: no recuerda apenas nada de lo ocurrido en las últimas cuarenta y ocho horas. Y lo poco que sí sabe es mejor no contárselo a nadie.


Así arranc
a este thriller que nos traslada a un pueblo costero del País Vasco, entre sinuosas carreteras al borde de acantilados y casas de muros resquebrajados por las noches de tormenta: una pequeña comunidad donde, solo aparentemente, nadie tiene secretos para nadie.

 

- Decir la verdad. Siempre dicen que es lo más fácil, pero no estoy de acuerdo. La verdad es lo más difícil de sacarse del alma.

                                                                          

La primera vez que leí a Mikel Santiago, hace ya algunos años, me sorprendió qué la trama de “La última noche en Tremore Beach” me recordara tanto a un autor al que había profesado verdadera admiración durante mi adolescencia. No debí  ser la única pues muchos llamaron a Mikel el Stephen King de Barakaldo. Han pasado varios años y varias novelas que he tenido el placer de disfrutar y he de reconocer que sin perder la esencia de aquella primera historia, Mikel cada vez se parece menos a Stephen King para parecerse más a Mikel Santiago.

Creo, y esa es mi opinión personal, que Mikel ha ganado en madurez y en esta historia percibo más


seguridad, y poso de realidad que en todas las anteriores.

Pero si hay algo que no ha variado es la maestría del autor para construir tramas solidas y sorprendentes, con personajes perfecta y coherentemente construidos.

Mikel sigue siendo un perfecto ensamblador de piezas, un magnifico contador de historias, un experto autor de thrillers.

Aunque en esta novela renuncia, relativamente,  a los elementos fantásticos, tan patentes en sus dos primeras novelas, la amnesia le permite moverse entre la realidad y la ficción, entre la verdad y la mentira, entre el recuerdo y la construcción del recuerdo, porque al fin y al cabo, como decía García Márquez  “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla” , y si de forma natural todos reconstruimos lo que fuimos, que no haremos cuando algo nos impide incluso tener puntos de anclaje sobre los que reconstruirnos…

Alex es un maestro de la mentira, un hombre al que la vida le ha obligado a desarrollar una agilidad excepcional para el fingimiento y el disimulo, un hombre al que las circunstancias de su existencia han obligado a moverse como pez en el agua entre la verdad y la mentira, un hombre al que, precisamente esa capacidad de mentir le hacen mas fácil enfrentarse a una situación que al común de los mortales nos dejaría absolutamente fuera de juego.

Y esa personalidad mentirosa, que en principio representa una ventaja, va poco a poco convirtiéndose en una carrera llena de obstáculos.


Una amnesia de fuga, creo que la llamo. Cuando prefieres olvidar a recordar lo que has visto.


Y, como esa casa, asomada al mar, a la que los embates del viento y el agua van ahondando las grietas que amenazan con hacer caer. Las mentiras que Alex va construyendo una sobre otra y otra, amenazan con hacer que su vida "perfecta" vinculada a través Erin  a la "alta sociedad" de Ilumbe se desmorone como un castillo de naipes sin que siquiera sea consciente de porqué.

 

La gente construye su mundo sobre cosas objetivas. Un trabajo. Un hogar. Conducir un coche. No puedes permitir que todo se derrumbe a la vez. Al menos, yo no estaba dispuesto a hacerlo. No todavía.

 


He disfrutado con la magnifica descripción de esos paisajes del Norte que Mikel tan bien conoce y cuyo cariño trasciende las página, he gozado de los personajes desde el primero al último, de Ane, de Mirari, de Joseba, de Dana, de Carlos… e incluso de Denis y de Félix, aun no siendo “buenos personajes”,  he sonreído con los guiños que Mikel hace a la escritura y a los escritores, a las editoriales e incluso, me atrevo a decir a su propia editora. Y me ha conmovido el pasado del protagonista, un pasado marcado por los abandonos y las ausencias, un pasado que, inevitablemente marca el presente del protagonista.

 

Con 18 años en imposible saber muchas cosas, cómo que siempre hay un “jefe” esperándote en todas partes. Cómo dice Bob Dylan: “ you have to serve somebody”-, o qué los que dicen que el dinero no da la felicidad nunca han sido pobres.  Aunque también es cierto que a los 18 somos mucho más listos que algunas cosas, sobre todo en los relativos los gilipollas.

 


La novela arranca con una escena potente que te mete de lleno en la historia y que avanza in crescendo envolviéndote en la incertidumbre del protagonista, que no deja de ser la nuestra hasta la última página; una historia que no da tregua en ningún momento, que obliga a  leer sin pausa, a sospechar de todo y todos  y a errar el tiro una vez tras otra.

 

Es como esas veces que abres los ojos en medio de la noche y no sabes dónde estás. Esperas un poco y la información se va reconstruyendo ante ti.

 


El mentiroso es una novela que he disfrutado de la primera a la última línea, en la que la trama me ha envuelto, si,  pero en la que también me ha conmovido ese cariño y ese respeto del autor a la tierra y a las personas que lo habitan, una ternura, la de los personajes del abuelo y la madre que han traspasado las paginas para tocarme inevitablemente la fibra sensible.

