Coincidiendo con el cuarto
aniversario de su muerte y con la Edición conmemorativa de su gran obra, el
pasado lunes 25 de Junio, en la librería Rafael Alberti, la Editorial Destino
celebró un homenaje a la gran Ana María Matute.
Este acto se estableció como una conversación
a tres voces entre los autores Loreto Sesma, Lorenzo Silva y Lea Vélez, que,
moderados magistralmente por Inés Martin Rodrigo, hablaron de la autora y de su
obra, sobretodo de “Olvidado Rey Gudú”, la obra reeditada.
Comenzaron los autores comentándonos
como se habían acercado a Ana María y por extensión a su obra.
Loreto Sesma, la más joven de los
ponentes y, tal vez, por ello la más alejada de la autora, nos expuso como fue la
editorial y la preparación de este acto quienes le habían acercado a ella.
Lorenzo Silva comentaba que él conocía
apenas el nombre de la autora que aparecía en los libros de literatura de su época
de estudiante junto a Carmen Laforet y poco más, pero que no había leído nada
de ella hasta que en el año 96, cuando recibió el Premio Nadal y Ana María
Matute era parte de ese jurado, le dió cierto apuro no haber leído nada suyo y
lo primero que encontró en la librería fue Olvidado Rey Gudú, cuya lectura le
sorprendió al leerla tanto como ahora al releerla; ya que la imagen que de Ana María y su obra tenía, era de novelas oscuras, novelas de provincias,
grises… y se encontró con una historia de corte fantástico, pero en el fondo no
un cuento para niños, sino la misma historia de la humanidad.
Lea comparte con Lorenzo esa
especie de prejuicio sobre la oscuridad de las novelas de Ana María Matute y en
Rey Gudú se ha encontrado con un universo que refleja todo el imaginario de la humanidad, definiendo esta
obra, por una parte como La Odisea y por otra como El Cid. La lectura de esta novela ha sorprendido
a Lea produciéndole una apertura fantástica
a una autora que conocía, pero cuyas letras siempre habían sido desconocidas
para ella.
Loreto comparaba esta obra con
las novelas actuales que son parte de su día a día como Juego de Tronos, centrándose en señalar que el libro está lleno
de emociones escondidas en un cuento épico.
Lorenzo, por su parte, indicaba
que, esta novela, que por el titulo la gente puede identificar con una historia
para niños, encierra una violencia extrema, mostrando los ángulos oscuros de la
vida, sin que haya nada sobreactuado, una novela que continuamente señala el
mal, una historia alejada de los cuentos de hadas tradicionales. Una historia fantástica
en la que existe además, un profundo conocimiento de la Edad Media que se refleja
continuamente en la historia, e incluso en ese magnífico material inédito que
aparece en la novela y que confiere un marco creíble y un armazón solido a toda la narración.
Inés hablaba de la valentía de
Ana María Matute, tercera mujer en entrar en la RAE y primera mujer en salirse
de los cánones con la escritura de este libro, al que ni la sociedad ni la
industria literaria de la época estaban acostumbrados, se atrevió a escribirlo
o por mejor decir, a publicarlo, sencillamente porque era lo que a ella le
gustaba.
Esta afirmación, la ratifica Lea Vélez,
indicando que, efectivamente esa
satisfacción en la narración rezuma en cada palabra. Nos hablaba Lea de lo
aterrador de no saber cómo van a reaccionar los demás a lo que escribes, cuando
no tienes referencia, cuando no hay nada con lo que compararse. Habla Lea desde
su propia experiencia, desde el su escribir sobre lo que quiere escribir. Resalta
la autora la presencia permanente de la nostalgia de la infancia en el libro,
de la perdida de esa infancia, de la tristeza de abandonar ese mundo.
Inés hablaba sobre la superstición
de Ana María, algo que había oído y que suponía que cuando un autor acababa su
gran obra, moría, tal vez por ello, por su falta de deseo de morir, Olvidado
Rey Gudú la acompañó durante 25 años de su vida, llegando a vender en su año de
edición 2000000 ejemplares, muy por encima de los previstos en el informe
inicial de ventas.
Estos 25 años que acompañaron a
la autora las páginas de su obra Magna, las comprende Lea muy bien, pues ella siente que mientras el libro está abierto está vivo, que
acabarlo es como perder un amigo, confesaba que a ella misma, cuando le gusta
mucho un libro que esta escribiendo, cuando éste consigue “abrirle los poros
del alma”, la cuesta acabarlo, alatgando este momento lo máximo posible; por ello
no le costaba imaginar a Ana María
viajando con esas cajas que guardaban los folios que la acompañaron mientras la
obra estuvo siendo creada.
