viernes, 29 de mayo de 2020

República luminosa


Barba, Andrés (2017)
República Luminosa
Editorial Anagrama, Barcelona, 192 pp.
ISBN: 9788433998460

¿Qué tiene que suceder para que nos veamos obligados a redefinir nuestra idea de la infancia? La aparición de treinta y dos niños violentos de procedencia desconocida trastoca por completo la vida de San Cristóbal, una pequeña ciudad tropical encajonada entre la selva y el río. Veinte años después, uno de sus protagonistas redacta esta República luminosa, una crónica tejida de hechos, pruebas y rumores sobre cómo la ciudad se vio obligada a reformular no solo su idea del orden y la violencia sino hasta la misma civilización durante aquel año y medio en que, hasta su muerte, los niños tomaron la ciudad. Tensa y angustiosa, con la nitidez del Conrad de El corazón de las tinieblas, Barba suma aquí, a su habitual audacia narrativa y su talento para las situaciones ambiguas, la dimensión de una fábula metafísica y oscura que tiene el aliento de los grandes relatos.

Las narraciones y crónicas son como los mapas. De un lado quedan los colores grandes y sólidos de los continentes, esos episodios colectivos que todos recuerdan, del otro las profundidades de las emociones privadas, los océanos.

En diciembre de 2017 en el programa paginados descubrí al ganador del premio Herralde de Novela de aquel año, Andrés Barba.
Escuchar aquella entrevista y un fragmento de su novela despertó mi deseo de acercarme a la historia que le había llevado a alzarse con el galardón.
Y en eso he estado estos días, sumergida en su novela, una historia peculiar, una historia distinta, una historia, casi un ensayo que nos ofrece una visión antropológica sobre aquellos a los que llamamos, a falta de otro apelativo, “niños de la calle”,  y a los que yendo un paso más allá en la novela se compara con los niños salvajes.

El hecho de que ciertas cosas sean demasiado absurdas no impide que sucedan.

La novela, una narrada en primera persona por su protagonista, se ve salpicada por artículos periodísticos y extractos de un diario en la proporción exacta para hacer de esta novela una crónica angustiosa de los hechos que determinaron la vida de un hombre del que sabemos todo menos su nombre, y el devenir de una ciudad que se vio desbordada por la presencia de unos niños que se ignoraron hasta que se volvieron "ingobernables".
Y no es la del protagonista la única ausencia nominal, a pocos personajes conocemos por su nombre, ni siquiera a los niños que bajo "los 32" pierden su individualidad para convertirse en un ente unitario contra el que sin duda, despojado de sentimentalismos y de identidad es más fácil actuar, “luchar”, justificar las acciones. Sin nombre, es más sencillo abstraerse de una realidad incómoda, por qué al fin y al cabo, mal que les pese,  los 32 no dejan de ser niños y su existencia y sus acciones erróneas se deben,  sin duda y mal que les pese, a un fallo de la sociedad adulta, esas sociedad que se supone debe velar por la infancia.

Al haber perdido su  "realidad", los 32 se habían convertido en el monstruo perfecto, pero en un monstruo que ejercía su acción más sobre las pesadillas de los adultos que sobre las de los propios niños.

Nos enfrentamos a una novela atípica y angustiosa, determinada por la actuación incomprensible de un grupo de niños y por la también incomprensible actuación de los adultos en una respuesta  paradójicamente infantil y desmedida.
Una novela que en menos de 200 páginas es capaz de hacernos pasar por todos los estados de ánimo
posibles, que zarandea nuestras creencias y la realidad en que vivimos. Que nos hace dudar de nuestra visión de la infancia, de lo que creemos conocer y que se tambalea ante una realidad que el autor nos muestra distinta. Es una novela corta, pero os aseguro que su extensión material es inversamente proporcional a la calidad literaria que he encontrado en la prosa elegante del autor, en su narración cuidada, exacta, elegida  casi palabra por palabra para transmitir la ignorancia, el miedo, la desconfianza y la tensión que sobrevuela toda la historia y llena de reflexiones que paralizan la lectura, que te obligan a replantearte ideas que creías inamovibles.

No siempre es fácil determinar si lo que nos amenaza tiene más influencia sobre nosotros que lo que nos seduce. La propia naturaleza de esas dos cosas a veces no es contrapuesta sino casi indistinguible.