Las expectativas con las que comencé la lectura, que ya eran altas no se han visto mermadas, todo lo contrario, y es que Mikel es un autor que no defrauda, un autor al que siempre merece la pena leer.

 

No siempre consigues lo que quieres, pero a veces consigues lo que necesitas.

lunes, 14 de septiembre de 2020

La buena suerte


Montero, Rosa (2020)
La buena suerte
Alfaguara, Madrid, 328 pp.
ISBN: 9788420439457

«La alegría es un hábito.»
¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende acabar con ella? Tal vez esté huyendo de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino le ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza. Por delante de su casa pasan trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los perseguidores estrechan el cerco. La perdición parece estar más próxima cada día.
Pero este hombre, Pablo, también conoce gente en aquel lugar maldito, como la luminosa, incompleta y algo chiflada Raluca, que pinta cuadros de caballos y tiene un secreto. Allí todos arrastran algún secreto, algunos más oscuros y peligrosos que otros. Y algunos simplemente ridículos. También hay humor en ese pueblo triste, porque la vida tiene mucho de comedia. Y gente que finge ser quien no es, o que oculta lo que planea. Es el gran juego de las falsedades.
Un mecanismo de intriga hipnotizante desvela poco a poco el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que somos, una radiografía de los anhelos humanos: el miedo y la serenidad, la culpa y la redención, el odio y el deseo. Esta novela habla del Bien y del Mal, y de cómo, pese a todo, el Bien predomina. Es una historia de amor, de amor tierno y febril entre Raluca y el protagonista, pero también de amor por la vida. Porque después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo, y porque la suerte sólo es buena si decidimos que lo sea.


Se diría que este hombre no ha logrado un acuerdo con la vida, un acuerdo consigo mismo, lo cual, a estas alturas ya todos lo sabemos, es el único éxito al que podemos aspirar: a llegar como un tren,  cómo este mismo tren, a una estación aceptable.

Hace algunos años, antes de que mis gustos literarios se inclinaran claramente por la novela negra,
Rosa Montero, Carmen Martin Gaite y Ana María Matute eran, entre otras, escritoras disfrutaba en todas y cada una de sus historias y de las que cada nueva novela era un verdadero regalo
Estos tiempos quedaron atrás y, para nuestra desgracia, Carmen Martin Gaite y Ana María Matute nos dejaron hace años, por suerte Rosa Montero sigue deleitándonos con sus letras y regalándonos maravillosas historias como la que hoy nos ocupa.
He de reconocer que cuando leí la sinopsis y vi la portada hubo algo que no me cuadraba, n o entendía el porqué de esa imagen de mujer. Una vez acabada la lectura debo confesar que ninguna otra me hubiera parecido más adecuada y es que esta imagen es pura belleza, como lo es el personaje de Raluca, uno de esos personajes que son luz, uno de esos personajes que te alegran la vida.
Rosa ha escrito una novela de supervivientes, una novela de segundas oportunidades, una novela sobre esas personas que tras cada varapalo, son capaces de volver a levantarse, haciéndolo incluso con más fuerzas y de aquellas otras que tras un revés, pierden el control con que ordenan su existencia encontrándose de repente en medio de un mundo hostil en el que no son capaces de manejarse y en el que solo queda la opción de empezar de nuevo o dejarse ir.

Lo más importante, se dice ese niño qué ahora es ese hombre, es tener siempre el control. Qué es justo lo que ahora se le escapa.

Ha escrito también una novela sobre el miedo, sobre las reacciones que provoca en nuestras vidas,   nuestros actos, sino incluso en nuestros sentimientos y pensamientos.
sobre su forma de determinarnos, no solo en

El miedo es como una piedra que acarreas dentro del estomago. Día tras día vas tragando tu maraña de temores igual que los gatos se tragan sus pelos, hasta que acaban por formar una bola en la barriga, una densa pelota qué produce ganas de vomitar y que te obliga a caminar un poco encorvado, cómo esperando un golpe. El miedo es un parasito, un invasor. Un vampiro que te chupe los pensamientos, por qué no puedes alejar de tu cabeza. E incluso sí, en un raro momento de tregua, consigues olvidar por un instante tu miedo, siempre queda cierta pesadumbre pendiente sobre ti, una vaga premonición de riesgo y de desgracia. No hay manera de librarse por completo de él.

Y ha escrito, además, una novela sobre la culpa que nos reconcome y nos determina y que nos ahoga a veces, hasta no dejarnos respirar.

A Pablo la amarga, le obsesiona no haber sido capaz de quererla mejor. Quererla a la altura de lo que de verdad la quería.