Hablaron los autores de su
experiencia con los plazos de entrega, de sus propias vivencias, comparada con
esa anécdota de Ana María cuando se decidió la publicación, prácticamente encerrada por la editora hasta
la entrega de Olvidado Rey Gudu con la compañía de una secretaria que ejercía
no solo como tal, sino también como una especia de guardiana. Lorenzo rememoraba esos años en que se
escribía a mano y luego se pasaba lo escrito a máquina para corregir sobre lo escrito y
vuelta a la máquina de escribir y se centraba en esa intensa actividad correctora
de Ana María que puede verse en ese material añadido a la obra.
Llegando al final de la charla,
les pedía Inés a los autores que recomendaran a los jóvenes lectores esta obra de Ana María Matute.
Loreto Sesma indicaba que es un
libro que ha conseguido “dejarla colgada” y que es una de esas obras que seguro
va a releer con el paso de los años, porque está segura de que descubrirá, en
esa relectura aun más de lo que ha encontrado en ésta.
Lorenzo por su parte hablaba de
esa generación lectora a la que no hay nada que recomendarle y de aquellos a los
que les cuesta un poco más y a los que debe advertir que la mayor dificultad de
esta novela es presentar una prosa densa, lejos de la prosa a la que están acostumbradas
las nuevas generaciones, una prosa sin profusión de diálogos, con páginas
completas de párrafo, con presencia, incluso de oraciones subordinadas; y que intentaría
provocarlos indicándoles que están reverenciando,
por vía audiovisual algo que es mucho mas esquemático que esta obra, algo mucho
más simple que la obra que nos ocupa, una novela en la que en todas las paginas
pasa algo.
Lorenzo recomienda como forma de
acercamiento a Ana Marial leer la entrevista que ABC ha recuperado y que podéis
leer en este enlace.
Y Lea por su parte, recomienda, que
los padres lean a sus hijos este libro, aunque no sea completo, aunque sean páginas,
para enganchar a los niños con esa riqueza del lenguaje que presenta Olvidado
Rey Gudú, sin un solo cliché, pero referenciando todos esos cuentos infantiles
que todos conocemos.
Los tres autores coinciden en la
calidad de esta novela, la gran obra de la vida de la autora, una obra que, como señalaba Lorenzo Silva,
solo es capaz de publicar, un autor consagrado, que ya está de vuelta de todo, o alguien que comienza, con ese
desconocimiento, con esa inconsciencia, de
lo que es el mundo literario.
Finalizó Inés la exposición haciendo
referencia a esa entrevista que se realizo hace 22 años y que, a pesar de ello,
sigue de rabiosa actualidad, a dos preguntas y dos respuestas que dibujan a la
autora.
-¿Mejor, entonces,
ahora que en los años cincuenta, cuando usted frecuentaba las tertulias del
café Gijón?
Quita, quita. Yo no iba al Gijón: me llevaban arrastrada.
Mire: yo soy una mujer que no se aburre nunca, lo he pasado muy bien y muy mal,
pero nunca me he aburrido... excepto en las tertulias del café Gijón. ¡Aquellos
vociferantes señores que no decían nada! Horroroso. Y es que la posguerra fue
muy triste, muy sórdida. Había una envidia, ¡madre del corazón, qué envidia! Se
destrozaban unos a otros, no se podían ver. Yo no hablaba, ni me conocían la
voz. Cuando me hacían una entrevista era mi marido el que me contestaba.
-¿Qué le gustaría
hacer en la Academia? ¿Qué cree que es lo más urgente?
(Gesticula con los brazos mientras sus labios dicen «nada»
sin emitir un sonido). Pues... no tengo experiencia. Creo que lo primero que
habría que hacer es procurar que entraran más mujeres. Yo no me puedo quejar,
pero que en trescientos años sólo hayan entrado en la Academia tres mujeres es
un poco fuerte, ¿no?
Este encuentro ha servido para
recordar y homenajear a una autora que para mí, personalmente, es un referente
de la literatura española junto a Carmen Martin Gaite y ha servido, aparte de
para pasar una agradable tarde literaria
escuchando a autores consagrados, para aumentar mi deseo de releer no solo
Olvidado Rey Gudú, sino esa última obra que se publicó inacabada tras su muerte
y que me pareció pura delicia, “Demonios Familiares”.
Os dejo, porque lo considero un
verdadero tesoro, este documental que realizo RTVE sobre Ana María Matute.
¡Qué envidia me das! Ya sabes los problemas que tuve para llegar, pero ahora te leo y me da un coraje que no te puedes ni imaginar.
ResponderEliminarLa crónica es fantástica, porque anima un montón a querer volver a releer la novela.
Un beso.
Sabes que te echamos de menos, mucho. El homenaje fue precioso y el libro caer a 22 a los después. Gracias corazón. 😘
EliminarPrecioso homenaje a esta gran autora! Gracias por esta fantástica crónica. Casi como estar ahí!
ResponderEliminarBesotes!!!
Fue genial escuchar a grandes autores hablando de esta inmortal autora, por la que, ademas yo siemto debilidad. Gracias Margari. 😘
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