jueves, 31 de enero de 2019

RETO LECTOR 2019.- ENERO,. Un libro de menos de 100 páginas


Este es el primero de los retos del 2019 que lanzó la Biblioteca Pública Provincial de Córdoba y que conocí en Facebook a través de la escritora y amiga María José Moreno.

El reto de Enero consistía en leer un libro de menos de 100 páginas y os aseguro que me ha costado encontrarlo.

Buscando y buscando, recordé de un libro que hace unos años me regalo un amigo, con una preciosa dedicatoria que me vinculaba con el título, un libro al que no había conseguido encontrarle el momento y que ha conseguido encontrarme a mí a través de esta iniciativa:  Sueño de Huruki Murakami.


MURAKAMI, Haruki
Ilus.: Kat Menschik (2013)
Sueño
Libros del zorro rojo, Barcelona,  84 pp
ISBN: 978-84-941619-4-0

“Me pregunte cuantos días llevaba sin dormir.
El primer día en que no había podido conciliar el dueño había sido un martes, dos semanas atrás. Es decir que hacía diecisiete días y diecisiete noches.
Un tiempo muy largo.
Ya casi no recordaba en qué consistía dormir”

Este es el párrafo que aparece en la contraportada del libro.

Si buscáis en cualquier página de internet de compra de libros, incluida la de la propia editorial, encontrareis que la sinopsis es bastante más extensa, pero debido a la longitud de este relato no he considerado oportuno reflejarla en este comentario.

Este es el segundo “cuento” que leo del autor, en breve compartiré la opinión que me produjo la primera vez que me acerqué a su literatura. Ya decidí entonces que debo acercarme a sus novelas y este relato ha hecho que me reafirmé en ello.

En esta obra, el autor, convierte una vida ordinaria, rutinaria y predecible;  la de un ama de casa de clase media en una ciudad portuaria  de Japón, en una vida a la que la protagonista dota de tiempo extra en detrimento del descanso necesario que el sueño no le proporciona.
Y no porque ella no quiera, no por un insomnio pasajero cuyos efectos ya conoce.

“Me adormilaba un poco. Pero en la habitación contigua, al oro lado de una fina pared, mi conciencia permanecía viva, alerta, vigilándome. Mientras mi cuerpo vagaba titubeante por la penumbra, no dejaba de sentir, allí, justo al lado, el aliento y la mirada de mi propia mente. Yo era el cuerpo que va a sucumbir a la modorra y, al mismo tiempo, la conciencia dispuesta a permanecer despierta.

No es esta la situación que afecta al relato, sino el hecho de la falta de sueño, así sin más y de la falta de efectos sobre una protagonista de la que no llegamos a conocer el nombre.


Sin embargo, cuando ahora digo que no puedo dormir me refiero a algo completamente distinto. Distinto de principio a fin. Simplemente no puedo dormir. Ni siquiera me entra sopor. Pero aparte del hecho de que soy incapaz de conciliar el sueño, mi estado físico es excelente. No estoy adormilada, mi mente se mantiene muy clara. Incluso diría que mas despejada que de costumbre. Tampoco mi cuerpo muestra anomalía alguna. Tengo apetito. No siento cansancio. Hablando desde un punto de vista práctico, no tengo ningún problema. Simplemente no puedo dormir.

Esta situación la lleva a recuperar hábitos perdidos para aprovechar esas horas “extra”,  principalmente la lectura, sobretodo de los clásicos Rusos, lo que permite al autor hacer su particular homenaje a una de sus obras cumbres “Anna Karenina” que la protagonista lee y relee como si le fuera la vida en ello.

“Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es de un modo distinto”

Y a este sano hábito, esos sí, llevado al extremo, le acompañan otros abandonados en la juventud, y también la adquisición de algunos nuevos que rozan los límites de la cordura. Porque la protagonista va ganando cosas en este tiempo regalado, pero también va perdiendo muchas otras y va perdiendo, o eso me parece, parte de su propia humanidad.

Desde que no podía dormir, me asombraba lo simple que era la realidad. Desenvolverse en la vida era muy sencillo. […] Era igual que manejar una maquina muy sencilla: una vez que aprendías el  modo de empleo, se trataba solo de ir repitiéndolo.

Murakami nos hace transitar por territorios  más o menos conocidos: el  insomnio, los sueños, las pesadillas, las parálisis del sueño… Pero también nos lleva de la mano por terrenos inexplorados, porque no se vosotros, pero yo no conozco a nadie que sea capaz de aguantar 17 días, ni 7 siquiera,  despierto y en plenas facultades. Y lo hace de una forma tan detallada, tan coherente que llegamos a pensar que no dormir es lo más normal del mundo.
Y de repente, cuando estamos instalados en esa normalidad, da una vuelta de tuerca y  nos  coloca en la tesitura de no saber, cual es la parte  normal en esta historia, si es que, en realidad, hay alguna.

Y lo hace a través de imágenes cotidianas, y a través de una prosa clara, sin circunloquios, una escritura perfectamente cuidada y justamente adjetivada.