La autora ha construido una maravillosa novela de personajes llenos de matices, personajes reales llenos de luces y de muchas más sombras. Unos personajes de los que nos va dosificando la información, de los que nos va desgranando, a cuentagotas, un pasado que determina su presente, un pasado del que no somos capaces de separar la parte real de esa parte “ficticia” que a veces inventamos para “dulcificar” nuestras vivencias.
Hay personajes, así como hay personas, que ven la vida en color aunque su pasado haya sido negro, su presente sea gris y su futuro vire a gris oscuro y hay personajes, tantos como personas que ven la vida de color negro aunque su presente asemeje el  mismo arcoíris y hay personas ancladas en el resentimiento que, hasta de las buenas rachas de la vida se empeñan en encontrar el lado más amargo y si no lo hay, se lo inventan.

Pero Pablo, es que sí solo has conocido el daño, crees que eso es lo normal. Déjala que conozca otra vida. Seguro que tendrá buena suerte, como yo. ¿Sabes que? Esa niña va a saber por primera vez lo que es dormir sin miedo.

Hay personas qué, aun con todo lo malo que les ha tocado vivir, son siempre capaces de encontrar la parte positiva que les permita avanzar y hay personas a quienes lo malo les paraliza, les vuelve la vida del revés y les lleva, irremediablemente al borde del abismo.
Hay personas que se enfrentan al presente pintando el cielo de colores y hay personas que en vez de enfrentarse al presente huyen de él, sin ser conscientes de que no se puede huir de uno mismo, que los errores, las culpas, los miedos y nuestros fantasmas van con nosotros donde quiera que vayamos.

- Mira, a mi edad he llegado al convencimiento de qué la gente no se dividen entre ricos y pobres, negros y blancos, derechas e izquierdas, hombres y mujeres, viejos y jóvenes, moros y cristianos- dice al fin-: No. En lo que se divide de verdad la humanidad es entre buena y mala gente. Entre las personas que son capaces de ponerse en el lugar de los otros y sufrir con ellos y alegrase con ellos y los hijos de puta que solo buscan su propio beneficio, qué solo saben mirarse la barriga. Esos que son capaces de vender a su madre, ya me entiendes. Luego, entre los buenos, algunos son buenísimos, y  entre los malos algunos son malísimos.

Y estos dos polos que son opuestos son los protagonistas de esta historia, Raluca y Pablo, dos personas que se encuentran en un lugar atípico y forjan una relación asimétrica en la que uno se “desnuda” y el otro se esconde, en el que a base de tesón y de buena o mala suerte, depende de quién lo cuente, se acaba forjando una alianza de vasos comunicantes, en los que una parte de cada uno de ellos incide irremediablemente en el otro.
En un  paisaje desolado y desolador y con unos personajes rotos, la autora construye una preciosa novela que nos habla de la culpa, el dolor, el abandono y el abuso, pero también del amor, de la solidaridad, de la supervivencia y ante todo y sobre todo de esa redención a la que todos tenemos derecho.

Es tan dichoso qué a veces se angustia. No puede ser que todo esté saliendo tan bien: teme qué la
desgracia se abata sobre él como un relámpago.

Es una novela deliciosa, escrita de manera magistral, con tantas frases grandiosas, tantos pensamientos sublimes y tantas reflexiones certeras que, en mi costumbre de anotar las frases que me hablan directamente, que tienen algo que ver con mi realidad o que me llevan a reflexionar, casi me han obligado a apuntar frases, cuando no párrafos completos en casi cada página.
No perdáis la oportunidad de acercaros a la prosa de Rosa Montero, no os perdáis el privilegio de conocer a un personaje como Raluca, os aseguro que no os vais a arrepentir.

Ser otro es un alivio. Escapar de la propia vida. Destruir lo hecho. Lo mal hecho. Si tan solo pudiera formatear su memoria y empezar de cero.

jueves, 10 de septiembre de 2020

La carcel


G. García, Alicia (2020)
La cárcel  (Novela Ganadora del Premio Internacional de Narrativa Marta de Mont Marçal 2020)
Roca Editorial, Barcelona, 272 pp.
ISBN: 9788417968144

Valeria, una de las concursantes del reality show La Cárcel, aparece muerta en su celda. En medio del estupor y el caos inicial, Vera, la directora de producción, toma las riendas y piensa que, cueste lo que cueste, hay que mantener la noticia en secreto hasta que acabe el programa, un mes.
Antonio, el director del programa, y Claudia, la redactora que ha descubierto el cadáver, creen que va a ser imposible mantener el secreto, además de que éticamente les parece deleznable. Solo Alina, la ayudante de dirección, confía en el poder de Vera y la capacidad de manipular al público y llevarlo por donde los guionistas quieren.
Así, tras unos cuantos cambios de guion y varias llamadas telefónicas, dan los resultados esperados y los únicos que, con mucha discreción, se pasean por el escenario del crimen son los subinspectores de la policía Rodrigo Arrieta y Alejandro Suárez.
Repetidas visitas a las oficinas, las entrevistas al personal y la necesidad de que alguien le guíe por aquellos pasillos favorecen la relación entre el subinspector Arrieta y Alina, quienes acaban buscando excusas para sus encuentros.
Muy poco a poco, en una investigación que avanza lenta, la policía descubre pistas como que la víctima fue envenenada, que tres de los concursantes entraron en el programa porque fueron falseadas sus puntuaciones, que alguien trató de chantajear al director de contenidos y al director del programa… pero los hallazgos aportan más bien poco a la cuestión del asesinato.
Y de repente, aparece un segundo concursante muerto. No puede ser una casualidad, porque el informe médico dice que lo han envenenado con la misma sustancia que a Valeria.
Una flor que alguien deja en el armario del concursante muerto se convierte en la única pista para que el subinspector Arrieta pueda desenmascarar al asesino.


