WOOLF, Virginia (1925)
La Señora Dalloway
Lumen Editorial (2ª
Ed. 2003), Barcelona, 267 pp
ISBN 10: 8426413374 /
ISBN 13: 9788426413376
Título: LA Señora
Dalloway
Publicada en 1925, La señora Dalloway,
la primera de las novelas con que Virginia Woolf revolucionó la narrativa de su
tiempo, relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta
alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente. La
historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando
empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión
de los Dalloway. Aunque en el curso del día suceda un hecho trágico -el
suicidio de un joven que volvió de la guerra con la mente perturbada-, lo
verdaderamente esencial de la obra estriba en que los hechos están narrados
desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros
y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de
un modo a la vez íntimo y objetivo. Casi ochenta años después de su aparición,
La señora Dalloway conserva intactas la oscura belleza y la originalidad que le
permitieron ingresar en la restringida familia de los clásicos del siglo XX.
Su único don era conocer a la
gente, casi por instinto, pensó, mientras proseguía su camino. Si se la ponía
en una habitación con alguien, arqueaba la espalda como un gato o ronroneaba.
Lo reconozco,
este mes me ha pillado el toro, y no con la lectura que acabé en fecha, sino
con la reseña, pero ya se sabe eso de que “ el hombre propone…” Y es que, entre
que este mes es más corto que los demás, que hay que ver como se notan dos o
tres días. Y que las dos últimas semanas no he hecho carrera de mi tiempo,
entre visitas a los cirujanos y nuevos inicios laborales… pues eso, que he
llegado tarde a contaros lo que me ha parecido la lectura que me propuse para
febrero.
Virginia Wolf
era una asignatura pendiente desde hace muchos años, tanta frase leída aquí y
allá, tanta cita acompañada de su rostro… y poco más.
Hace años me
regalaron “La Señora Dalloway”, una novela que siempre había querido leer pero
para la que nunca había encontrado el momento… hasta ahora.
Para ser
sincera la lectura me ha dejado un gusto agridulce.
He de reconocer
que es una novela adelantadísima a su tiempo, una novela en la que la autora,
nos dibuja un fiel retrato del Londres posterior a la primera guerra mundial, a
la gran guerra.
Una novela en
la que nos sumerge en las consecuencias psicológicas que la gran guerra suponía
para los supervivientes y para sus familias.
Las personas que más nos aman no
nos convienen, cuando estamos enfermos. Pero no estaba loco ¿verdad? Sir
William dijo que jamás hablaba de “locura” a esto lo llamaba “no tener sentido
de la proporción”.
Una novela en
la que nos presenta la vida de la burguesía Londinense, a través de un día en
la vida de una mujer de clase alta, una mujer de vida regalada, cuya única preocupación
es la preparación de una fiesta en la que conseguir apoyos a su marido.
Clarissa tenía que verlo todo a través
de los ojos de Dalloway, lo cual es una de las tragedias de la vida
matrimonial. Dotada de criterio propio, tenía que citar siempre las palabras de
Richard, ¿Cómo si uno no pudiera saber, al pie de la letra, lo que Richard
pensaba gracias a leer el Morning Post por la mañana!. Estas fiestas, por
ejemplo, estaban íntegramente dedicadas a él, a la idea que Clarissa tenía de él (para hacer justicia
a Richard, sin embargo, era preciso reconocer que hubiera sido mucho más feliz
dedicándose a cultivar la tierra en Norfolk.
Y a través del
presente de Clarissa y también de sus recuerdos del pasado, la autora aborda
temas
nada comunes en aquella época, y mucho menos escritos por una mujer.
nada comunes en aquella época, y mucho menos escritos por una mujer.
Aborda el amor,
el amor entre mujeres, el amor adolescente y también el amor maduro…
Lo raro ahora, al recordarlo,
era la pureza, la integridad, de sus sentimientos hacia Sally. No eran como los
sentimientos hacia un hombre. Se trataba de un sentimiento completamente
desinteresado, y además tenía una característica especial que solo puede darse
entre mujeres, entre mujeres recién salidas de la adolescencia. Era un
sentimiento protector, por parte de Clarissa; nacía de cierta sensación de
estar las dos acordes, aliadas, del presentimiento de que algo forzosamente las
separaría (siempre que hablaban de matrimonio, lo hacían como si se tratara de
una catástrofe, lo cual conducía a aquella actitud de caballeroso paladín, a
aquel sentimiento de protección, más fuerte en Clarissa que en Sally)
Analiza la
lucha entre la razón y el corazón y la supremacía inevitable de la primera
entre las clases más acomodadas de la sociedad en pos de alcanzar una
determinada posición… y mantenerla.
Y a través de todos
estos aspectos realiza una censura de la
situación de la mujer de su época, una reivindicación de la validez de las mujeres,
de su necesaria presencia en todos los ámbitos de la vida política, profesional
y social, de la que el máximo exponente es Mrs Bruton y una feroz crítica
pagina tras pagina de esa clase a la que pertenece Clarissa Dalloway.
Hubiera preferido mucho mas ser
una de esas personas como Richard, quien hacia las cosas por ellas mismas, en
tanto que, pensó, esperando el momento de cruzar, la mitad de las veces ella no
hacía las cosas simplemente, no las hacía por sí mismas, sino para que la gente
pensara esto o lo otro; lo cual le constaba era una perfecta estupidez (y ahora
el guardia levantó la mano), ya que nadie se dejaba arrastrar ni siquiera
durante un segundo.
Y hasta aquí la parte dulce, una historia con
numerosas aristas y múltiples personajes que nos muestran la realidad desde su
propio punto de vista, una historia que fue novedosa en su época y que sigue siéndolo
en nuestros días.
Y esta parte dulce es la que me ha resultado a
la vez amarga.
Una novela plagada de personajes a los que hay
que ir descubriendo sin que exista en ningún momento diferenciación entre
ellos. La autora escribe saltando de uno a otro, del pensamiento de un personaje a otro, de la vida
de uno a otro e incluso del presente y el pasado de algunos de ellos. Todo ello
sin capítulos, sin pausa posible, lo que, hace difícil y lento entrar en la
historia.
Si a esto añadimos el lenguaje “florido de la
autora” y una prosa cargada de descripciones, la lectura se ralentiza en
algunos momentos hasta límites insospechados… y sin embargo, esto también tiene
su parte dulce, porque es un verdadero placer disfrutar de tanto ingenio.
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