Y más allá de las bondades técnicas, la historia en general y su final, en particular me han llevado a un desazón que aún permanecen y me ha instalado en la duda continua de si habré sido capaz de entender, en realidad, el alcance de este relato, si habré sido capaz de desvelar, en fin, lo que hay tras este Sueño. Y eso es lo que le pido a una historia, que para bien o para mal, me remueva, me haga sentir y reflexionar y no os quepa duda que en las escasas 84 páginas, que se quedan en apenas 60,  si obviamos las ilustraciones, el autor lo ha conseguido.

Así que dejó de asustarme el hecho de no poder dormir. No había razón alguna para tener miedo. “¿Y porque no me lo tomo de un modo más positivo?, pensé. “Porque estoy ampliando mi vida”. “Las horas que iban de las diez a las seis de la mañana eran solo mías. Hasta entonces, el sueño- aquello que llamaban:” acto de subsanación para el enfriamiento”- me había ocupado la tercera parte del día. Pero ahora ese tiempo era mío. De nadie más. Solo mío. Y  yo podía utilizarlo a mi antojo. Sin que nadie me molestase, sin que nadie me pidiese nada. Si. Mi vida se había ampliado. Yo estaba ampliando mi vida en una tercera parte.


lunes, 21 de enero de 2019

Las largas sombras


BARCELÓ, Elia (2018)
Las largas sombras
Roca Editorial, Barcelona, 384 pp
ISBN: 9788417092719

¿Puede algo sucedido hace más de treinta años cambiar radicalmente la vida de un grupo de amigas? ¿En qué han quedado los sueños y esperanzas de unas chicas que en 1974 tenían diecisiete años?

«Al final de su vida, se ha dado cuenta de que los secretos destruyen; de que hay que iluminar los rincones para que no haya sombras; que en las sombras se ocultan los monstruos.»

Rita, regresa a su pueblo en Alicante después de muchos años de ausencia. Se dirige a casa de Lena, una de las amigas de entonces, pero la posibilidad de un feliz encuentro se ve truncada por una imagen horrible e inesperada: Rita encuentra a Lena muerta en el baño de su casa. Lo que empieza pareciendo un suicidio, se convierte después de algunas investigaciones, en un posible asesinato. Rita decide entonces reunir a las amigas de entonces para hablar de lo ocurrido. A partir de aquí, se iniciará el reencuentro de este grupo de amigas que hace 33 años que no se ven, después de que un terrible suceso las separara y marcara su vida para siempre. Porque el pasado siempre vuelve, siempre está oculto detrás de nosotros, pero a veces se nos muestra como un pliego más del presente.

Con una habilísima y muy personal mezcla de géneros, Las largas sombras va mucho más allá de la novela policiaca, del retrato de la España inmediatamente anterior a la Transición en una ciudad de provincias, de la narración de la nostalgia de sus protagonistas por una época en la que todo estaba por descubrir o de la crónica del desencanto que se ha ido instalando en sus vidas en la confrontación de los sueños con la realidad: Esta novela es una crónica astuta, desengañada y salvaje, narrada con inmediatez y frescura, y no exenta de humor, de una lucha por todo lo que vale la pena: el amor, la libertad, el respeto propio, la amistad, la esperanza.


«Old sins cast long shadows»
(Los viejos pecados proyectan largas sombras)
PROVERBIO INGLÉS

Siete mujeres unidas durante treinta años por un secreto y separadas durante treinta años por ese mismo secreto, un secreto que ha determinado su vida en el pasado, que ha determinado su forma de actuar y de vivir y que irrumpe para volver a determinarlas en el presente y en el futuro que las espera.

Yo me acuerdo. Pero me acuerdo a mi manera, porque los años van velando la memoria y añadiendo historias marginales, pequeños detalles que justifican los hechos, por muy injustificables que fueran entonces.

Siete mujeres en una búsqueda constante de sí mismas, no sólo en esa etapa caótica de la adolescencia sino en la época convulsa social y política en la que les toca vivir, una época de transición, en el caso que nos ocupa, en el más amplio sentido de la palabra.

Un despertar a ellas mismas y a los demás en una historia en la que ellas son las protagonistas absolutas siendo los hombres, un mero complemento para darle más fuerza a la propia historia.

Todo el mundo pensaba que Jaime era un poco simple, superficial, una especie de calzonazos simpático que se dejaba mandonear por su mujer. Lo que nadie sabía era que para Teresa su marido era el complemento perfecto: un hombre tranquilo, con una enorme serenidad en momentos de crisis, una torre de fuerza cuando hacía falta, una pared sólida en la que apoyarse aunque, hacia el exterior, la que parecía más resistente fuera ella y todos pensaran que Teresa era una roca.
Con Jaime podía quitarse la coraza y sacar sin miedo su parte más débil e insegura, sabiendo que él jamás se aprovecharía de su fragilidad.