Ha sido una lectura distinta, una lectura que ha conseguido sacarme de mi zona de confort, de mis géneros preferidos, de los autores ya conocidos y , me ha dado la oportunidad de conocer otros autores,  otros paisajes, otros géneros  y,  sobre todo,  otra magnifica historia.

La credulidad para la magia funciona como el amor, los que se creen devotos y enamorados acaban estando lo sinceramente, y los que dudan de sus sentimientos impiden que estos mismos sentimientos se produzcan, una paradoja que nos deja siempre a solas con la duda de en qué nos habríamos convertido si nos hubiésemos permitido creer.

Las situaciones extraordinarias nos obligan siempre a razonar con una lógica distinta.

martes, 26 de mayo de 2020

Los malos vientos


Manteca, Manuel  (2020)
Los malos vientos
Talento Caligrama, Barcelona, 300 pp.
ISBN: 9788418104404

Tras una vida marcada por la tragedia, un inesperado regreso a sus orígenes le mostrará la verdad, cruel y descarnada, que decidió su destino, desencadenando un amargo episodio de muerte y venganza. Una vuelta al pasado que, de haber sabido sus consecuencias, quizá no hubiese iniciado jamás.

Uno a uno, y me temo que mientras viva, aun desfilan por mi mente cada noche, puntuales y sin tregua, apropiándose hasta la asfixia de la totalidad de mis sueños: con las espaldas abiertas y agusanadas, descarnadas por las cadenas de sus propios errores;  arrastrándose tras las vanas ilusiones con las que los mortales adornamos las miserias que nos depara nuestra fugaz existencia; esa que malogramos absortos en una absurda autocomplacencia, o corriendo insatisfechos tras nuevos logros y quimeras, mientras nos precipitamos, ignorantes en una caída infinita al abismo de la irrelevancia de este breve periplo que llamamos vida.

La historia a la que hoy me acerco es obra de un paisano, de uno de los tantos abulenses que a día de hoy ocupan, en su mayoría, el tiempo libre que les deja su trabajo para volcarse en una pasión, que, cómo  en este caso se convierte en realidad con la publicación de una de sus historia.
Es posible que en algún momento de mi vida mis pasos se hayan cruzado con los de Manuel Manteca, Ávila es una ciudad pequeña, en la que todos, más o menos, nos conocemos, pero he de decir que no tengo conciencia de haber compartido espacio y tiempo con el autor, por lo que os aseguro que mi opinión es totalmente objetiva, máxime cuando el libro me llegó en forma de regalo de manos de, esta sí, una amiga, una mujer, a la que la vida me ha llevado a reconocer, que mi amistad no ha estado a la altura de la suya. Pero bueno, ese es otro tema y no viene al caso más que para agradecerle que me haya dado la oportunidad de acercarme a este autor y a su historia.

Comencé la lectura sin saber que me iba a encontrar, como veis, tampoco la sinopsis aclara demasiado, y en las primeras páginas pensé que igual no era el momento de leer más desgracias, porque la historia bonita no es, ya os lo digo. El caso, es que cuando me quise dar cuenta habían volado 50 páginas entre mis manos y ya no podía parar.
La lectura me recordaba  a los miserables, a Oliver twist… a esas novelas universales de finales del XIX que narraban la realidad de aquellos que no se habían sido tocados por la varita de la fortuna.  Pero no me retrotraía a estas historias por su telón de fondo, ni por una trama similar,  sino por el clima asfixiante de la novela, por el abuso de poder que destila cada una de las situaciones narradas  y por la vida miserable de unos personajes que se sitúan en la castilla rural a caballo entre los siglos
XIX y XX y la Cuba de los últimos años del colonialismo y de los primeros de su independencia.
Manuel se maneja con una increíble soltura por épocas y paisajes muy alejados de su realidad, de nuestra realidad. Y lo hace de forma precisa, lo que denota el increíble trabajo de documentación que debe haber detrás de esta historia.