Necesitamos un pequeño repunte en la audiencia, el programa va por la mitad de su emisión y siempre se suele sufrir una pequeña bajada; los espectadores se cansan, el formato ya deja de ser original y hay que darles un extra.
—¿Y es así de fácil?
—Nada es fácil, se trata de motivar a mucha gente, de ofrecer algo que los entretenga, que los intrigue, que los lleve a comentarlo al día siguiente en el trabajo o cuando van a dejar a sus hijos al colegio.
—Vidas de otras personas que te evadan de la tuya.

La novela que hoy me ocupa es la novela ganadora del  VII Premio Internacional de Narrativa Marta de Mont Marçal 2020. Es la tercera novela que leo de las galardonadas en este premio, tras Caída libre y La esperada Lluvia y no tiene en común con ellas ni genero, ni estilo, ni tema, pero si una enorme calidad literaria que, como en las anteriores, he encontrado en esta.
Más allá de la trama negra y la ambientación de la misma apegadísima a la realidad audiovisual de nuestro tiempo, he encontrado una crítica feroz a la sociedad actual, a las mentiras que nos venden los medios, al mundo impostado de los ricos, al chantaje, al submundo de la drogadicción, de la prostitución y del narcotráfico.
El mundo de los Reality Shows no es un fenómeno reciente. Hace 20 años que nos vendieron la llegada de “Gran hermano” como una revolución de la televisión, como un experimento sociológico que a mí no me parece tal, pero bueno, para gustos los colores.
Desde aquel primer formato los Realitys se han generalizado en todas las cadenas televisivas y con los  más diversos trasfondos, cada vez más extremos y/o crueles, granjas, islas desiertas, islas nudistas, islas tentadoras…
Pero la tele realidad viene de mucho más atrás, de aquellos programas en los que los invitados contaban retazos de sus vidas, cuanto más truculentos mejor, que pretendían reencontrarse con quien en ocasiones no quería ser “reencontrado” o sorprendido o eran destinatarios de una carta anónima… Una moneda lanzada a cara o cruz por los interpelados, con consecuencias, en algunos casos deleznables, no hemos más que pensar en Ana Orantes o en Svetlana Orlova.
El hecho es que la evolución de este tipo de televisión me parece una involución y me temo que el argumento de la cárcel como tema de un Reality no se aleja de lo que buscan las cadenas, porque, independiente de los crímenes que Alicia relata, para este tipo de programas esta situación de aislamiento y castigo continuo daría muuucho juego y el trasfondo de un penal aun no ha sido explotado.
He de reconocer que no soy seguidora de este tipo de programas y que más allá de la curiosidad que me produjo la primera edición de gran hermano, la vergüenza ajena que me producían ciertas (muchas) de las situaciones vividas por los concursantes, hicieron de mi una espectadora fugaz.

Desde esa noche, cada movimiento, cada palabra, cada gesto de los jóvenes fue analizado con detalle por seudoperiodistas dedicados a comentar las miserias humanas.

Mi desencanto, además, se debe a muchos de los apuntes que hace la autora a lo largo de las páginas de su novela, que me creo la mitad, que considero que, a menudo, el espectáculo es mayor que la verdad que debería haber en un formato de este tipo y que ello supone la manipulación de los espectadores y  la impostación de situaciones y concursantes.

Incluso los absurdos figurantes, actores que trataban de abrirse un hueco en el mundo de la
televisión, representaban su papel sin dudar; todo el esfuerzo para ofrecer al telespectador una mentira, una mentira que la audiencia admitía como tal, pero que deseaba seguir observando.

La autora disecciona los entresijos de voluntad de cada uno de los protagonistas de esta historia y no solo de los concursantes. Conocemos las motivaciones del productor, del director, del presentador y de todos aquellos que se mueven por los oscuros pasillos del plató y por los aun más oscuros circuitos en los que circula el poder, el chantaje, las trampas…

Todo el ajetreo se debía al directo de aquella noche. Cada toma, cada escena, cada instante revestido de improvisación, pero sostenido por una preparación y planificación al segundo.

Estamos ante una novela que se desarrolla a un ritmo más que ágil, con capítulos cortos y salpicados de diálogos certeros y acertados y cuya cadencia solo se ve interrumpida por ciertos pasajes en los que se nos pone sobre la pista de un personaje ajeno a la trama principal pero que será determinante para entender esta.
Estamos, sin duda, ante una novela más compleja de lo que pudiera parecer en principio, construida de manera coherente y cohesionada y con un plantel de personajes sólidos y creíbles, alguno de los cuales he llegado a odiar profundamente, otros, como Vera, que me han producido una repulsa inmediata y alguno como Rodrigo y Alina se han ganado mi simpatía.