Es esta una novela que habla del presente y de cómo éste está determinado, queramos o no, por los hechos del pasado. Una novela que habla de raíces, de nostalgias y  de sentimientos escondidos a los que es difícil enfrentarse.

Una novela que habla del sacrificio que estamos dispuestos a hacer por aquellos a quienes queremos, aunque aquéllos lo rechacen, aunque ese sacrificio no sea necesario porque  nuestra perspectiva es errónea, nuestras deducciones son totalmente falsas.

Es una historia de amistad, pero también de inquinas largamente arrastradas. Una historia de confianzas y sospechas que se superan en pos del cariño forjado por y a pesar de experiencias gratas, pero también de aquellas que se convierten en traumas que cada uno, a nuestra manera, intentamos enterrar para poder seguir adelante.

—El pasado siempre influye en el presente, Jaime. No se puede ir en contra. Somos lo que somos ahora a consecuencia de lo que fuimos, de lo que hicimos, de lo que nos sucedió. —Rita se había puesto muy seria, a pesar de que Jaime solo había intentado hacerla sentir mejor, pero estaba claro que era un tema que a ella le importaba mucho. No había más que ver sus películas.
—En inglés hay un proverbio —intervino Ingrid— que dice que «Los viejos pecados proyectan largas sombras».

Una historia que confirma la máxima de que los recuerdos no son una realidad exacta, sino que son lo que cada uno recordamos e interpretamos, son la vivencia de cada uno de nosotros, que ante el mismo acontecimiento componemos imágenes a menudo diametralmente opuestas.

Pero como le pasaba con casi todo lo que tuviera relación con aquella época, todo se le desdibujaba, como sucede en sueños cuando tratas de apresar un objeto y se va alejando de tu mano tendida. «¡Qué escurridizo es el recuerdo!, pensó, ¡Qué traidor! Crees que te acuerdas de una época y, si tratas de hacerla presente, te encuentras con que no tienes más que algunos esbozos, como diapositivas borrosas que resumen meses, años de tu vida. Y los únicos momentos que podrían servir de cabo del ovillo para tirar del hilo y devanar la madeja son los que más celosamente has ocultado debajo del sofá, con su compañía de pelusas e insectos muertos.»

Y es una novela, la primera que leo de su autora, en la que Elia utiliza una prosa tan cuidada, tan llena de sensibilidad, que no ha habido página en la que no haya marcado una frase que me hiciera pararme a reflexionar, llegando, en algunos casos a alargarse estas citas a páginas completas.  

He disfrutado de una lectura intimista, que he saboreado en cada párrafo, en cada página.
Una historia que, magistralmente, va cerrándonos caminos para llevarnos al único posible para resolver un misterio que sobrevuela toda la novela desde la primera pagina y que aun  llevándonos de la mano, nos suelta, a escasas páginas del desenlace para sorprendernos con un final magníficamente pergeñado, que no es, en ningún caso, el que esperaríamos leer.
 
Acercarme a esta autora ha sido una experiencia deliciosa, una experiencia que estoy segura, repetiré pronto, por lo que nos espera descubrir en sus próximas novelas y por lo que, personalmente me queda por descubrir de las anteriores.

Los secretos destruyen a quien los guarda, pero mucho más a quien los olvida porque entonces siguen vivos y lo devoran calladamente, en la oscuridad.
¿Crees que podría olvidar con solo desearlo? Recordar es el castigo de quien pierde la inocencia.
Lo que hice, lo que haré, ya nada importa: en la vida, en el sueño, en el insomnio, no soy más que la tenaz memoria de esos hechos.

jueves, 17 de enero de 2019

La química del odio


CHAPARRO, Carmen (2018)
La química del odio
Espasa Libros, Barcelona, 416 pp.
ISBN: 9788467052633


«El odio es un animal hermoso, imposible de encerrar, con sed de sangre. El odio se despereza, se extiende y te atrapa. Se alimenta de tu rabia. Y al final vuelves a odiar. Porque es fácil. Porque lo necesitas».
¿QUÉ HARÍAS SI, TRAS HABER SOBREVIVIDO A LA QUE CREÍSTE QUE ERA LA PRUEBA MÁS DURA QUE PODÍAS SOPORTAR, EL DESTINO TE LLEVARA OTRA VEZ AL LÍMITE?

Para la inspectora jefa Ana Arén no hay tregua: después de que resolviera el caso que prácticamente acabó con ella, debe enfrentarse a un reto endiablado, el asesinato de una de las mujeres más famosas de España.

Siempre cuestionada por su superior, al frente de un equipo que aún no confía en ella y con el foco mediático sobre la investigación, Ana se ve de nuevo ante un crimen aparentemente irresoluble en el que el tiempo y el pasado se empeñan en jugar en su contra.


De los asesinos se aprende que, a trozos, todo se transporta mejor. No solo un cadáver. También el miedo. O el arrepentimiento. Incluso la pena. A trozos todo se puede llevar mejor de un sitio a otro porque cuanto más pequeños, más fácil te será deshacerte de ellos.

