lunes, 2 de julio de 2018

Homenaje a Ana María Matute


Coincidiendo con el cuarto aniversario de su muerte y con la Edición conmemorativa de su gran obra, el pasado lunes 25 de Junio, en la librería Rafael Alberti, la Editorial Destino celebró un homenaje a la gran Ana María Matute.

Este acto se estableció como una conversación a tres voces entre los autores Loreto Sesma, Lorenzo Silva y Lea Vélez, que, moderados magistralmente por Inés Martin Rodrigo, hablaron de la autora y de su obra, sobretodo de “Olvidado Rey Gudú”, la obra reeditada.
Comenzaron los autores comentándonos como se habían acercado a Ana María y por extensión a su obra.

Loreto Sesma, la más joven de los ponentes y, tal vez, por ello la más alejada de la autora, nos expuso como fue la editorial y la preparación de este acto quienes le habían acercado a ella.

Lorenzo Silva comentaba que él conocía apenas el nombre de la autora que aparecía en los libros de literatura de su época de estudiante junto a Carmen Laforet y poco más, pero que no había leído nada de ella hasta que en el año 96, cuando recibió el Premio Nadal y Ana María Matute era parte de ese jurado, le dió cierto apuro no haber leído nada suyo y lo primero que encontró en la librería fue Olvidado Rey Gudú, cuya lectura le sorprendió al leerla tanto como ahora al releerla;  ya que la imagen  que de  Ana María y su obra tenía,  era de novelas oscuras, novelas de provincias, grises… y se encontró con una historia de corte fantástico, pero en el fondo no un cuento para niños, sino la misma historia de la humanidad.
Lea comparte con Lorenzo esa especie de prejuicio sobre la oscuridad de las novelas de Ana María Matute y en Rey Gudú se ha encontrado con un universo que refleja todo  el imaginario de la humanidad, definiendo esta obra,  por una parte como  La Odisea y por otra como El  Cid. La lectura de esta novela ha sorprendido a Lea  produciéndole una apertura fantástica a una autora que conocía, pero cuyas letras siempre habían sido desconocidas para ella.

Loreto comparaba esta obra con las novelas actuales que son parte de su día a día como Juego de Tronos,  centrándose en señalar que el libro está lleno de emociones escondidas en un cuento épico.
Lorenzo, por su parte, indicaba que, esta novela, que por el titulo la gente puede identificar con una historia para niños, encierra una violencia extrema, mostrando los ángulos oscuros de la vida, sin que haya nada sobreactuado, una novela que continuamente señala el mal, una historia alejada de los cuentos de hadas tradicionales. Una historia fantástica en la que existe además, un profundo conocimiento de la Edad Media que se refleja continuamente en la historia, e incluso en ese magnífico material inédito que aparece en la novela y que confiere un marco creíble  y un armazón solido a toda la narración.

Inés hablaba de la valentía de Ana María Matute, tercera mujer en entrar en la RAE y primera mujer en salirse de los cánones con la escritura de este libro, al que ni la sociedad ni la industria literaria de la época estaban acostumbrados, se atrevió a escribirlo o por mejor decir, a publicarlo, sencillamente porque era lo que a ella le gustaba.

Esta afirmación, la ratifica Lea Vélez, indicando  que, efectivamente esa satisfacción en la narración rezuma en cada palabra. Nos hablaba Lea de lo aterrador de no saber cómo van a reaccionar los demás a lo que escribes, cuando no tienes referencia, cuando no hay nada con lo que compararse. Habla Lea desde su propia experiencia, desde el su escribir sobre lo que quiere escribir. Resalta la autora la presencia permanente de la nostalgia de la infancia en el libro, de la perdida de esa infancia, de la tristeza de abandonar ese mundo.

Inés hablaba sobre la superstición de Ana María, algo que había oído y que suponía que cuando un autor acababa su gran obra, moría, tal vez por ello, por su falta de deseo de morir, Olvidado Rey Gudú la acompañó durante 25 años de su vida, llegando a vender en su año de edición 2000000 ejemplares, muy por encima de los previstos en el informe inicial de ventas.

Estos 25 años que acompañaron a la autora las páginas de su obra Magna, las comprende Lea muy bien, pues  ella siente que  mientras el libro está abierto está vivo, que acabarlo es como perder un amigo, confesaba que a ella misma, cuando le gusta mucho un libro que esta escribiendo, cuando éste consigue “abrirle los poros del alma”, la cuesta acabarlo, alatgando este momento lo máximo posible; por ello no le costaba  imaginar a Ana María viajando con esas cajas que guardaban los folios que la acompañaron mientras la obra estuvo siendo creada.

