miércoles, 4 de septiembre de 2019

La sinagoga del agua


De Aguilar González, Pablo (5 de Septiembre 2019)
La sinagoga del agua
Roca Editorial, Barcelona, 320 pp.
ISBN: 9788417305994

1391, durante el pogromo, los cristianos atacan la sinagoga donde un judío esconde a su hijo David, recién nacido, junto a su hermano.
Época actual, en Úbeda donde unas excavaciones encuentran restos de aquella sinagoga destruida.

El día en que David es arrancado de los brazos de su hermano, nadie es consciente de a cuántas personas y durante cuántos siglos tendría repercusión tal acto.
Francisco, un albañil de Los Cerros, acaba de perder a su hijo recién nacido. Antes de poder tomarlo de los brazos de su madre para enterrarlo, un grupo de cristianos exaltados por las arengas de algunos predicadores mendicantes que culpan a los judíos de haber emponzoñado los pozos llaman a su puerta armados con aperos de labranza para animarlo a seguirlos. Es el pogromo de 1391. Francisco, en mitad de la masacre dentro de la Sinagoga, encuentra escondido a Abraham con su hermano bebé en brazos. En ese momento, cree ver el remedio a toda su pena, a toda su frustración y a los reproches de su mujer. A pesar de la oposición del hermano mayor, que había prometido cuidar de él, Francisco se lo lleva para sustituir al hijo muerto. Desde ese momento, la vida de Abraham se centra en cumplir la promesa que le hizo a su madre antes de morir y regresar a David al sitio que le pertenece para cuidar de él y devolverlo a su verdadera fe.
Pasado el tiempo David tendrá un hijo que llegará a calificador de la inquisición; pero al descubrir que su sangre cristiana no es tan pura como siempre le habían dicho, se labrará fama de implacable a pesar de todo lo que tiene que ocultar.
Seis siglos después, unas obras descubren lo que parece que pudo ser una sinagoga junto a la casa del inquisidor. Dante y Mara van a los Cerros a trabajar en las excavaciones. Poco a poco irán descubriendo por qué aquella sinagoga no fue destruida y cómo aquellas viejas piedras les cambia la vida igual que a sus antiguos habitantes.

“Uno nunca sabe donde esperan las cosas importantes”

Si tuviera que elegir un género sería sin duda la novela negra, lo sabéis quienes me conocéis. Pero mi otro gran amor es la novela histórica y cuando se desarrolla en enclaves reales, en lugares que no sólo puedo imaginar me siento atraída hacia la narración como las moscas a la miel.

Si a esto añadimos mi curiosidad por la cultura judía, quizá porque desde niña he paseado por calles llenas de simbolismo y presencia sefardí, a veces sin ser consciente de ello, quizá porque aun se siguen descubriendo  y, por fin poniendo en valor en aquellas calles de mi infancia vestigios de aquellas gentes, tal vez porque  hace años descubrí al abrigo de las murallas el jardín de Moshé de León, donde se rinde homenaje al universal autor del Sefer ha-Zohar, el hecho es que disfruto enormemente con cualquier historia que me acerque a ellos y si, como en esta ocasión es una historia tan bien encajada, tan bien fundada, con tanto trabajo previo, aún más.

La sinagoga del agua es una novela histórica, si, pero no es solo eso, no es solo la recuperación de esta joya arquitectónica cubierta de capas de olvido y cemento lo que se nos desvela página tras página. Pablo va más allá. Como en La Sinagoga, el autor va derribando poco a poco los muros de los personajes  hasta permitirnos ver su interior,  conocer los motivos de sus actos, los pensamientos y los sentimientos que los mueven y que los llevan y los mantienen o los hacen huir de Los Cerros, antes, ahora y siempre.

Es una historia de personas corrientes en dos épocas, con dos realidades vividas en un mismo lugar.
La historia que pudo haber sido la vida en Úbeda entre 1391 y 1492, la que nos desgrana un narrador que lo sabe todo y que nos va dosificando acertadamente la información sobre Francisco, Abraham, Alina, Elena, José de los Cerros, Tomás, Benicia… ese narrador que nos hace odiarlos y sin embargo entenderlos, el que nos muestra la “humanidad” en toda su extensión, con las virtudes y los defectos que pueblan cualquier vida, más aun si la época en la que te toca vivir te depara el lado de los ganadores o de los perdedores, ese lado de la realidad que no pueden decidir ninguno de nuestros protagonistas.