No es la primera vez que leo un  libro sin  leer la primera parte.

Es cierto que no es necesario haber leído “No soy un monstruo” para entender “La química del odio”, pero he de reconocer que quizá hubiera sido preferible haberlo hecho. Pero, como siempre, el tiempo es finito y me dejé llevar por la recomendación de una amiga lectora sobre esta novela.

Es como digo, la primera novela que leo de la autora a la que conocía como periodista y presentadora, no solo de noticias sino de las novelas de otros compañeros escritores.

Una primera novela que me ha sorprendido en su prosa y en la trama.

Carme escribe de una forma deliciosa, trasladándonos una trama poco explotada a través de un lenguaje cuidado en el que expone de forma perfectamente comprensible la realidad histórica y los datos científicos  que enmarcan la novela en torno a  “los colores de la muerte”.

—Caput mortuum es la denominación genérica para este tipo de colores, y a veces —respondió la conservadora—
esa expresión se utilizaba para los pigmentos elaborados
no solo a partir de la descomposición de ciertos materiales, sino también a partir de la descomposición del cuerpo humano.
[…]
el mummy brown, un tipo de marrón elaborado a partir de restos
de momias y muy apreciado por su brillo y transparencia. Además, se cuarteaba muy poco comparado con otros pigmentos. Desde el siglo XVI
y hasta principios del siglo XX la mayoría de los pintores europeos lo usaron.

Compone su novela entorno a una mujer trastornada, marcada por un pasado remoto en el que una pequeña niña rubia perdió a su madre, un pasado reciente en el que la vida le enseñó la cara más amarga de la confianza quebrada y un presente que no mejora nada lo anterior. 
Un presente en el que su vida profesional se resquebraja, en el que ese pasado reciente la mantiene en el ojo del huracán de un superior que no sólo desconfía de ella sino que la somete, a la menor oportunidad a la humillación, que la denosta no sólo profesional sino también, personalmente, ante los subordinados que, como retales de saldo, componen su nuevo equipo.  

La luz viaja más rápido que el sonido. Por eso algunas personas pueden parecer brillantes hasta el momento en el que abren la boca. Ruipérez era de esos. Si se quedaba calladito, en determinados ambientes podía dar el pego. Pero era hablar y retratarse como el misógino ignorante que era.

Un presente del que solo se salva quien le ayudó, con paciencia y amor infinitos a salir del pozo profundo en que le sumió un caso que traspaso con creces los límites de lo profesional. Un hombre que la respeta y que está a su lado para apoyarla, para sostenerla y para ayudarla, de forma extraoficial,  en algunos de los callejones sin salida que este caso le plantea.

Y todo ello bajo la presión de verse obligada a resolver un crimen en el que 6 personas, sin ninguna conexión aparente han resultado víctimas propicias.  Un crimen múltiple con ramificaciones que llegan a tocarle en lo personal y que le obligan a mirar cara a cara a un pasado que solo quiere dejar atrás, que necesita superar casi como el respirar. Y añadido a este el crimen de una "mujer prominente" con amigos en las altas esferas. 

La autora transmite de manera magistral el ámbito policial y el ambiente de los platós que tan bien conoce, pero lo que más me ha sorprendido, en lo que he encontrado un extra a esta magnífica lectura, es la forma en que la autora es capaz de describir la mente humana, en sus sentimientos más difíciles, en sus momentos más bajos.

Es capaz de meterse en la mente de un asesino sin escrúpulos, de entrar como Pedro por su casa en el cerebro de un egocéntrico de manual, pero también es capaz de transmitir de una forma tan real que pone la piel de gallina la profunda sima en la que la que cae una mujer acosada por el sentimiento de culpa, es capaz de describir como no había llegado a leer, la depresión, con mayúsculas y la tremenda dificultad que supone salir de ella.

Primero fue la oscuridad. Durante mucho tiempo. En su cabeza. En su estómago. En su hígado. A su alrededor. Oscuridad densa y húmeda. Se le pegaba a los ojos como brea enfriándose y ya no podía deshacerse de ella.
[…]
Nunca se había sentido tan sola. Nunca se había odiado tanto a sí misma. Pero al menos tenía una sábana con la que cubrirse de pies a cabeza. Esa cama era su fortaleza, su trinchera frente a la vida. Esa habitación era su refugio antibombas, su cuartel de invierno. Si seguía allí, quieta y tapada, aguantando las náuseas, nada podría empeorar. Bajo esas sábanas pensar en la muerte era un alivio. Tan solo existe, entonces, un último miedo, el miedo al dolor físico. Porque al otro, al dolor del alma y del corazón y de las tripas, ya estás acostumbrada. A las lágrimas que te comes ya estás acostumbrada. Y a las que viertes a oscuras. A los retortijones en el estómago ya estás acostumbrada. A no dormir estás acostumbrada. A golpearte la cabeza para intentar dejar de pensar ya estás acostumbrada.