Liberados desde hacia una década por orden expresa del rey, miles de esclavos, denominados después “patrocinados”, deambulaban por la isla descontentos y abandonados a su suerte, en busca de sustento. Ahora eran libres de todo amo, del látigo o el cepo, pero tenían que mendigar a esos mismos a quienes pertenecieron para conseguir un trabajo igual de lastimero y penoso que en los años de esclavitud y retribuido con un mísero salario. Esos mismos que, desesperados, pasaban a formar parte de los denominados “mambises”; hombres y mujeres sin nada que perder que constituían el grueso de las tropas revolucionarias que,  alentadas y dirigidas por las elite criolla, iban a luchar por independizarse de España.


Y si es un virtuoso de de épocas y paisajes, os aseguro que no lo es menos en la construcción de los personajes. Unos personajes sólidos todos ellos, unos personajes en cuya psicología, ya sean hombres o mujeres,  el autor bucea con pericia y nos muestra  con mas pericia si cabe. Unos personajes  que sufren, odian, abusan  y se deleitan imaginando las más terribles  venganzas. Personajes que en su inteligencia practica son capaces de adaptarse a las situaciones más adversas, que son capaces de normalizar situaciones que a nuestros ojos son aberrantes e incomprensibles, aunque por desgracia,tal vez con otros nombres y en otras casas, con otros medios y otras tecnologías, aun hoy se siguen dando en nuestra sociedad.    Personajes que no son capaces de “reinventarse”, de levantarse tras la más profunda caída  a los infiernos. Y personajes a los que sus privilegios de cuna, como en tantos momentos de la historia, les confiere, además el privilegio de vivir por encima del bien y del mal,  el privilegio de decidir sobre el futuro de sus paisanos, si es que deciden que estos deban tener futuro, privilegio que, llevado aun más allá, les permite decidir sobre su vida o su  muerte.


No había opción para decir que no, para poder expresar su repulsa por este tipo de degradante  juego, pero él, un superviviente nato, con cada ocasión en que se veía arrastrado su orgullo, se levantaba aun más fuerte.

Una novela que nos muestra, sin duda, lo peor del ser humano. La hipocresía que disfraza de bondad las acciones más ruines,  la prostitución, el rechazo a quienes son carne de tu carne sin que en ningún caso estos tengan  la culpa, el abuso psíquico y físico, la locura y sobretodo y en fin, la desesperanza que a menudo mueve a acciones desesperadas, irreflexivas.
Una novela, en fin,  de bajos sentimientos y aun más bajas acciones para los que aquella época era un magnifico caldo de cultivo. 
He quedado gratamente sorprendida por la solidez de la trama y por la calidad literaria de esta novela por la que, como decía al principio,  no tenía ninguna expectativa previa. Dicho lo cual, no puedo más que recomendaros que os acerquéis a esta novela con la mente abierta y con la única idea de disfrutar de una lectura que no va a dejaros indiferentes y cuyos personajes pervivirán más allá de la última página.

Tanto su tío como el mulato Tomasin, cada uno a su modo, le habían enseñado que todo tiene un precio y que nada hay en este mundo que no se pueda lograr si se tiene la suficiente predisposición e inteligencia. Y él iba sobrado de ambas.

Por último, si queréis conocer un  poco más de este autor, os aconsejo que os acerquéis a su blog donde podréis leer sus relatos, esta novela es el resultado de lo que iba a ser uno de ellos y que acabó “yéndosele de las manos”.

Tras una vida entera dedicada a superar la adversidad, luchando por materializar cada deseo hasta llegar a lo más alto, ahora, una vez logrado, contemplaba desolado la cruda realidad; la vacuidad de aquello en lo que había basado su existencia y convertido en su único fin.

martes, 19 de mayo de 2020

La fuente de los siete valles


G. Modroño, Félix (2019)
La fuente de los siete valles
EREIN Argitaletxea, Donostia,  296 pp.
ISBN: 978-84-9109-446-3

“Y lo que en un principio empezó como un reto terminó convirtiéndose en una obsesión. Sea lo que fuere lo que escondiesen sus páginas, habría de descifrarlo”.
Pablo Santos regresa a su Logroño natal tras casi dos décadas al servicio del Archivo Secreto del Vaticano, con la misión de recuperar los libros desaparecidos del monasterio de San Millán de la Cogolla. Pronto descubrirá que uno de los ejemplares perdidos de la vieja botica benedictina guarda un importante secreto alquímico. Su búsqueda le llevará a enfrentarse no solo a su pasado, encarnado en Lucía Garay –su amor de juventud–, sino también a un inquietante futuro.
Con esta novela el autor vuelve a recrear con singular maestría la vida cotidiana de las ciudades decimonónicas, confirmando que es uno de los escritores más brillantes a la hora de construir tramas emocionales enmarcadas en cuidadas ambientaciones históricas.
La fuente de los siete valles, además de una bella historia narrada con la prosa elegante y evocadora de Modroño, es un homenaje a los libros, al mundo del vino y –muy especialmente– al monasterio de San Millán de la Cogolla, cuna del castellano y del euskera.