Hablaron los autores de su experiencia con los plazos de entrega, de sus propias vivencias, comparada con esa anécdota de Ana María cuando se decidió la publicación,  prácticamente encerrada por la editora hasta la entrega de Olvidado Rey Gudu con la compañía de una secretaria que ejercía no solo como tal, sino también como una especia de guardiana.  Lorenzo rememoraba esos años en que se escribía a mano y luego se pasaba lo escrito a  máquina para corregir sobre lo escrito y vuelta a la máquina de escribir y se centraba en esa intensa actividad correctora de Ana María que puede verse en ese material añadido a la obra.

Llegando al final de la charla, les pedía Inés a los autores que recomendaran a los jóvenes  lectores esta obra de Ana María Matute.

Loreto Sesma indicaba que es un libro que ha conseguido “dejarla colgada” y que es una de esas obras que seguro va a releer con el paso de los años, porque está segura de que descubrirá, en esa relectura aun más de lo que ha encontrado en ésta.

Lorenzo por su parte hablaba de esa generación lectora a la que no hay nada que recomendarle y de aquellos a los que les cuesta un poco más y a los que debe advertir que la mayor dificultad de esta novela es presentar una prosa densa, lejos de la prosa a la que están acostumbradas las nuevas generaciones, una prosa sin profusión de diálogos, con páginas completas de párrafo, con presencia, incluso de oraciones subordinadas; y que intentaría  provocarlos indicándoles que están reverenciando, por vía audiovisual algo que es mucho mas esquemático que esta obra, algo mucho más simple que la obra que nos ocupa, una novela en la que en todas las paginas pasa algo.

Lorenzo recomienda como forma de acercamiento a Ana Marial leer la entrevista que ABC ha recuperado y que podéis leer en este enlace.


Y Lea por su parte, recomienda, que los padres lean a sus hijos este libro, aunque no sea completo, aunque sean páginas, para enganchar a los niños con esa riqueza del lenguaje que presenta Olvidado Rey Gudú, sin un solo cliché, pero referenciando todos esos cuentos infantiles que todos conocemos.

Los tres autores coinciden en la calidad de esta novela, la gran obra de la vida de la autora,  una obra que, como señalaba Lorenzo Silva, solo es capaz de publicar, un autor consagrado, que ya está de vuelta de todo,  o alguien que comienza, con ese desconocimiento, con  esa inconsciencia, de lo que es el mundo literario.

Finalizó Inés la exposición haciendo referencia a esa entrevista que se realizo hace 22 años y que, a pesar de ello, sigue de rabiosa actualidad, a dos preguntas y dos respuestas que dibujan a la autora.

-¿Mejor, entonces, ahora que en los años cincuenta, cuando usted frecuentaba las tertulias del café Gijón?
Quita, quita. Yo no iba al Gijón: me llevaban arrastrada. Mire: yo soy una mujer que no se aburre nunca, lo he pasado muy bien y muy mal, pero nunca me he aburrido... excepto en las tertulias del café Gijón. ¡Aquellos vociferantes señores que no decían nada! Horroroso. Y es que la posguerra fue muy triste, muy sórdida. Había una envidia, ¡madre del corazón, qué envidia! Se destrozaban unos a otros, no se podían ver. Yo no hablaba, ni me conocían la voz. Cuando me hacían una entrevista era mi marido el que me contestaba.
-¿Qué le gustaría hacer en la Academia? ¿Qué cree que es lo más urgente?
(Gesticula con los brazos mientras sus labios dicen «nada» sin emitir un sonido). Pues... no tengo experiencia. Creo que lo primero que habría que hacer es procurar que entraran más mujeres. Yo no me puedo quejar, pero que en trescientos años sólo hayan entrado en la Academia tres mujeres es un poco fuerte, ¿no?

Este encuentro ha servido para recordar y homenajear a una autora que para mí, personalmente, es un referente de la literatura española junto a Carmen Martin Gaite y ha servido, aparte de para  pasar una agradable tarde literaria escuchando a autores consagrados, para aumentar mi deseo de releer no solo Olvidado Rey Gudú, sino esa última obra que se publicó inacabada tras su muerte y que me pareció pura delicia, “Demonios Familiares”.

Os dejo, porque lo considero un verdadero tesoro, este documental que realizo RTVE sobre Ana María Matute.



4 comentarios:

  1. ¡Qué envidia me das! Ya sabes los problemas que tuve para llegar, pero ahora te leo y me da un coraje que no te puedes ni imaginar.

    La crónica es fantástica, porque anima un montón a querer volver a releer la novela.

    Un beso.

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    1. Sabes que te echamos de menos, mucho. El homenaje fue precioso y el libro caer a 22 a los después. Gracias corazón. 😘

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  2. Precioso homenaje a esta gran autora! Gracias por esta fantástica crónica. Casi como estar ahí!
    Besotes!!!

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    1. Fue genial escuchar a grandes autores hablando de esta inmortal autora, por la que, ademas yo siemto debilidad. Gracias Margari. 😘

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