Es esta, una magnífica novela policiaca, en la que la autora introduce, además la critica a la sociedad digital y digitalizada que nos determina, que nos limita, y que no permite que seamos dueños de nuestra propia intimidad; a menudo por decisiones precipitadas en las que exponemos inconscientemente más de lo que deberíamos y ya se sabe, lo que se cuelga en la red… siempre queda en la red.

Sin duda, ha sido una magnifica manera de estrenarme con esta autora, a la que estoy segura, no tardaremos en volver a leer porque si algo deja “La química del odio” es un cúmulo de preguntas sin respuesta, preguntas sobre los porqués, más que sobre los cómos, porque aún nos queda mucho por descubrir de la Inspectora Ana Arén y yo estoy deseando hacerlo.

Creamos el odio de la nada, lo hacemos crecer y lo guardamos como un peso de plomo en la boca de nuestros estómagos. Una energía gratuita y autorrenovable con una potencia de destrucción brutal. Nos hace sentir poderosos. Clarividentes. Porque el amor nos nubla, pero el odio nos vuelve sagaces. Y entonces aprovecha cualquier grieta para hacer daño.


domingo, 13 de enero de 2019

Teatro EDP Gran Via

El pasado jueves, 10 de Enero, de la mano de Smedia y gracias a la invitación de Nacho Fandiño,  asistimos al nacimiento del TEATRO EDP GRAN VIA. 

Un proyecto que no sólo supone un acuerdo empresarial sino que implica un acuerdo social pues en este teatro se llevará a cabo la experiencia de convertir la energía generada por el público en energía eléctrica que favorecerá a  organizaciones sin ánimo de lucro. 

Con este patrocinio la compañía energética refuerza su compromiso con el fomento de la cultura como motor de desarrollo, así como su compromiso social con distintos proyectos solidarios.

¿Y como es ésto posible? Pues es lo que aquella mañana Enrique Salaberría, presidente del grupo Smedia y Vera Pinto Pereira, consejera del área comercial del grupo EDP, presentados por la periodista María Fernández Miranda y acompañados por Fabian Doñaque de Fabs Robotics, responsable de la parte técnica vital para este proyecto, nos quisieron contar y que os traigo a continuación.

El Teatro EDP Gran Vía de Madrid se convierte en el primer teatro capaz de medir la energía de las emociones que generan los espectadores y transformarla en energía eléctrica para compartir con los demás. Lo hará mediante un sistema (un equipo acústico centralizado en una consola) que recoge la energía que se genera en la sala y la transforma en kilovatios hora que se donarán a instituciones y proyectos solidarios.

Todos los sonidos generados en cada función (aplausos, vítores…) por los espectadores serán captados y enviados a una mesa central que recoge las variaciones en decibelios durante toda la representación, y el momento exacto en el que se producen. Esta información queda registrada a lo largo de la función con lecturas en tiempo real y al finalizar la obra se traduce la cantidad y nivel de decibelios alcanzados en kilovatios hora.

Para mostrarnos de forma práctica como se va a llevar a cabo esta medición, Víctor Ullate Roche y Jordi Vidal han representado uno de los números de “El jovencito Frankenstein”, musical que actualmente en cartelera y hemos podido visualizar en pantalla la energía generada por nuestros propios aplausos.

Consultados los actores sobre la entidad a la que van a donar los kilowatios nos indicaron que aun no han decidido cual de las dos o tres que barajan será finalmente la beneficiada que comunicaran tan pronto lo decidan.

Durante los próximos tres años, tras las funciones que se representen en el Teatro EDP Gran Vía de Madrid, se podrá conocer con exactitud la cantidad de energía creada. De esta forma, cada espectador se convertirá en un generador de energía. Los datos se publicarán en las redes sociales del teatro.

Además, en una de las pantallas del teatro aparecerán los kWh generados tras cada función y los espectáculos que más energía han generado.

Tras este corto acto de presentación tuvimos la oportunidad de degustar un fantástico Bruch en el vestíbulo del teatro.
Fue una experiencia grata y novedosa que seguro tendrá una gran repercusión, una experiencia a la
que #SoyYincanera ha querido dar voz, porque no solo leemos libros, vamos mas allá y nos interesa todo lo que huela a cultura.

Inspector Solo


JIMENEZ, David (EL TITO) (2017)
Inspector Solo
Ed Versatil, Barcelona, 376 pp.
ISBN: 9788416580880

La vida de Marcial Lisón quedó marcada desde el mismo momento en el que el Asesino del café puso un pie en la ciudad de Cartagena. Conocer su identidad, dieciocho años después, lejos de haber supuesto un alivio para el inspector, hizo que descubriese que su pasado descansa sobre una mentira con la que es difícil convivir. Desde entonces, Sola, un galgo recogido junto a unos contenedores de basura, se ha convertido en su única familia. Su carácter hosco y alejado de lo políticamente correcto tampoco le ha permitido granjear grandes amistades; más allá de la de Zoe Ochoa, su compañera, y Sasha, una prostituta rumana con la que comparte algo más que sexo.