No sabe lo que dicen, algunas cabezas niegan, apenas nadie sonríe. Es fácil calentar los ánimos. No lo es tanto soportar las consecuencias una vez enfriados. Él lo sabe bien.

Y la historia de los que pasean sus calles entre 2007 y 2009 a los que están unidos a esta por sus propias raíces o por su propia conciencia, Ermelindo, Adnan, Elena… a los que solo se mueven por el interés, Ladislao, Mara… y a los que llegan por casualidad o por causalidad y acaban sintiendo también esa tierra como propia entre los que destaca Dante de Alcaraz, ese que nos cuenta su historia de primera mano, el que nos narra sus cuitas en primera persona, el que nos descubre su realidad y la de los que le rodean, ese personaje cercano, con fortalezas y debilidades, un personaje que despertó mi ternura desde el momento en que apareció por primera vez, tanta como desagrado despertó Ladislao, tanta como desconfianza me produjo Mara, como tristeza me produjo Elena a pesar de su risa permanente y su aparente frivolidad… porque a menudo, las cosas no son lo que parecen.

La vida para ella era eso: aprovechar cada instante al máximo. En un momento dado, se giró hacia mí, sus caderas a un lado y a otro, sus ojos fijos en los míos, su sonrisa. Esa sonrisa llena de franqueza y malicia al mismo tiempo.

La sinagoga del agua es una novela histórica, si, pero ante todo es una novela que habla de las
personas, de los errores cometidos y de los repetidos, de esos que parece que llevamos anclados a nuestro ADN como el color de nuestros ojos. Es una novela de sentimientos, de los más sublimes y de los más despiadados, es una historia que disecciona las pasiones, el amor y el odio, el sentido de perdida y la culpa, los celos y el odio exacerbado e irracional que nos hizo cometer actos atroces en muchas épocas de nuestra historia, pero especialmente durante aquel oscuro siglo XV.

El odio de nuevo acumulado, la miseria, el hambre, la sequia y todas las maldiciones apuntando otra vez a los deicidas, a los usureros, a ese pueblo orgulloso y altivo que los predicadores señalan como culpable de todos sus males.

Se descubrió a sí mismo, dentro de sus propios pensamientos, mezquino y ruin, acusándola de los más graves pecados con tal de librarse el.

Una historia de promesas cumplidas y de promesas casi imposibles de cumplir. La historia de un lugar descubierto por casualidad y rescatado del olvido, un lugar sobre el que y sobre la vida entre sus muros podrían escribirse cientos de historias y el autor ha escrito la mejor posible.

Y mientras leía no he tenido más remedio que asomarme a esa sinagoga aunque solo haya sido a través de una pantalla, de haber estado cerca os aseguro que habría corrido a pasear por sus estancias. Y he revivido esa historia que ha salido de la mente del autor, pero que bien podría haber sucedido tal como en la cuenta, porque es una historia compacta, preciosa y triste y sobretodo verosímil, porque las cosas podrían haber sido así o podrían haber sido de la forma que cada uno de vosotros queráis imaginar.

Descubrir a este autor y su historia ha sido una grata experiencia, una experiencia que espero repetir pronto y que os aconsejo viváis, porque este descubrimiento merecerá la pena, os lo aseguro.

-El primer día de clase, un profesor nos dijo que la historia no son solo fechas y hechos señalados, ni los grandes actos de los grandes hombres. La historia es la vida de las personas normales, de los que, como nosotros, apechugaban con los actos de los notables.

2 comentarios:

  1. Hola, la verdad es que estaba dudando con este libro, no tenía claro si me acabaría denconvencer pero viendo que lo has disfrutado y leyendo lo que cuentas creo que al final me decidiré.

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  2. hola Gema! que me has contagiado tanto las ganas y el entusiasmo con tu reseña que voy a asomarme tambien a una sinagoga! gracias, una lectura diferente, gracias, saludosbuhos.

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