Y lo que al principio parecía una regla de rigor y austeridad, enseguida se erigiria para mi en un estilo de vida. Es como si el silencio se hubiera convertido en mi hogar. Mis oídos se han acostumbrado a la nada y mis pensamientos a la abstracción.

Si algo está teniendo de positivo este confinamiento es que está permitiendo que mi lista de lecturas pendientes disminuya, aunque sea ligeramente y el que hoy me ocupa es uno de esos libros que esperaban un turno que estos días ha llegado.
Esta es la última novela del autor, a la espera de que la nueva normalidad permita que las editoriales pueden retomar los proyectos que quedaron en suspenso por la pandemia y entre los que se encuentra  “La ciudad del alma dormida” , la nueva novela de Félix que ya estoy deseando tener entre las manos.
Pero vamos a lo que vamos y a centrarnos en esta joya que ha ocupado mis últimos días, pocos, he de decirlo, porque la lectura se ha deslizado sin apenas darme cuenta.
Con la ciudad de Logroño como telón de fondo el autor hace un magnifico homenaje a la gastronomía y a la viticultura tan propia de la zona, pero además, nos sumerge en la cuna del saber que constituían los monasterios a finales del siglo XIX haciendo una maravillosa incursión en San Millán de la Cogolla, entre sus muros y entre los vericuetos de su historia.
Pero si hay un homenaje patente a lo largo de la Fuente de los Siete Valles es el homenaje a los libros,  el amor por los libros que el autor nos muestra a través de su protagonista y que se  refleja en cada una de las paginas, un homenaje a lo que los libros transmiten y a lo que significan y un homenaje a quienes los escriben y a sus guardianes, a los vocacionales, pero también a los circunstanciales que no supieron, en muchas ocasiones como salvaguardarlos y un homenaje a las instituciones que nacieron para preservarlos y a las personas que  consiguieron mantenerlas.

Olvidarse de los libros es olvidarse de la historia, de la experiencia de otros, de la evolución del pensamiento, de la reivindicación  de nuestro yo, de formarnos ideas propias sin injerencias, de protegernos de las manipulaciones. Olvidarse de los libros es olvidarse de nuestra libertad. Y es que no hay mayor esclavitud que la ignorancia.

A través de una prosa cuidada y elegante el autor elabora una  precisa  ambientación histórica en la que se adivina el arduo trabajo de documentación que Félix ha llevado a cabo para poner negro sobre blanco esta historia.  
La presencia de personajes reales, Espartero o el Marqués de Murrieta, entre otros, que en ocasiones se hacen dueños de la historia, no hace que sea menor el protagonismo de los personajes salidos de la mente del autor, resulta tan natural su presencia en la historia que la integración entre realidad y ficción se ven complementadas sin “chirriar” en ningún momento.
Y es que Pablo Santos es un personaje peculiar, un hombre avocado a una vida que a pesar de no haber elegido le ha reportado múltiples satisfacciones más en el ámbito profesional que en el personal, cierto es, pero una vida impuesta al fin y al cabo.
Un personaje que se ve obligado a volver a la ciudad que le vió nacer y que abandonó sin intención de volver a pasear sus calles. Pero claro, la vida da muchas vueltas y en la Iglesia hay quien manda y quien obedece y Pablo, a pesar de su meteórica carrera, es de los segundos.
Su intención de finalizar el encargo lo antes posible y volver a su vida da una giro inesperado en el momento en que vuelve a respirar el aire del norte, en el momento en que no tiene más remedio que enfrentarse a sus fantasmas y a sus sentimientos.