Despertar en el interior de su coche, frente al edificio de Sasha, sin recordar cómo ha llegado hasta allí, y descubrir que la han asesinado, solo será el comienzo de una vorágine autodestructiva que alcanzará su cénit cuando Marcial compruebe que Zoe lo ha traicionado.

Pero ¿por qué no recuerda nada de esa noche?

¿Cómo gestionar una investigación en la que las evidencias se empeñan en convertirlo a él en el principal sospechoso?

Estos interrogantes sumirán la existencia de Marcial Lisón en una ingobernable zozobra en la que estabilizar su vida y demostrar su inocencia se convertirán en su verdadera obsesión.


Marcial buceo en su memoria. No sabía nada de la vida privada del resto de la gente de la que se rodeaba a diario. Nunca había sentido la necesidad de conocer más allá de lo que cada uno proyecta al exterior; seguramente por miedo a constatar lo que ya sabía: nadie se muestra como es; todos fingen ser la persona que mejor se ajusta a sus aptitudes y que mayor abanico de posibilidades le ofrece para pasearse por la vida con el menor número de traspiés.

A pesar de conocer de una primera aventura de la saga protagonizada por Marcial Lisón y a la espera de comenzar “No es tiempo de peros”, me dispongo a hablaros de “Inspector Solo”, un descubrimiento de novela, de autor y de protagonista. La última novela que leí en el 2018 y que ha con seguido un  puesto de honor en la lista de los mejores libros del año que acaba de terminar.

David nos regala una novela policiaca en mayúsculas, en la que la investigación del asesinato de una prostituta encargada a una atípica pareja de policías,  implica la necesaria investigación de otros crímenes y, por ello, otros hilos de los que tirar, otros departamentos con los que colaborar, otras actuaciones poco ortodoxas que realizar  y una vuelta al pasado que se materializa en el presente para cercenar la estabilidad, tan trabajosamente ganada de nuestro protagonista.

Y siendo esta, como digo, una gran novela policiaca,  es una grandísima novela negra; con una crítica explicita a la doble moral, a la hipocresía social que se establece alrededor de la prostitución, a ese doble rasero en el juicio de profesional y  cliente, esa comparación no solamente cruel, sino totalmente injusta.

-¿Qué tiene que ver el Señor Bernal con la muerte de una puta?
La pregunta del comisario era, para Marcial, un fiel reflejo de la involución en la que la humanidad había devenido. Se utilizaba el tratamiento de señor al individuo cuyo poder adquisitivo le permitía disponer de las prestaciones sexuales de una mujer a la que la sociedad tildaba de puta, convirtiendo la transacción en un flujo unidireccional de demagogia. El, al menos, tenía la decencia de tratar por igual a una prostituta que a un comisario del Cuerpo Nacional de Policía.

Y es, además, una crítica feroz a la corrupción. A la que se da en el ámbito empresarial, pero también a la que se da en el escenario que nuestro autor mejor conoce, en la esfera policial, en sus altas  instancias.

Y sobrevuela toda la novela una crítica a la sociedad en que nos ha tocado vivir y al poder que confiere el dinero a las puertas que abre y cierra en función de la necesidad de quien lo tiene.

Era un puto gilipollas, pero tenía dinero; y en esta sociedad de mierda el dinero es poder y el poder da más dinero.

Y en esta novela he quedado fascinada por nuestro inspector, porque ya se ha hecho parte mía. Un protagonista, antihéroe de manual, irreverente, insensible, solitario, adicto a la cerveza, poco dado a respetar la jerarquía y enemigo de estrechar lazos afectivos, se esfuerza por mantener a salvo esa coraza que le aísla y que amenaza con resquebrajarse a cada paso de la novela.

Marcial es un personaje psicológicamente complejo, con una personalidad a todas luces incomprensible para cualquiera de nosotros, pero absolutamente solida y creíble por la forma en que el autor nos lo presenta.

Un hombre incapaz de experimentar los sentimientos que mueven al común de los mortales: el cariño, la amistad, la empatía, el arraigo familiar… pero que mantiene vivo un valor tan importante y denostado como la lealtad.

Una vez  más la experiencia le confirmaba a Marcial que la empatía era uno de los dones más absurdos. No alcanzaba a entender porque disfrazar los sentimientos con ropajes prestados convertía a los seres humanos en personas.

Un hombre que teme a su demonio interior, que lucha por mantenerlo a raya casi tanto como lucha por no dejarse afectar por la emotividad de quienes le rodean, sobretodo de las dos mujeres que comparten protagonismo con Marcial en esta aventura: Shasa, la prostituta asesinada, con quien le unía algo más que el acercamiento carnal, pero algo menos que el acercamiento personal y Zoe, su compañera, su subalterna, esa mujer a la que se ha abierto “más de lo deseado” y a la que aleja, a la que convierte en su particular saco de boxeo cuando la percibe más cerca de lo que puede o quiere permitirse  y de la que, por esa cercanía que se niega a aceptar, duele intensamente lo que él considera una traición.
Una mujer que le admira y que confiaba en el ciegamente… al menos al inicio de la novela, porque, probablemente, sea éste el personaje que mayor transformación sufre a lo largo de la trama.

