HERNÁNDEZ MARCET, Susana (2019)
Los miércoles salvajes
Ed. Milenio, Lleida, 216 pp
ISBN: 978-84-9743-856-8
Samanta y Hugo, amigos desde la infancia en las duras calles de Ciudad
Meridiana, en el extrarradio barcelonés, trabajan juntos en la empresa de seguridad
propiedad de Hugo. Sam necesita dinero, mucho más dinero del que gana como
escolta privada, para procurarle un tratamiento a su novio que padece una grave
lesión medular desde hace doce años. Su amigo y jefe le propone un trabajo
ilegal y muy bien pagado que los arrastrará a ambos al oscuro mundo del tráfico
de medicamentos en un espiral de violencia y traiciones. Los miércoles salvajes nos lleva
desde las chabolas de Accra, en Ghana, donde Sirhan y Lewa luchan por conseguir
medicinas que traten la diabetes tipo1 que aqueja a su madre, a los entresijos
del tráfico ilegal de medicinas comandado por María y Joao, dos hermanos
portugueses, y al frío y hermético universo de la industria farmacéutica.
El negocio de los
medicamentos falsificados funcionaba como un reloj y resultaba bastante menos
arriesgado que el tráfico de estupefacientes, muchísimo más lucrativo y en el
peor de los casos, las penas de cárcel, gracias a la laxitud de las leyes y las
lagunas jurídicas existentes en la mayoría de los países, menos severas.
Los miércoles salvajes es una
de esas novelas a las que no le sobra ni les falta absolutamente nada, ni una
frase, ni una palabra, ni un punto, ni siquiera una coma.
A priori podría parecer una
novela breve, o así lo suponen sus escasas 200 páginas.
Pero os engañaría si os dijera
que la brevedad la determinan las palabras escritas, porque esta historia es
cualquier cosa pero breve.
La novela nos cuenta tres
historias que convergen en algún punto, de forma concreta o colateralmente, nos
muestra tres historias que como el efecto mariposa nos demuestran que las
acciones, lo que se sucede en un lugar tiene consecuencias imprevisibles en el
otro lado del planeta.
Susana nos pone frente a los
ojos una cruel realidad que los que vivimos en el primer mundo, los que tenemos
la suerte de poder acceder a la asistencia sanitaria universal ni siquiera
somos capaces de imaginar.
Piensa que
solamente un porcentaje de la población se droga de manera más o menos asidua,
en cambio todo el mundo sin excepción, se medica en algún momento de su vida
La autora nos enfrenta, sin
paños calientes a la ambición exenta de cargas morales de María la portuguesa,
un personaje que me ha fascinado por su falta de escrúpulos, por su frialdad,
por una crueldad que nace del rencor, de la ira y de la falta de amor que ha
sentido toda su vida y que la convierten en un ser odioso y temible y con el que
es imposible sentir empatía. Un personaje al que es imposible querer y por todo
ello o tal vez precisamente debido a ello, para mi es EL PERSONAJE.
Jamás se permitía sonreír
del todo.
No estaba el mundo para regalar sonrisas.
Alguien, que dada
su incapacidad de amar, se había especializado en inspirar terror. Esa era su
hermana.
Frente a esta personalidad
carente absolutamente de sentimientos, deshabitada de sentimientos proclives al
amor, se encuentra Sam.
Una mujer que ha renunciado a
su vida, que ha convertido el amor y el sentimiento de culpa en el centro de su
existencia.
Y ese sentimiento, ese amor que ella coloca en la cúspide de su
pirámide vital es, precisamente la que le empuja a meterse, del tirón y sin
escudo en un mundo tan desconocido como peligroso,
un mundo, al que su razón le exige negarse, pero al que su corazón y la posibilidad
de recuperar a quien fue vital para su vida a los 18 años, le arrastra sin remedio.
Esa posibilidad de conseguir
dinero “fácil” y en general, su vida, la que le permite vivir holgadamente, es
consecuencia de su relación con Hugo, un hombre de éxito, un hombre hecho a sí
mismo. Su amigo, su hermano elegido, el que lleva protegiéndola desde su
adolescencia por motivos menos nobles o mejor dicho, menos fraternos de los que
Sam quiere reconocer, porque en realidad, no hay mas ciego que el que no quiere
ver.
Si perdía a Hugo,
perdería a la persona que había estado a su lado toda la vida, a las buenas y a
las malas. Al amigo que nunca le fallaba, al hermano que siempre le prestaba su
hombro para llorar.
Si perdía a Hugo
se quedaría sola para siempre.
Le sobrevino un
estremecimiento.
Y en esa aventura peligrosa Sam involucra, sin
remedio a Asier, un ejecutivo farmacéutico,
pintor frustrado, deseoso pero indeciso de abandonar una vida aburrida y rutinaria a
la que Sam dará la vuelta sin remedio.