Para aquellos dos seres, la diferencia entre el bien y el mal no existía, sus escalas de valores se encontraban alejadas de la mayoría de los mortales, guiadas por una necesidad enfermiza de poder y prestigio que podrían llevarlos a cometer la mayor de las aberraciones.

La cárcel es, sin duda, una novela  a la que merece la pena acercarse, por su originalidad, por su calidad y por los retos éticos que plantea.

—Los personajes televisivos se crean y se destruyen a conveniencia —explicó Vera—, la audiencia se nutre de aquello que le ofrecemos. —Y que la publicidad subvenciona —apuntilló Antonio con amargura.

martes, 8 de septiembre de 2020

Seguiré tus pasos


Santos, Care (2020)
Seguiré tus pasos
Ediciones Destino, Barcelona, 512 pp.
eBook
ISBN: 9788423357420

Reina, una mujer acostumbrada a tomar sus propias decisiones, recibe una llamada inesperada que puede cambiarlo todo: ha aparecido una carta repleta de secretos que su destinataria nunca leyó y que revela una nueva verdad. Al mismo tiempo, alguien pretende abrir la tumba  de su padre, José Gené, muerto en extrañas circunstancias hace más de cuarenta y cuatro años en un pueblo de los Pirineos.
La historia de su padre, y de aquellos que lo rodearon, llevará a la protagonista hasta Conques, una pequeña localidad de la provincia de Lleida, pero también a un día de un pasado lejano, el 26 de enero de 1939, cuando las tropas de Franco tomaron Barcelona. Un día de vencedores y vencidos después del cual nada volvió a ser como antes.
Care Santos reflexiona sobre la necesidad de conocer la auténtica verdad que esconde nuestro pasado en una novela absolutamente fascinante.
Nunca estamos preparados para saberlo todo.


Pero supongo que el pasado no se puede escoger. Y Aurora, rotunda como ella la recordaba: —¡Ya lo creo que sí! El pasado depende de ti, cariño. Eres tú quien escoge lo que quiere hacer con él.

Hace más de dos años que leí y compartí mi opinión sobre "Todo el bien y todo el mal", primera parte de la biología de Care Santos. Tal vez parezca que ha pasado demasiado tiempo hasta llegar a seguiré tus pasos, pero lo cierto es que la espera ha merecido la pena.  Nada más comenzar la primera página he sentido el subido de reencontrarme con Reina, esa mujer que después de tantos meses aún estaba fresca en mi memoria.
Si en la primera parte conocimos a una Reina anclada al presente que apenas abre resquicios a ese pasado que pueda acercarnos a su historia, en esta, los ojos se vuelven al pasado, recuperando personajes apenas esbozados en Todo el bien y todo el mal. Un pasado que se hace presente, no hay más remedio, y en el que la autora nos permite conocer los orígenes de Reina, la tortuosidad de ese pasado que siempre le fue hurtado, porque hay cosas que es mejor olvidar aunque sean mentira.
Sigue siendo esta una novela de padres e hijos, de relaciones familiares no siempre idílicas y en muchos casos desconocidas y a menudo silenciadas, historias familiares basadas en suposiciones, malentendidos,  verdades tergiversadas o, simple y llanamente, mentiras.

Reina nunca cuestionó nada, como nadie cuestiona lo que le cuentan de niño. La versión de su madre era la única posible.

Y Reina sigue siendo Reina, autosuficiente, reservada, desapegada y un poquito, bastante, obstinada. Y sigue escondiendo sus pensamientos y más aun los sentimientos.
Pero su facilidad para escabullirse de las relaciones interpersonales choca de frente con la forma de relacionarse en las pequeñas comunidades como Conqués, donde todos se conocen, para bien o para mal, donde la dueña de una casa rural se comporta como una madre amantísima, donde el “rarito” es dueño de un pueblo completo y donde la encargada del bar es la guardiana de secretos y la expendedora de habladurías.
Si en la novela anterior Care nos hacía plantearnos una ingente cantidad de dilemas morales, no lo es menos en esta ocasión. Aborda, sin paños calientes, los abusos durante los meses previos a la Guerra Civil, durante la misma y, más aún, durante la posguerra. La entrada en Barcelona en la que los ganadores, como en otras zonas de España, tuvieron la oportunidad de resurgir de las cenizas de la guerra a costa de pasar como apisonadoras por encima de quienes lo perdieron todo. Los estragos de la guerra que pueden arrasar el espíritu y el amor de personas naturalmente nobles. La codicia y el ansia de poder de quien tiene en sus manos la vida, no solo material de sus semejantes…

Al comienzo lo contaban como si fuera un cuento o una pesadilla: unos desconocidos paraban un coche frente al portal de una casa cualquiera, entraban en ella y se llevaban al primer hombre que encontraran dentro, y a esa persona nadie volvía a verla nunca más.
Patrullas de control, las llamaban. Decían que los llevaban a la carretera de la Rabassada, donde los hacían salir y los tiroteaban sin más motivo que haberlos visto un día entrando en misa o haber sabido que tenían amistad con algún sacerdote. Excusas para ocultar la rabia de siempre: la de los pobres contra los ricos, la de quienes nada tienen contra quienes tienen de más, la de quienes piensan de un modo contra quienes creen en lo contrario.