Había sido testigo de excepción de la defunción de la agente tímida que no arrostraba valor ni para sostenerle la mirada y del nacimiento de una Zoe comedida que, si bien no plantaba cara, no se conformaba con ser mera espectadora de las decisiones que él tomaba. Pero la que tenía frente a sí, con los ojos inyectados en rencor, era otra diferente. Se trataba de una versión más actualizada de la agente Ochoa. Una mujer independiente que no se limita a recibir órdenes y ejecutarlas, sino que las ponía en entredicho y las pulía a su antojo.

Y como tercer vértice de este perfecto triangulo protagonista, Sola, una galga, único ser vivo capaz de transmitir algo de paz al Inspector Lisón, el único ser por el que nuestro personaje es capaz de sentir algo parecido al amor.

Marcial disfrutaba viendo la estilizada figura de la galga danzar, ajena a su virtuoso don […]. Pocos minutos después, el paseo había obrado su milagro habitual: aislarlo de lo mundano y transportarlo hasta la ingravidez de lo onírico. Pocos eran los momentos en los que la cabeza de Marcial se evadía y poco el tiempo que esta sensación perduraba.

Ha sido una lectura soberbia, en la que he disfrutado de la trama, del ritmo y sobretodo de los personajes y en la que el final me ha dejado en el punto justo para ansiar volver a sumergirme en el universo de Marcial sea cual sea el futuro que nos depara su próxima aventura que, por suerte, no tardará en llegar.

Si bien era un tipo solitario, esa muralla de soledad había sido erigida sobre tres pilares básicos: Sola, Sasha y Zoe. Uno de ellos había sido derruido y los otros dos se tambaleaban, amenazando con dejarlo con la única compañía que trataba de evitar: la de su demonio interior.

lunes, 7 de enero de 2019

El taller de libros prohibidos


GARCIA, Olalla (2018)
El Taller de libros prohibidos
Barcelona, Penguin Random House, 576 pp
ISBN: 978-84-666-6433-2

Un thriller histórico ambientado en el fascinante mundo del libro en el siglo XVI.

Novela histórica y de intriga, El taller de libros prohibidos nos transporta a la época en la que imprimir, vender y leer libros podía llegar ser una actividad sumamente peligrosa.

Alcalá de Henares, 1572. La joven librera Inés Ramírez acaba de quedar viuda y ha de ponerse al frente del negocio familiar. Pronto descubre que su esposo poseía la clave de acceso al único ejemplar de un libro prohibido, cuya desaparición había sido ordenada por el poder político y la Iglesia siglos atrás.

Con la colaboración de Pierre Arbús, un oficial de imprenta francés, inicia la investigación. Tendrá que tratar con personajes de todo tipo: maestros impresores, eruditos, delincuentes, nobles de alta cuna. Y todo bajo la sombra omnipresente de la Inquisición, que vela por controlar el pensamiento y la palabra, y la estricta censura de Felipe II.

A todos los que defienden los libros y lo que estos representan.

En esta novela nos ofrece la autora un retrato fiel de la posición de las mujeres en el siglo XVI; del estatus social que ostentaban en función de su estado civil, de como estar solas (sin compañía masculina) las convertía en NADA, en carne de cañón para sus semejantes, no solo los del género masculino, para la sociedad en general.

Una época en la que la mujer valía lo que valía su honra.

Se daba el caso de que la reputación de la hembra resultaba más frágil que la del varón; pues si a este solo se le juzgaba en base a sus actos, a ella se le sentenciaba por meras sospechas.

https://es.wikipedia.org/wiki/Indumentaria_femenina_en_Espa%C3%B1a
Catalina Micaela de Austria
,
(Sánchez Coello hacia 1585).
 Viste "salla castellana entera" de seda,
de 
mangas redondas, abiertas y unidas
con puntas por encima de las
manguillas brocadas
(de las que sobresalen los puños de encaje).
Adornan el 
cuerpo, collarín, botones
y cinturón de orfebrería.
La 
lechuguilla llega a tapar las orejas.
 Sujeta unos guantes, símbolo de femineidad.
Es, ésta, la historia de Inés, de una mujer que se revela ante estas convicciones, que se niega a que se
le nieguen su identidad y sus derechos. Una mujer en contra de una sociedad patriarcalmente férrea y de un gremio esencialmente masculino en el que no tiene cabida la mujer más que como “complemento” del hombre, como sostén de éste y de su casa, una sociedad en la que la mujer no tiene ni voz ni voto y en la que la protagonista se empeña en alzarla, en vivir sin obligadas ataduras.

“Ni espada rota ni mujer que trota”. Inés lo sabía por experiencia. Ya había tenido que hacer frente a aquellas mismas imputaciones decenas de veces. De nada servía argumentar que ella contaba con los conocimientos necesarios para desarrollar su oficio tan bien como cualquiera de sus familiares varones.

