jueves, 10 de septiembre de 2020

La carcel


G. García, Alicia (2020)
La cárcel  (Novela Ganadora del Premio Internacional de Narrativa Marta de Mont Marçal 2020)
Roca Editorial, Barcelona, 272 pp.
ISBN: 9788417968144

Valeria, una de las concursantes del reality show La Cárcel, aparece muerta en su celda. En medio del estupor y el caos inicial, Vera, la directora de producción, toma las riendas y piensa que, cueste lo que cueste, hay que mantener la noticia en secreto hasta que acabe el programa, un mes.
Antonio, el director del programa, y Claudia, la redactora que ha descubierto el cadáver, creen que va a ser imposible mantener el secreto, además de que éticamente les parece deleznable. Solo Alina, la ayudante de dirección, confía en el poder de Vera y la capacidad de manipular al público y llevarlo por donde los guionistas quieren.
Así, tras unos cuantos cambios de guion y varias llamadas telefónicas, dan los resultados esperados y los únicos que, con mucha discreción, se pasean por el escenario del crimen son los subinspectores de la policía Rodrigo Arrieta y Alejandro Suárez.
Repetidas visitas a las oficinas, las entrevistas al personal y la necesidad de que alguien le guíe por aquellos pasillos favorecen la relación entre el subinspector Arrieta y Alina, quienes acaban buscando excusas para sus encuentros.
Muy poco a poco, en una investigación que avanza lenta, la policía descubre pistas como que la víctima fue envenenada, que tres de los concursantes entraron en el programa porque fueron falseadas sus puntuaciones, que alguien trató de chantajear al director de contenidos y al director del programa… pero los hallazgos aportan más bien poco a la cuestión del asesinato.
Y de repente, aparece un segundo concursante muerto. No puede ser una casualidad, porque el informe médico dice que lo han envenenado con la misma sustancia que a Valeria.
Una flor que alguien deja en el armario del concursante muerto se convierte en la única pista para que el subinspector Arrieta pueda desenmascarar al asesino.


Necesitamos un pequeño repunte en la audiencia, el programa va por la mitad de su emisión y siempre se suele sufrir una pequeña bajada; los espectadores se cansan, el formato ya deja de ser original y hay que darles un extra.
—¿Y es así de fácil?
—Nada es fácil, se trata de motivar a mucha gente, de ofrecer algo que los entretenga, que los intrigue, que los lleve a comentarlo al día siguiente en el trabajo o cuando van a dejar a sus hijos al colegio.
—Vidas de otras personas que te evadan de la tuya.

La novela que hoy me ocupa es la novela ganadora del  VII Premio Internacional de Narrativa Marta de Mont Marçal 2020. Es la tercera novela que leo de las galardonadas en este premio, tras Caída libre y La esperada Lluvia y no tiene en común con ellas ni genero, ni estilo, ni tema, pero si una enorme calidad literaria que, como en las anteriores, he encontrado en esta.
Más allá de la trama negra y la ambientación de la misma apegadísima a la realidad audiovisual de nuestro tiempo, he encontrado una crítica feroz a la sociedad actual, a las mentiras que nos venden los medios, al mundo impostado de los ricos, al chantaje, al submundo de la drogadicción, de la prostitución y del narcotráfico.
El mundo de los Reality Shows no es un fenómeno reciente. Hace 20 años que nos vendieron la llegada de “Gran hermano” como una revolución de la televisión, como un experimento sociológico que a mí no me parece tal, pero bueno, para gustos los colores.
Desde aquel primer formato los Realitys se han generalizado en todas las cadenas televisivas y con los  más diversos trasfondos, cada vez más extremos y/o crueles, granjas, islas desiertas, islas nudistas, islas tentadoras…
Pero la tele realidad viene de mucho más atrás, de aquellos programas en los que los invitados contaban retazos de sus vidas, cuanto más truculentos mejor, que pretendían reencontrarse con quien en ocasiones no quería ser “reencontrado” o sorprendido o eran destinatarios de una carta anónima… Una moneda lanzada a cara o cruz por los interpelados, con consecuencias, en algunos casos deleznables, no hemos más que pensar en Ana Orantes o en Svetlana Orlova.
El hecho es que la evolución de este tipo de televisión me parece una involución y me temo que el argumento de la cárcel como tema de un Reality no se aleja de lo que buscan las cadenas, porque, independiente de los crímenes que Alicia relata, para este tipo de programas esta situación de aislamiento y castigo continuo daría muuucho juego y el trasfondo de un penal aun no ha sido explotado.
He de reconocer que no soy seguidora de este tipo de programas y que más allá de la curiosidad que me produjo la primera edición de gran hermano, la vergüenza ajena que me producían ciertas (muchas) de las situaciones vividas por los concursantes, hicieron de mi una espectadora fugaz.

Desde esa noche, cada movimiento, cada palabra, cada gesto de los jóvenes fue analizado con detalle por seudoperiodistas dedicados a comentar las miserias humanas.

Mi desencanto, además, se debe a muchos de los apuntes que hace la autora a lo largo de las páginas de su novela, que me creo la mitad, que considero que, a menudo, el espectáculo es mayor que la verdad que debería haber en un formato de este tipo y que ello supone la manipulación de los espectadores y  la impostación de situaciones y concursantes.

Incluso los absurdos figurantes, actores que trataban de abrirse un hueco en el mundo de la
televisión, representaban su papel sin dudar; todo el esfuerzo para ofrecer al telespectador una mentira, una mentira que la audiencia admitía como tal, pero que deseaba seguir observando.

La autora disecciona los entresijos de voluntad de cada uno de los protagonistas de esta historia y no solo de los concursantes. Conocemos las motivaciones del productor, del director, del presentador y de todos aquellos que se mueven por los oscuros pasillos del plató y por los aun más oscuros circuitos en los que circula el poder, el chantaje, las trampas…

Todo el ajetreo se debía al directo de aquella noche. Cada toma, cada escena, cada instante revestido de improvisación, pero sostenido por una preparación y planificación al segundo.

Estamos ante una novela que se desarrolla a un ritmo más que ágil, con capítulos cortos y salpicados de diálogos certeros y acertados y cuya cadencia solo se ve interrumpida por ciertos pasajes en los que se nos pone sobre la pista de un personaje ajeno a la trama principal pero que será determinante para entender esta.
Estamos, sin duda, ante una novela más compleja de lo que pudiera parecer en principio, construida de manera coherente y cohesionada y con un plantel de personajes sólidos y creíbles, alguno de los cuales he llegado a odiar profundamente, otros, como Vera, que me han producido una repulsa inmediata y alguno como Rodrigo y Alina se han ganado mi simpatía.

Para aquellos dos seres, la diferencia entre el bien y el mal no existía, sus escalas de valores se encontraban alejadas de la mayoría de los mortales, guiadas por una necesidad enfermiza de poder y prestigio que podrían llevarlos a cometer la mayor de las aberraciones.

La cárcel es, sin duda, una novela  a la que merece la pena acercarse, por su originalidad, por su calidad y por los retos éticos que plantea.

—Los personajes televisivos se crean y se destruyen a conveniencia —explicó Vera—, la audiencia se nutre de aquello que le ofrecemos. —Y que la publicidad subvenciona —apuntilló Antonio con amargura.

1 comentario:

  1. No me sonaba y no pensaba que me fueras a convencer, pero al final lo has hecho. Otro que me llevo apuntado.
    Besotes!!!

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