Care nos pone frente a lo peor del ser humano en la peor de las situaciones y las consecuencias que,  
siendo insignificantes para quien las provocan, son determinantes para quien las sufre. Y nos pone también frente a esa capacidad del ser humano de sobreponerse a las peores circunstancias, de sobreponerse y de reinventarse, para poder seguir viviendo, a pesar de todo. Y si los hombres tuvieron que sobreponerse a lo vivido en los campos de batalla no fue menos la capacidad de reacción de las mujeres que quedaron en la retaguardia y a las que la autora hace en sus páginas un gran homenaje.

Tardó unos cuantos años en comprender que el silencio no es una forma de olvido, sino de irresponsabilidad. Que en realidad la Guerra Civil solo había acabado para quienes sacaban algún beneficio del silencio. Que no quedaban tantos años para buscar respuestas antes de que llegara más olvido, más oscuridad. Antes de que fuera irreparable. Que desenterrar el pasado la ayudaría a entender y a encajar las piezas del rompecabezas de su presente.

Una historia llena de silencios familiares que se van llenando de palabras, a  través de los recuerdos de quien aún recuerdan. Porque también afronta la autora la carga del alzhéimer  en los que conviven con él, esa enfermedad que borra lo que fuimos al borrar de nuestra mente todo aquello que vivimos.

Ya no queda nada de ella. Solo un caparazón aferrado a la vida. Incluso la música se ha vuelto un ruido sin sentido.

Ha sido una lectura magnifica, como todas las que he realizado de la autora que, sin duda, sigue siendo una de mis preferidas y de la que espero no tardar mucho en volver a disfrutar de una nueva historia.

El silencio es un modo de relacionarse con el pasado. Muy común, me temo. Toda una generación, puede que dos, guardaron silencio. Lo que ocurrió era demasiado terrible para hablar de ello.

lunes, 7 de septiembre de 2020

El caso Hartung


Sveistrup,  Soren (2019)
El caso Hartung
Roca Editorial, Barcelona, 528 pp.
ISBN: 9788417305659

Una ventosa mañana de octubre en un tranquilo suburbio de Copenhague, la policía realiza un terrible descubrimiento. Una joven ha sido asesinada y abandonada en un parque infantil. Le han amputado una mano y sobre el cadáver cuelga una pequeña figura hecha con castañas.
La joven inspectora Naia Thulin es la encargada del caso. Su compañero, Mark Hess, es un inspector descontento que recientemente ha sido expulsado de la sede central de Europol, en la Haya. En la figura de castañas descubren una misteriosa huella que les llevará a una niña, la hija de la ministra de Asuntos Sociales Rosa Hartung, desaparecida un año antes y que presuntamente está muerta. Un hombre confesó el crimen en su momento y el caso consta como resuelto y cerrado desde hace varios meses.
Al cabo de poco aparece otra...

Los muertos no deben hacer sombra a los vivos. Eso era lo que habían repetido los psicólogos y los terapeutas y, en este momento, todas y cada una de las fibras de su cuerpo le decían que tenía razón.

Esta es una de esas novelas que están en la estantería esperando su turno de lectura y que cada vez que tus ojos tropiezan con ella eres consciente de que te estás perdiendo una buena historia, pero los libros que van llegando se van colocando por delante y la novela queda relegada a un momento propicio que, por fin, llegó en estos extraños meses de confinamiento.
Esta historia llevaba esperando su turno desde el año pasado y confieso que, al finalizar, su lectura no he podido más que arrepentirme de no haberlo leído antes.

Los protagonistas no son una pareja típica, ni siquiera son investigadores típicos; de hecho, en lo profesional son una pareja que lejos de estar motivados por resolver el caso que llevan entre manos están más preocupados por escapar, cada uno por sus motivos y motivaciones de su situación actual.
En lo personal Naia es una mujer independiente, en lo profesional, una mujer decidida acostumbrada a trabajar en un mundo de hombres y muy bien considerada en un puesto en el que se considera estancada y para la que una muerte, solo es la oportunidad de resolver un caso rápidamente y poder emigrar a otros destinos profesionales que le resultan mucho más atractivos.

Si quieres hacer el papel de machito alfa con pasado misterioso, adelante. Hay tantos tipos así en comisaría que podrían  montar un equipo entero de futbol sin problema.

Hess, por su parte, es un hombre taciturno y poco comunicativo. Un policía acostumbrado a trabajar
solo y sin supervisión, en casos internacionales en los que poder ser absolutamente independientes. Para él, resolver el caso que le encomiendan con una compañera que no conoce, a la que no tiene interés en conocer y por la que no hace nada por coordinarse, solo es la opción de volver a su destino anterior, a su zona de confort.

