Moreno, María José (2020)
Aquella vez en Berlín
Versátil Ediciones, Barcelona, 360 pp.
ISBN: 978-84-17451-81-3
El día que el arquitecto
alemán Richard Leinz recibe en su casa de Londres al señor Parker, investigador
privado, descubre que hace quince años cometió una grave equivocación que marcó
su vida. Atormentado por sus dramáticos recuerdos y por el dolor que causó a su
alrededor, emprende una búsqueda tenaz en su pasado para intentar enmendar su
error.
Cuando Thomas, secretario
de Richard, decide por su cuenta llamar a Marie Savard, con la que el
arquitecto mantuvo una relación, no sabe que está a punto de derrumbarse todo
lo que lo ha mantenido a salvo hasta el momento: ¿Por qué Richard ya no es el
que era? ¿Podrá Marie ayudarlos a librarse de sus fantasmas? ¿Cómo se puede
convivir con la culpa?
Una historia intimista de
secretos desgarradores, de amores frustrados, de palabras no dichas, de luces y
sombras en el pasado de unos personajes que intentan sobrevivir en un tiempo
histórico complejo mientras tratan de combatir a sus propios demonios y coger
aire para disfrutar de eso a lo que llamamos vida.
Las casualidades no
existen. Los encuentros fortuitos tampoco.
Las decisiones que
tomamos son concurrentes con el momento
y las circunstancias. En ellas intervienen tantos factores al mismo
tiempo que si las juzgamos ignorándolos, y con
el suplemento de la distancia, se convierten en autenticas aberraciones.
Conocí a María José Moreno recién publicada en papel
su novela “Bajo los tilos”, una novela que me dejó un magnífico sabor de boca.
Aquella novela, además me sirvió para
desvirtualizarla en su presentación en Madrid, un momento del que guardo
gratísimos recuerdos y del que no puedo dejar de compartir esta maravillosa
fotografía.
Tras la lectura de esta novela llegó su trilogía del
mal, de la que he de decir, que los tres ejemplares esperan su momento en la
estantería, y no es que dude de su calidad, ni de las magnificas criticas que
he leído y he escuchado sobre ellas, ni de las maravillosas presentaciones a
las que he tenido la suerte de asistir. Es solo que me gusta María José en esta
faceta suya intima e intimista, en este bucear en las pasiones humanas de
“andar por casa”, en el amor, en el odio, en las relaciones familiares y en el
pretendido y consciente olvido y ese recuerdo que por mas que intentemos
enterrar acaba haciéndose presente en nuestros días, a menudo en el momento más
inoportuno, a menudo cuando menos lo esperamos.
Lo lógico hubiera
sido dejar a un lado lo que me hizo daño y tener muy presente lo que me
ayudó a sobrevivir, En cambio enterré
toda mi infancia, lo bueno y lo malo, bajo una pesada losa.
Su formación y su faceta profesional hacen de la
autora una experta conocedora de las pasiones
humanas, de los recovecos del cerebro y su maestría literaria la hacen una precisa transmisora de esas pasiones a las que une siempre esa pizca de misterio que te mantiene en tinieblas durante toda la lectura.
humanas, de los recovecos del cerebro y su maestría literaria la hacen una precisa transmisora de esas pasiones a las que une siempre esa pizca de misterio que te mantiene en tinieblas durante toda la lectura.
En esta novela la autora ha conseguido que mis
simpatías y antipatías se decantaran por los distintos personajes y aun por el
mismo dependiendo del momento de la lectura en la que me encontrara.
Richard, que en un principio me pareció un personaje
incomprensible, cerrado sobre si mismo y centrado únicamente en su incapacidad
de amar ha acabado despertando en mí una profunda ternura.
Se considera un
hombre fuerte, controlador, nada sentimental. No entendía a que venía esa
inexplicable fragilidad que lo importunaba desde hacía unos meses y la causa de
sus continuos devaneos con la nostalgia, contra la que siempre había luchado.
Thomas, que desde el principio despertó en mis
sentimientos positivos, resulta que, a veces, no es tan altruista como parece.
- A veces,
abrirnos nos libera, no te preocupes.
No quería que a
Marie le sucediera igual que a mí. En pocas ocasiones me había beneficiado de
algo tan simple como hablar. Hablar de aquello que escondemos a los demás por
pudor, por miedo a que sea malinterpretado, por nuestra mala conciencia; en
definitiva, hablar de esas oscuras vicisitudes que salpican nuestra vida.
