viernes, 29 de mayo de 2020

República luminosa


Barba, Andrés (2017)
República Luminosa
Editorial Anagrama, Barcelona, 192 pp.
ISBN: 9788433998460

¿Qué tiene que suceder para que nos veamos obligados a redefinir nuestra idea de la infancia? La aparición de treinta y dos niños violentos de procedencia desconocida trastoca por completo la vida de San Cristóbal, una pequeña ciudad tropical encajonada entre la selva y el río. Veinte años después, uno de sus protagonistas redacta esta República luminosa, una crónica tejida de hechos, pruebas y rumores sobre cómo la ciudad se vio obligada a reformular no solo su idea del orden y la violencia sino hasta la misma civilización durante aquel año y medio en que, hasta su muerte, los niños tomaron la ciudad. Tensa y angustiosa, con la nitidez del Conrad de El corazón de las tinieblas, Barba suma aquí, a su habitual audacia narrativa y su talento para las situaciones ambiguas, la dimensión de una fábula metafísica y oscura que tiene el aliento de los grandes relatos.

Las narraciones y crónicas son como los mapas. De un lado quedan los colores grandes y sólidos de los continentes, esos episodios colectivos que todos recuerdan, del otro las profundidades de las emociones privadas, los océanos.

En diciembre de 2017 en el programa paginados descubrí al ganador del premio Herralde de Novela de aquel año, Andrés Barba.
Escuchar aquella entrevista y un fragmento de su novela despertó mi deseo de acercarme a la historia que le había llevado a alzarse con el galardón.
Y en eso he estado estos días, sumergida en su novela, una historia peculiar, una historia distinta, una historia, casi un ensayo que nos ofrece una visión antropológica sobre aquellos a los que llamamos, a falta de otro apelativo, “niños de la calle”,  y a los que yendo un paso más allá en la novela se compara con los niños salvajes.

El hecho de que ciertas cosas sean demasiado absurdas no impide que sucedan.

La novela, una narrada en primera persona por su protagonista, se ve salpicada por artículos periodísticos y extractos de un diario en la proporción exacta para hacer de esta novela una crónica angustiosa de los hechos que determinaron la vida de un hombre del que sabemos todo menos su nombre, y el devenir de una ciudad que se vio desbordada por la presencia de unos niños que se ignoraron hasta que se volvieron "ingobernables".
Y no es la del protagonista la única ausencia nominal, a pocos personajes conocemos por su nombre, ni siquiera a los niños que bajo "los 32" pierden su individualidad para convertirse en un ente unitario contra el que sin duda, despojado de sentimentalismos y de identidad es más fácil actuar, “luchar”, justificar las acciones. Sin nombre, es más sencillo abstraerse de una realidad incómoda, por qué al fin y al cabo, mal que les pese,  los 32 no dejan de ser niños y su existencia y sus acciones erróneas se deben,  sin duda y mal que les pese, a un fallo de la sociedad adulta, esas sociedad que se supone debe velar por la infancia.

Al haber perdido su  "realidad", los 32 se habían convertido en el monstruo perfecto, pero en un monstruo que ejercía su acción más sobre las pesadillas de los adultos que sobre las de los propios niños.

Nos enfrentamos a una novela atípica y angustiosa, determinada por la actuación incomprensible de un grupo de niños y por la también incomprensible actuación de los adultos en una respuesta  paradójicamente infantil y desmedida.
Una novela que en menos de 200 páginas es capaz de hacernos pasar por todos los estados de ánimo
posibles, que zarandea nuestras creencias y la realidad en que vivimos. Que nos hace dudar de nuestra visión de la infancia, de lo que creemos conocer y que se tambalea ante una realidad que el autor nos muestra distinta. Es una novela corta, pero os aseguro que su extensión material es inversamente proporcional a la calidad literaria que he encontrado en la prosa elegante del autor, en su narración cuidada, exacta, elegida  casi palabra por palabra para transmitir la ignorancia, el miedo, la desconfianza y la tensión que sobrevuela toda la historia y llena de reflexiones que paralizan la lectura, que te obligan a replantearte ideas que creías inamovibles.

No siempre es fácil determinar si lo que nos amenaza tiene más influencia sobre nosotros que lo que nos seduce. La propia naturaleza de esas dos cosas a veces no es contrapuesta sino casi indistinguible.

Ha sido una lectura distinta, una lectura que ha conseguido sacarme de mi zona de confort, de mis géneros preferidos, de los autores ya conocidos y , me ha dado la oportunidad de conocer otros autores,  otros paisajes, otros géneros  y,  sobre todo,  otra magnifica historia.

La credulidad para la magia funciona como el amor, los que se creen devotos y enamorados acaban estando lo sinceramente, y los que dudan de sus sentimientos impiden que estos mismos sentimientos se produzcan, una paradoja que nos deja siempre a solas con la duda de en qué nos habríamos convertido si nos hubiésemos permitido creer.

Las situaciones extraordinarias nos obligan siempre a razonar con una lógica distinta.

1 comentario:

  1. Se nota, se nota que lo has disfrutado y desde luego me has dejado con muchas ganas de probar y salir también de mi zona de confort.
    Besotes!!!

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