Algo tiene de atávico el lugar donde uno nace que se escapa a la lógica
Nunca ha dejado de sorprenderme esa mezcla de razón e instinto contra la que durante un sinfín de años trate de rebelarse hasta que fui claudicando casi sin darme cuenta. Con el tiempo, he llegado a creer que hay una energía burlona que se esconde detrás de las casualidades. Y que el conocimiento y el azar son dos caras de una misma moneda.
El autor nos regala una historia intima e intimista, una historia en la que conjuga la realidad que le toca vivir al protagonista con los deseos de la vida que le hubiera gustado vivir pero que no tuvo oportunidad de elegir, porque las circunstancias y otros, lo hicieron por él.  Un protagonista en continua búsqueda de la verdad que encierran los libros, no siempre de la forma mas ortodoxa, esa es la verdad. Un protagonista capaz de desvelar los secretos más ocultos pero que se niega a desvelar los secretos que rodean su propia vida, secretos que, considera que poca importancia pueden ya tener en el devenir de su vida.

Nadie podría imaginarse que una persona en su sano juicio perdiera años de su vida en la búsqueda de una quimera.
[...]
Supongo que todo el mundo anhela lo que no tiene. Y si llega a tenerla anhela otra cosa distinta. La naturaleza humana es inconformista-aseveré, dejando el plato de queso en la mesa y sirviendo dos copas de vino tinto.

He disfrutado muchísimo de esta historia, de su protagonista, de Lucia, esa mujer de su época que sin embargo se niega a plegarse a los limites que ésta la impone y de Esther, el prototipo de la “vieja del visillo” de la época, he disfrutado de una historia que me ha llevado a viajar por un espacio y un tiempo desconocidos para mí y he disfrutado de una historia que va mas allá de la realidad. Pero os aconsejo que esta parte de la historia la descubráis por vosotros mismos, y que os acerquéis a esta historia y a sus protagonistas, porque con seguridad no os va a dejar indiferentes.

Son caprichosos los recuerdos a la hora de jugar con nuestra memoria. Les encanta despertar de su
letargo ante cualquier estímulo inesperado. Un olor, una imagen, un sonido... dejan de ser una mera circunstancia eventual para trasladarnos de repente a un momento del pasado en el que quizás disfrutábamos del guiso de una abuela, de la sonrisa de la persona amada o de las caricias de una madre.
Cuando se ha querido de veras son excesivos los estímulos que nos evocan los instantes felices, instantes ya perdidos que alimentan nuestra nostalgia, que se clavan en nuestra soledad hasta ahogarnos en la melancolía.

miércoles, 13 de mayo de 2020

El chico de las bobinas


Cervantes, Pere (2020)
El chico de las bobinas
Editorial Destino, Barcelona, 544 pp.
ISBN: 9788423357178

Alguien es testigo de un crimen que no debería haber visto y descubre un objeto que nunca debería haber llegado a sus manos. Una historia sobre el poder del destino.
Barcelona, 1945. Nil Roig es un chiquillo que se pasa el día en bicicleta transportando de un cine a otro viejas bobinas de películas. El día de su decimotercer cumpleaños es testigo de un crimen cometido en el portal de su casa. Mientras el asesino huye después de haberlo amenazado de muerte en caso de no mantener la boca cerrada, el moribundo le entrega el misterioso cromo de un actor de cine de la época; un objeto perseguido y anhelado por un excomandante de la Gestapo y un policía sin escrúpulos. El hecho de que el moribundo le dé el cromo a Nil pronunciando el nombre de David, el padre desaparecido del muchacho, arrastrará a este a resolver un secreto del pasado por el que pagará un alto precio.
En una Barcelona de claroscuros, El chico de las bobinas nos habla de la incomparable fortaleza de esas mujeres, víctimas de la guerra, que enseñaron al mundo cómo sobrevivir, y de esas salas de cine de barrio que permitieron soñar en los años de plomo y se convirtieron en refugio de infancias maltrechas.

En el silencio de una madre el amor siempre vence a la verdad. Porque es justo ahí,  en esa mudez preñada de miedos y anhelos, donde hallará el lugar en el que protegerse de las tinieblas, alentar una infancia podada y encajar los años arrebatados por una guerra. 