La única que por la que los sentimientos no han
variado ha sido por Marie, una mujer admirable, integra y generosa, una mujer resiliente,
capaz de razonar más allá o a pesar incluso de sus sentimientos y de su amor
propio.
La verdad esta
sobreestimada, Thomas. Se nos llena la boca hablando de ella. Así nos sentimos
mejores personas, honestas, sinceras y nos distanciamos de los que suelen
mentir. La realidad es que la usamos en
nuestro provecho y de acuerdo con nuestra propia experiencia. Ana trataba de poner en paz su
conciencia cristiana ante la proximidad de la muerte. Hasta ese día no le
importó mantener el engaño.
Lisa, esa pobre adolescente victima de sus propias
circunstancias y a la que su propia vida a veces le impide despegar y que ha
despertado mi instinto maternal…
Ella lo observaba callada, pensando en
como te ayudan las personas buenas y como es padecer el efecto de las malas.
Mis sentimientos han virado de un extremo a otro, de
un personaje a otro, porque así lo ha decidido la autora, porque he caído, una
y otra vez, en la misma trampa que cae Richard, conformar una realidad en mi cerebro
sin tener todos los datos que pudieran
darme una visión integral de lo que en realidad había sucedido y esos datos,
todos los datos se nos van dosificando a lo largo de la historia, sin tener el
puzle completo hasta la última página.
También he
descubierto en los últimos días que somos presos de nuestras mentes y ellas son
unas canallas que juegan siempre con las cartas marcadas. Matilda me advirtió
de que en lugar de centrarme en porque nos suceden las cosas, reflexionara
sobre para que suceden.
Aquella vez en Berlín habla de las verdades, de las
medias verdades, de las mentiras y de los secretos, esos que guardamos para
proteger a otros, a los que nos importan
o a los que odiamos, esos que siempre, tarde o temprano y de una manera u otra acaban
teniendo consecuencias para quien los guarda, para quien las emite o para quien
las sufre.
Una historia que habla de la culpa que nos corroe a
cada uno a nuestra manera y de esa necesidad que en algún momento a todos nos
embarga, esa necesidad de reparar el daño, esa decisión que a veces tomamos
demasiado tarde. Y es una historia que habla, sobretodo del perdón, de las
segundas oportunidades y de la necesidad de vivir cada momento como si fuera el
último de nuestra vida, aprovechar cada instante, porque, como escribí hace años, no tenemos el futuro
comprado y todo lo que creemos certezas, un día cualquiera dejan de serlo ,
aniquilando el poder que creemos tener sobre nuestra propia vida, sobre nuestro
futuro y entonces, solo deseamos, necesitamos perdonar a los demás y aun más
perdonarnos a nosotros mismos, perdonar nuestros errores, aquellos que
cometimos consciente o inconscientemente.
Y ahondando en los sentimientos y las acciones, esta
historia bucea en los errores de
nuestras percepciones, sobre todo cuando los sentimientos se interponen y de
los vínculos que se crean en situaciones adversas y es que a veces, las peores circunstancias hacen
extraños compañeros de viaje, esos que, en circunstancias “normales” habrían
sido impensables. Y las casualidades, esas que Richard defiende que no existen
y con lo que yo estoy totalmente de acuerdo, no existen las casualidades es
cierto, pero creo firmemente en las causalidades.
La existencia es
un abanico de posibilidades, aunque solo algunas se materializan. Hace tiempo
que dejo de preocuparme porque suceden las cosas y me centre en el para qué.
Todo pasa por algo. Solo si reconocemos nuestros errores y aceptamos sus
consecuencias tendremos la oportunidad de aprender de la experiencia.
Ha sido una lectura deliciosa, una historia que he disfrutado de la primera a la última palabra, una novela cargada de sentido y de sentimiento. Una lectura que irremediablemente nos lleva a la introspección y a enfrentarnos, o al menos a mi me ha llevado a ello, con nuestros propios secretos, con nuestros actos en momentos determinados de nuestra vida y con las consecuencias que esos actos han podido tener para nosotros y para quienes nos rodean.
Será el momento
adecuado para que conozca la verdad, esa verdad que tiene tantas caras como
protagonistas de la historia. Una historia que se resume en que nos pasamos la
vida amando y odiando, cayendo y levantándonos, errando y arrepintiéndonos,
dañando y pidiendo perdón.
Disfruté mucho con esta novela también, por las historias que hay tras cada personaje, por el desarrollo de cada uno de ellos, por el estilo de la autora. Sí, una novela absolutamente deliciosa.
ResponderEliminarBesotes!!!