Lo bueno de su trabajo es que nadie le controla. El sistema es tan enorme y laberíntico que es fácil escabullirse.

El único problema es que ambos son dos profesionales competentes, a los que no les gusta dejar cabos sueltos. Son una pareja que en lo personal no son tan capaces, también he de decirlo, pero siempre he defendido que para trabajar con alguien no es necesario que te caiga bien y este es un magnífico ejemplo. Thulin y Hess, a su pesar, son una pareja de investigadores capaces de compenetrarse y trabajar en un caso, el que les ocupa, no tan sencillo como parecía en inicio y que además parece relacionado con otro que se resolvió, aparentemente en falso, convirtiéndose  en el primero de unos cuantos crímenes semejantes.
Y es esa incesante búsqueda de la verdad lo que les lleva a nadar contracorriente, enfrentándose a compañeros y superiores… y es que a nadie le gusta que le recuerden que no ha llevado a cabo su trabajo correctamente.

-              ¡Es mi obligación! quien tiene conocimientos acerca de algo está obligado a compartirlo con el otro. Lo siento mucho, pero es lo que hay, no puedo remediarlo.

Y aquí es cuando realmente comienza la investigación, una trama que, a pesar de sus más de 500 páginas se lee en un suspiro, porque la historia no te permite pausas, porque cada pista te lleva a una nueva encrucijada, porque cada crimen está relacionado, pero no eres capaz de ver cómo sino a través de los ojos de los protagonistas.
Las muertes son crueles, al más puro estilo de las novelas nórdicas, y la trama es igual de compleja que éstas. El final inesperado y la relación entre la trama y el titulo que no se descubre hasta los últimos capítulos de la novela hacen que me haya parecido una lectura redonda.
No conocía a su autor ni las series que ha creado, pero estoy segura de que si su trayectoria como escritor continua yo le seguiré como lectora. Ha sido sin duda una de las novelas del estilo de las que disfruto “como una niña pequeña”.

Lo que había hecho siempre era huir. Había corrido lo más rápido que había podido, con la oscuridad pisándole los talones. Y algunas veces lo conseguía. Cuando se instalaba en los pequeños oasis que le ofrecían ciertas ciudades europeas y su cabeza podía concentrarse en las nuevas impresiones y retos. Pero la oscuridad siempre acababa alcanzándole y se fusionaba con los recuerdos y las caras muertas que se acumulaban en su cabeza.

jueves, 3 de septiembre de 2020

El jardín de los espejos

Ruiz, Pilar (2020)

El jardín de los espejos

Roca Editorial, Barcelona, 480 pp.

ISBN: 9788417541088

 


El monte de forma cónica, diferente a todos los del valle, guarda un tesoro en su interior: las magnéticas pinturas rupestres de las cuevas de El Castillo, creadas por el ser humano hace 30.000 años, junto a los valles del río Pas entre montañas verdes, muy cerca de la cueva mítica de Altamira. Las leyendas que atraviesan estas montañas y a sus habitantes salen a la luz en El jardín de los espejos.

En la actualidad, Inés llega desde Madrid con el encargo de documentar una futura película sobre la vida y la obra de un artista maldito obsesionado con las pinturas rupestres de la zona. Se aloja en "El jardín del alemán", una casona rural cerrada durante los meses de invierno y, en su investigación, descubre sucesos insólitos, apariciones, rituales antiquísimos, brujas clarividentes, recuerdos perdidos y un cuadro sin firma.

En 1949, Amalia huye de su marido y de sí misma para habitar esa misma casa, su mundo se ha venido abajo y no sabe cómo reconstruirlo. La única manera de descubrir su camino es pintar un cuadro en el que aparece una mujer misteriosa, a la que nadie más ha visto.

Y en 1919, en la misma casa, la fotógrafa Elisa espera la vuelta de su amante, uno de los participantes en la primera exploración de las cuevas de El Castillo que ha desaparecido en la Gran Guerra. Mientras, sigue haciendo fotografías, lo único que ha impedido que caiga en la desesperación.

El jardín de los espejos es una historia que entrelaza muchas otras como en un juego de espejos enfrentados, un cuento de hadas y de brujas, una leyenda antigua recuperada del olvido, que por fin sale a la luz para vencer al tiempo y al silencio.

 

«El arte completa lo incompleto, reconstruye lo destruido. Da sentido a lo que no lo tiene, incluso al dolor, incluso a la muerte. Quien mira encuentra, quien mira despierta del tiempo que es, que ha sido y será, verá más allá, hasta el tiempo en que Dios sea mujer.»



Cuando comencé la lectura de El jardín de los espejos tuve claro que esta historia iba a alejarse, no solo de las tramas, sino también del ritmo trepidante de las novelas negras que habían supuesto mis lecturas anteriores.