En octubre de 2014, con el Palacio de Oriente como telón de fondo conocí a un Pere Cervantes al que había conocido como escritor tras leer “No nos dejan ser niños”, una novela policiaca que acababa de ser publicada y que, sin duda, me había hecho pasar un buen rato.
En aquella comida charlamos sobre su novela e inevitablemente, acabamos hablando de nosotros mismos. Aquel día descubrí que tras un escritor que no había hecho nada más que comenzar su camino, un camino con visos de ser largo, había una magnífica persona que nos conquistó con su sencillez, con su modestia y su simpatía, una persona que propició la charla distendida y las risas  y que nos conmovió con algunos de los episodios que había vivido en su no tan larga vida y que, parecían sacados de alguna novela, y es que, muchas veces, la realidad supera con creces la ficción.
Desde aquel día, todo lo que ha salido de sus manos, ha pasado por las mías, incluso una novela que en aquel encuentro nos regaló con todo su cariño y nos dedico con mucho esfuerzo porque su brazo no pasaba por su mejor momento, un Rompeolas que no ha tenido la proyección de otras de sus obras y de la que prometo hablaros en algún momento.
La Mirada de Chapman llegó a mis manos en un momento complicado en el que mi vida amenazaba con dar un vuelco monumental y Tres minutos de color fue el remedio para despertar del letargo en el que ese vuelco me obligó a parar, mermando mis ganas y mi capacidad de leer, pero esa es otra historia y tal vez la cuente en otro momento.
Golpes, la única de sus novelas que he reseñado hasta ahora, fue una magnífica experiencia que compartí con #SoyYincanera y tras ella, en la feria del libro fueron nuestras últimas risas, nuestra última conversación y la última firma.
El chico de las bobinas se publicó pocos días después de mi cumpleaños y fue uno de mis regalos, un regalo que pedí, un regalo que no fue ninguna sorpresa pero cuya lectura sí lo ha sido.
En estos días extraños que vivimos, el chico de las bobinas ha encontrado su momento entre tantas lecturas pendientes y lo primero que debo decir es, que si aún no lo habéis leído, estáis tardando en hacerlo.

A menudo el infierno es el mejor lugar para pasar inadvertido al diablo.

No es un libro bonito, no esperéis una historia dulce, ni esperéis tampoco una novela negrísima de las que tanto me gustan. La editorial la califica como thriller y no seré yo quien le lleve la contraria, pero creo que la parte del thriller más que ser el centro de la historia es el eje sobre el que orbita la novela sirviéndole al autor como hilo conductor para lo que desea contarnos, para mostrarnos la forma de vivir o, mejor dicho, de sobrevivir en los durísimos años de la posguerra.

La guerra jamás termina cuando se dice, el odio que la alienta es una mala hierba que no deja de crecer.

Estoy segura de que todo aquel que haya leído y opinado sobre la novela ha destacado la valentía de Soledad, su coraje, su voluntad de no dejarse vencer, su arrojo para sacar adelante al hijo que lo es todo en su vida y de ese hijo, para el que su madre es todo, ese hijo que, como tantos otros, tuvo que madurar a la fuerza, ese hijo al que, como a tantos otros les robaron la infancia y la inocencia, haciéndoles vivir situaciones que no deberían vivir ni los niños ni los adultos.

El dolor por ver como una madre se dejaba la vida por verlos crecer era algo que compartían, pero Delfina había ido más allá. Y aunque Nil descubrió en la mirada de Quim un atisbo de rabia, supo en ese momento que los dos estaban dispuestos a dar la vida por ellas.

Seguro que han hablado largo y tendido de Roig, de Quim, e incluso de Gertrude, de Bernier y Koppke.
Supongo que en sus reseñas otros habrán hablado del ambiente gris, triste y frío de esa Barcelona de la posguerra, un color que no era tanto el  propio de la ciudad como el de la mirada de los ojos a través de la que muchos de sus habitantes la veían.
Seguro que han hablado de esa prosa cuidada, pero tan directa y contundente que te llega directa al cerebro y aun más al corazón.
Seguro que muchos han escrito sobre los abusos de unos pocos sobre muchos.
Con seguridad habrán hablado del homenaje al cine y a todos aquellos que hacen posible su magia y de esa censura que determinaba esta y tantas otras actividades de ocio.
Seguro que ha habido cientos de opiniones y seguro que mucho mejores de lo que yo vaya a contaros, pero lo importante para mí, siempre es lo que un libro me hace sentir.
He sentido en cada frase la dignidad de los vencidos, que no de los perdedores, esa vida regida por la  necesidad de salir adelante aún sin atisbo alguno de esperanza... cada personaje arrastrando su propia losa, viviendo con sus propios miedos.