Una mujer que odia los secretos, pero a quien su viudedad coloca en el centro del más grande que pudiera imaginar, la búsqueda de una obra perseguida por la Iglesia.

A Inés no le gustaban los secretos. No sentía curiosidad por desvelar los ajenos, ni inclinación a crear los suyos propios. Sentía aversión hacia el fingimiento, el engaño y la hipocresía, e inclinación por las personas francas y directas, seguras de sus opiniones y sin temor a defenderlas; las que preferían afrontar las consecuencias de sus palabras y sus actos en lugar de refugiarse en la pasividad o el silencio.

Y es que nos encontramos en un momento de la historia, en la que se lleva al paroxismo el temor que al  poder le genera el pensamiento del pueblo. Un pensamiento cuya libertad se coarta más y más a través de los preceptos religiosos, del cristianismo, única confesionalidad valida en el lugar y tiempo que nos ocupa.

También la corona española se mostraba decidida a controlar las ideas circulantes en sus territorios y, a través de ellas, la disposición y el comportamiento de sus súbditos. Contaba para ello con poderosos instrumentos: la justicia del rey y el Santo Oficio. El Consejo de Castilla debía dar su previa aprobación a todo libro publicado en sus territorios; y el dicho permiso dependía a su vez del informe favorable de un censor inquisitorial. La inquisición, además, había publicado su Índice de Libros Prohibidos, que incluía todo titulo considerado pernicioso por no guardar el respeto debido a su majestad o a la Santa Madre Iglesia.

La historia de Inés, y por extensión la de Pierres, se desarrolla en una ambientación magnifica tras la que se barrunta un trabajo de documentación concienzudo que la autora traslada a la historia, explicándonos, no solo el proceso de impresión de los libros, sino los riesgos de hacerlo a menudo aún teniendo en cuenta la lista de libros prohibidos, de los métodos expeditivos de la inquisición  y de la persecución a que se vieron sometidos los integrantes del gremio de impresores.

En esta historia Olalla nos lleva de la mano por la Villa Alcalaína, recorriendo esas calles de noche sin más luz que la de los protagonistas, invitándonos a visitar sacristías, casas señoriales y talleres, pero también los márgenes del rio y los caminos, dotando a la obra de un marco exacto y perfectamente definido que nos ayuda a vivir la historia como si fuéramos nosotros mismos quienes luchan por salvaguardar la honra e incluso la vida en pos de un “encargo” heredado que no ha de traernos más que sinsabores.

El sitio en cuestión resultó ser un caserón no muy distinto a tantos otros de los que se alzaban en aquel barrio, con su portón con postigo, sus ventanas enrejadas en forma de jaula y sus balcones en el piso principal.

Lámina de Antón Van den Wyngaerde , "Antonio de las viñas"
https://grdelval.blogspot.com/2016/01/alcala-de-henares-en-el-siglo-vxi.html
Y nos introduce de lleno en la vida diaria de los talleres y de las casas que los albergan en esa vida cotidiana de oficiales y maestros, pero también de criadas y señoras… y de conventos y de la vida universitaria de aquellos tiempos.

Y sobrevuelan durante toda la trama, los actos reprobables a los que pueden llegar los hombres por su fanatismo, por la enfermiza necesidad de imponer sus ideas, sus criterios, que consideran los únicos validos. Y como conseguir estos objetivos es solo posible a través del poder que confiere la riqueza, por que el dinero, también  era “poderoso caballero” en el siglo XVI.

Cierta mañana, uno de ellos le comunicó que alguien preguntaba por él. El curioso en cuestión resulto ser un individuo de buen aspecto y modales pulcros que ocupaba una de las celas individuales. Estas, que podían arrendarse por la onerosa suma de quince reales al mes, evitaban que los presos de calidad se mezclasen con la chusma hacinada que infestaba de pestilencias la cámara común.

Y todo ello contado con una prosa pulcra, cuidada, adecuada a la época y que nos regala, a cada paso frases para enmarcar.

Hay un lugar del alma en el que los infortunios compartidos crean vínculos irrompibles.

Ha sido este un gran estreno para 2019 de lectura simultanea en #SoyYincanera.

Una lectura que no solo me ha entretenido, sino que ha conseguido indignarme por lo que cuenta y que siento como agravio propio por el hecho de ser mujer, con la que he viajado por el siglo XVI y por ese Alcalá que aun guarda entre sus muros la esencia de entonces, en la que he aprendido sobre un tema apasionante, los libros y su creación y en la que he vuelto a horrorizarme por un capitulo tan negro de la historia de España, Tribunal de la Santa Inquisición y sus terribles métodos.

Un libro magnífico al que merece la pena dedicar nuestro tiempo y toda nuestra atención.

Había luchado tanto para erguirse y mirar al mundo de frente… Se había resistido a encarnar las virtudes silenciosas e invisibles que se esperaban de una mujer.