Esta novela se presta a una lectura lenta, pausada, como un paseo relajado que permite disfrutar de los paisajes que tan nítida y detalladamente describe la autora: los bosques, las cuevas, los ríos, las casas y las gentes... Un paisaje que es siempre el mismo y que no obstante varía si lo vemos a través de los ojos de Amalia, de Inés o de Elisa.  Como en un caleidoscopio, en que las piezas se unen o se separan para proporcionarnos una imagen distinta cada vez, pero compuesta en todos los casos por los mismos elementos.

Pilar compone una historia compuesta por tres historias, las historias de tres mujeres que, cada una a su manera, en su tiempo y por sus propias circunstancias buscan su libertad, su identidad, la forma de ser ellas mismas y que solo será posible rompiendo con el pasado.


Amalia, Inés y Elisa buscan cambiar su destino, ese destino que, a menudo, juega con nosotros, erigiéndose en un dios crudelísimo o magnánimo y que, a veces, provocamos o, más bien, intentamos, 
que juegue a nuestro favor sin ser conscientes de que la trampa puede hacernos pasar de tramperos a atrapados.


El mundo me abofeteaba gritando que la independencia por la que tanto había luchado, de la que tanto me enorgulleciera frente a mi madre, frente a Jim, frente a los militares en la guerra, no me había traído más que perdición. El sonido de las vueltas de llave con la que cerraban mi habitación era una voz cruel que me echaba en cara no haberme procurado algo o a alguien que me defendiera: ni marido, ni familia, ni amigos con influencia, mucho menos dinero. Una mujer sola está desamparada, gritaba ese mundo, mientras que un solo hombre, incluso un alfeñique como el doctor, podía destruir la vida de cualquier mujer si se lo proponía.



La autora reivindica el poder de la mujer, a través de la historia y pone en valor esa tradición matriarcal, que por mucho que nos empeñemos en ignorar existió y sigue existiendo en muchos puntos  de nuestra geografía.
 


Aunque los hombres y las mujeres de estas montañas hayan olvidado de dónde vienen y no recuerden que celebran a las diosas viejas y no a ningún santo, que esos vinieron después y se les pusieron encima como quien se echa encima un tabardo. Pero en días como hoy las Ancianas se despiertan, se escapan del monte donde duermen y sus espíritus que todo lo gobiernan se cuelan por las rendijas del tiempo, a veces se hacen de carne y pasean entre nosotros como una moza guapa que te lleva a los bardales para reírse de ti o un demonio que concede deseos o una osa que tumba colmenas y se come la miel. Algo de lo que viste sería eso… Piensa que también les gusta lanzar hilos de vidas que se cruzan y se lían como los de una madeja, confundiendo a los incautos, cambiándoles de día y de hora y hasta de año, haciéndoles ver gente muerta y cosas del pasado o del futuro. El tiempo se abre en brechas, sale de la cueva y se hace realidad como si se volviera loco.


Esta novela es un paseo por esa Cantabria mágica que te invita a mirar de otra manera, a leer con la
mente abierta, a volver a creer en leyendas, a sentir que la magia, llamémosla si queremos casualidad, aun existe, que nuestro conocimiento vital viene de mucho más atrás de lo que pensamos, que contamos con una sabiduría innata que viene de la tierra y de nuestros antepas
ados y que, como a estas tres mujeres conecta nuestras vidas y nuestros tiempos aunque a menudo no seamos conscientes. Y que todo lo que nos sucede, de una u otra forma no solo nos sucede a nosotros.



Entonces se pusieron en marcha mecanismos imposibles de controlar. Todos e
stamos relacionados, conectados y lo que le ocurre a uno influye en muchos otros, en una ecuación imprevisible que nos atraviesa como un rayo, juntándonos, separándonos, jugando con nuestros deseos y nuestras vidas.


La novela es un reconocimiento a la mujer y a la tierra,  pero es también un homenaje al mundo audiovisual y al arte en general, a la pintura, a la fotografía, a la literatura… y una crítica a la opresión que las mujeres han sufrido y siguen sufriendo y a aquellos que la provocan, a los que la autora describe de manera magistral.


Había un orgullo un tanto patético en aquella autoproclamación, la petulancia mezclada con rencor de los hombres nacidos insignificantes que han logrado hacerse un hueco entre los privilegiados.


La autora ha construido una historia original y sorprendente, una novela para disfrutar de la buena

literatura, para darse un respiro, para olvidarse de todo lo demás. Una novela que como lectora me ha  hecho viajar y como mujer me ha hecho reflexionar sobre la fuerza divina de la mujer que aún pérdida en el albor de los tiempos, aún se mantiene viva.


 Es imposible para mí saber qué has vivido en realidad, eso solo lo sabes tú y por mucho que intente ponerme en tu piel, es en vano. Incluso aunque creas que has sido rigurosa y fría en tu relato, sería solo una percepción tan engañosa como un espejismo. Yo no puedo reconstruir tu verdad porque tu relato siempre será subjetivo además de fragmentario y parcial. No es una crítica, solo te digo que la memoria no es más que una representación y nos juega malas pasadas a todas.