Todo hombre bueno puede dejar de serlo. Un revés de la vida, la crueldad de un semejante o un achaque de locura. En el caso de Bernardo, las razones eran las mismas de siempre: El impío abuso de los vencedores.

He suspirando aliviada cada vez que alguno de ellos comenzaba a ver la luz y me he revuelto de impotencia cuando otro revés de la vida, se ha encargado de bajarles de las nubes, cuando un nuevo  zarpazo ha arrastrado de nuevo su ilusión por el suelo haciéndoles enfrentarse a la única realidad que conocen los vencidos, la de la humillación, la del miedo, la de la desesperanza.

"A menudo un triunfo es simplemente la derrota de tu enemigo, aunque tu no seas el vencedor de la contienda"

Cuántos Paulinos, cuantas Delfinas, cuantos Leos, Bernardos y Bonifacis, cuantas Margaritas y Raimundos y Lolitas… Tal vez con otros nombres y otros rostros poblaron el barrio del Poble- Sec, cuantos Davides, cuantos Blases y Facerías pasearon su valentía y sus ideales por los montes de España, cuantos Espinosas y Valientes poblaron lo más hediondo de las cloacas del Estado, cuantos Raimundos se vieron obligados a traicionar para sobrevivir, cuantos padecieron las consecuencias de una guerra que ni eligieron, ni lucharon, pero que sufrieron. Es una novela, si, pero esas vidas ficticias Pere las convierte en reales de tal manera que me  he sentido arrastrada  por la zozobra, por la congoja  y la  indignación y por una profunda tristeza, por lo que algunos sufrieron, por la impunidad de otros y por la ceguera elegida de otros muchos. Por lo que muchos se vieron obligados a afrontar, por su realidad no aceptada  y que un chivatazo puso al descubierto, o por lo que se presenta como una verdad  y no es más que una burda mentira sostenida en la venganza, en la ambición o en la necesidad de congraciarse con quienes mueven los hilos.

En esos tiempos, señalar al vecino se había convertido en una de las actividades más productiva del nuevo Régimen. El número de ciudadanos honrados convertidos en presos alcanzó cotas impensables.

Es una novela de luchas, de lucha por vivir y por sobrevivir, la lucha por salir adelante, buscando un futuro menos incierto, la lucha por unos ideales colocados por encima de todo...

Cuando la familia de un hombre deja de ser su bandera todo se vuelve incomprensible,  pensó al tiempo que se apartaba de la cara unas lágrimas más propias del rencor que de la ternura. Y es que las verdaderas heroínas se vendían por las esquinas del barrio chino, se convertían en estraperlistas de poca monta como ella o se dejaban la espalda y las rodillas trabajando como mulas. Pero de ellas nadie hablaba en la vanguardia, en los bares del Poble-Sec o en los seriales de la radio. La atención era para ellos, aquellos creadores y partícipes de la guerra que habían decidido convertir a las mujeres en derrotas.
 
Es una historia de venganzas, de la venganza de los cobardes, de los que saben que todas las cartas buenas están en su mano, de la venganza que esgrime sin piedad el ganador, que la ejecuta por su mano o a través de aquellos que se ven obligados a ejercer de brazo ejecutor.
Y es una novela de esperanza y de reconocimiento, un homenaje a ese valor que todos llevamos dentro y que desconocemos que poseemos hasta que llega el momento en que nuestro coraje es la única baza para seguir vivos. Un canto a la amistad y a la generosidad en medio de la ruindad a la que obliga el miedo.
No sé qué será lo próximo, tras Tres minutos de color pensé que el autor no podría superarse, cuando leí golpes tuve que comerme mis palabras. Hoy lo tengo claro. Pere siempre va un paso más allá, siempre consigue tocar una fibra distinta, una fibra más profunda. No puedo decir que no vaya a superarse de nuevo pero puedo afirmar con rotundidad que espero con ansia otra de sus historias, porque estoy segura de que la voy a disfrutar de la primera a la última palabra y porque sé que de ninguna manera saldré inmune de ella.

Mi padre y mi abuela me enseñaron que el único modo de evitar que una vida perra se convierta en una mala vida consiste en creer que mañana todo será mejor.