Barba, Andrés (2017)
República Luminosa
Editorial Anagrama, Barcelona, 192 pp.
ISBN: 9788433998460
¿Qué tiene que suceder para que nos veamos obligados a redefinir nuestra
idea de la infancia? La aparición de treinta y dos niños violentos de
procedencia desconocida trastoca por completo la vida de San Cristóbal, una
pequeña ciudad tropical encajonada entre la selva y el río. Veinte años
después, uno de sus protagonistas redacta esta República luminosa, una crónica
tejida de hechos, pruebas y rumores sobre cómo la ciudad se vio obligada a
reformular no solo su idea del orden y la violencia sino hasta la misma
civilización durante aquel año y medio en que, hasta su muerte, los niños
tomaron la ciudad. Tensa y angustiosa, con la nitidez del Conrad de El corazón
de las tinieblas, Barba suma aquí, a su habitual audacia narrativa y su talento
para las situaciones ambiguas, la dimensión de una fábula metafísica y oscura
que tiene el aliento de los grandes relatos.
Las narraciones y crónicas son como los
mapas. De un lado quedan los colores grandes y sólidos de los continentes, esos
episodios colectivos que todos recuerdan, del otro las profundidades de las
emociones privadas, los océanos.
En diciembre de 2017 en el programa paginados descubrí al ganador
del premio Herralde de Novela de aquel año, Andrés Barba.
Escuchar aquella entrevista y un fragmento de su novela despertó
mi deseo de acercarme a la historia que le había llevado a alzarse con el
galardón.
Y en eso he estado estos días, sumergida en su novela, una
historia peculiar, una historia distinta, una historia, casi un ensayo que nos
ofrece una visión antropológica sobre aquellos a los que llamamos, a falta de
otro apelativo, “niños de la calle”, y a
los que yendo un paso más allá en la novela se compara con los niños salvajes.
El hecho de que ciertas cosas sean
demasiado absurdas no impide que sucedan.
La novela, una narrada en primera persona por su protagonista, se
ve salpicada por artículos periodísticos y extractos de un diario en la
proporción exacta para hacer de esta novela una crónica angustiosa de los
hechos que determinaron la vida de un hombre del que sabemos todo menos su
nombre, y el devenir de una ciudad que se vio desbordada por la presencia de
unos niños que se ignoraron hasta que se volvieron "ingobernables".
Y no es la del protagonista la única ausencia nominal, a pocos
personajes conocemos por su nombre, ni siquiera a los niños que bajo "los
32" pierden su individualidad para convertirse en un ente unitario contra
el que sin duda, despojado de sentimentalismos y de identidad es más fácil
actuar, “luchar”, justificar las acciones. Sin nombre, es más sencillo abstraerse
de una realidad incómoda, por qué al fin y al cabo, mal que les pese, los 32 no dejan de ser niños y su existencia y
sus acciones erróneas se deben, sin duda
y mal que les pese, a un fallo de la sociedad adulta, esas sociedad que se
supone debe velar por la infancia.
Al haber perdido su "realidad", los 32 se habían
convertido en el monstruo perfecto, pero en un monstruo que ejercía su acción
más sobre las pesadillas de los adultos que sobre las de los propios niños.
Nos enfrentamos a una novela atípica y angustiosa, determinada por
la actuación incomprensible de un grupo de niños y por la también incomprensible
actuación de los adultos en una respuesta
paradójicamente infantil y desmedida.
Una novela que en menos de 200 páginas es capaz de hacernos pasar
por todos los estados de ánimo
posibles, que zarandea nuestras creencias y la realidad
en que vivimos. Que nos hace dudar de nuestra visión de la infancia, de lo que
creemos conocer y que se tambalea ante una realidad que el autor nos muestra
distinta. Es una novela corta, pero os aseguro que su extensión material es
inversamente proporcional a la calidad literaria que he encontrado en la prosa
elegante del autor, en su narración cuidada, exacta, elegida casi palabra por palabra para transmitir la
ignorancia, el miedo, la desconfianza y la tensión que sobrevuela toda la
historia y llena de reflexiones que paralizan la lectura, que te obligan a
replantearte ideas que creías inamovibles.
No siempre es fácil determinar si lo
que nos amenaza tiene más influencia sobre nosotros que lo que nos seduce. La
propia naturaleza de esas dos cosas a veces no es contrapuesta sino casi
indistinguible.
Ha sido una lectura distinta, una lectura que ha conseguido
sacarme de mi zona de confort, de mis géneros preferidos, de los autores ya
conocidos y , me ha dado la oportunidad de conocer otros autores, otros paisajes, otros géneros y,
sobre todo, otra magnifica
historia.
La credulidad para la magia funciona
como el amor, los que se creen devotos y enamorados acaban estando lo
sinceramente, y los que dudan de sus sentimientos impiden que estos mismos
sentimientos se produzcan, una paradoja que nos deja siempre a solas con la
duda de en qué nos habríamos convertido si nos hubiésemos permitido creer.
Las situaciones extraordinarias nos
obligan siempre a razonar con una lógica distinta.
Se nota, se nota que lo has disfrutado y desde luego me has dejado con muchas ganas de probar y salir también de mi zona de confort.
ResponderEliminarBesotes!!!