Ya sabes. Es mejor
arrepentirse de lo que se ha hecho que de lo que no llegaste a hacer. […]
Merecía ser feliz,
sentirse a gusto en su piel, mirarse al espejo y no apartar la mirada.
Y en el otro extremo del mundo dos niños obligados
a comportarse como adultos antes de tiempo,
luchan por conseguir los
medicamentos que salven a su madre de una muerte a la que está condenada por
una enfermedad cuyos medicamentos no cubre la sanidad pública inexistente en un
país como Ghana.
Dos niños que serán capaces de todo que se doblegaran
a la maldad de los adultos que les rodean para conseguir los medicamentos
legalmente y que, cuando desaparezca tal posibilidad acudirán a la única solución
posible.
La solución que conecta su existencia con María La
Coja, con Joao y con sus truculentos negocios.
Los
traficantes campaban a sus anchas, colocaban la mercancía adulterada con
harina, tiza o almidón a precios de saldo y se marchaban a las fronteras con
Togo y Burkina Faso, Mumbai, La India, destino a Ghana o Nigeria prestos a
inundar las calles de Accra y de otras ciudades africanas con total impunidad
otro día más. La gente de María vendió sin mayores problemas todo el excedente
de medicamentos caducados o en mal estado que llevaban consigo.
Es una novela original, novedosa, una historia que
te obliga a reflexionar sobre todo en general y en particular:
Sobre lo que algunos son capaces de hacer por
dinero.
Sobre lo que otros son capaces de hacer por amor.
Sobre lo que somos capaces de arriesgar por los de
nuestra sangre y por los que, sin serlo, son parte de nuestra familia.
Sobre la suerte que, a veces, olvidamos que tenemos, de vivir donde vivimos.
Una magnifica lectura y una autora sensible y
descarnada en su justa medida, una mujer
que llama a las cosas por su nombre, exponiendo una realidad que aunque nos
resulte alejada está presente en nuestro mundo, más de lo que deseamos pensar.
Una autora a la que voy a seguir de cerca y a la
que os aconsejo conocer si aun no lo habéis hecho.
Y ya sabéis
lo que se dice “Lo breve, si bueno, dos veces bueno”. Y en este caso muchas más
de dos.
Se encontró, de
repente, con que no tenía a nadie de quien cuidar ni por quien desvelarse, ya
no había trincheras tras la que esconderse. […] Suponía que algún día llegaría
a un pacto de no agresión con su pasado, a una especie de convivencia pacífica
y respetuosa. Por el momento, no era así. Los recuerdos conservaban su carga
maligna, un potencial arrollador
Una reseña sublime, como esta historia, como sus personajes, como los buenos ratos que nos ha hecho pasar y, sobre todo, por lo que da para pensar por todo lo que en ella ocurre y por lo que no ocurre.
ResponderEliminarUn beso.
Magnifica reseña a la que no le sobra ni le falta nada. Y para mí María también es el PERSONAJE, el alma mater de esta historia, sin ella sin duda sería otra, más amable, porque tanta maldad sería imposible. Sirhan y Lewa me robaron el corazón, no pude evitarlo, hicieron que la rabia me ahogara por momentos. Una denuncia social la que hace este libro más que necesaria
ResponderEliminarPor desgracia, una realidad muy presente. Una gran novela de Susana Hernández. Me he estrenado con ella y repetiré seguro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es difícil no ponerse en los zapatos de los personajes que lo están pasando mal. Coincido contigo en que María es uno de los personajes que no se puede sentir empatía.
ResponderEliminarPara mí ha sido un descubrimiento, tanto autora como libro y sospecho, que leeré sus publicaciones anteriores.
Es una novela que te hace reflexionar y mucho, te lleva a darte cuenta que cosas que para nosotros son tan asequibles para otros son vitales. Me ha gustado mucho como escribe Susana ya que no la conocía, todo un acierto de lectura!!
ResponderEliminarHola. Me gustó la frase, "Lo breve, si bueno, dos veces bueno” Los miercoles salvaje es una novela llena de acción y que no decae en ningún momento. Una gran lectura como tu reseña. Siempre un placer leerte. Besos.
ResponderEliminarTu reseña invita a leer el libro con creces, apuntado queda. Un saludo, Cometa.
ResponderEliminarParece una historia alucinante, tendré que hacerle un hueco.
ResponderEliminarMenuda reseña, muy completa. No te voy a decir que me la apunto porque la hemos leído juntas y estoy de acuerdo en prácticamente todo. Una gozada.
ResponderEliminarBesos
Pues si Gema yo también creo que ha sido una lectura magnifica, y descubrir a la autora una suerte, estaré pendiente de lo que publique porque me ha ganado como lectora. Un beso
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