martes, 28 de enero de 2020

Un misterio en Paris


Leroux, Gastón (1921-1922)
Un misterio en París (Ed. Ilustrada) Mayo 2019
Depoca Editorial, Asturias, 208 pp.
ISBN: 9788494687594

Tras unas vacaciones que el periodista Rouletabille y su esposa comparten con el matrimonio Boulenger, se produce un doble asesinato. La actitud ambigua de las víctimas, que coqueteaban desde hacía tiempo, lleva a la policía a considerar a Rouletabille como principal sospechoso. El reportero, brillante detective aficionado, necesitará toda su sagacidad para probar su inocencia.A través de Sainclair, quien ha aceptado ser su abogado y se convierte en el narrador del caso, podemos seguir las aventuras de esta trepidante investigación —con un un sinfín de giros que tendrán su culmen en un final apoteósico:la deslumbrante escena del juicio en la que saldrá a relucir toda la verdad— que se convirtió en una de las mejores novelas de esta serie de culto que Leroux dedicó a su alter ego literario.

Aquí reconocí el famoso sistema de Rouletabille, que consistía en partir de una idea únicamente necesaria, una idea que se imponía, fatal en cierto modo, para, a partir de ella, buscar los indicios que corroborarán dicha idea, lo que diferenciaba su sistema del método inductivo de todos los Sherlock Holmes que son víctimas de pistas o huellas que se encuentran por casualidad, y que les conducen a donde ellas quieren, es decir, a un error a menudo planificado de antemano por las partes interesadas.

Tenía unos doce años la primera vez que leí a Gaston Leroux. Podría decir que fue una especie de revelación o que era un autor al que deseaba conocer, pero mentiría, llegar a este autor fue pura casualidad.

Mi amiga Cristina me recomendó y me prestó un ejemplar de “El misterio del cuarto amarillo”, cuando ambas habíamos acabado con todos los libros recomendados para nuestra edad de nuestra no muy amplia biblioteca escolar. La novela era parte, sorprendentemente, de una colección juvenil.

Ya he comentado en alguna ocasión que mis inclinaciones literarias se dirigían claramente a las novelas policiacas y de misterio, lo que llamábamos de aventuras,  de las que consumía todo lo que caía en mis manos, María Gripe, Agatha Christie, Enyd Blyton… pero leer a este autor me fascinó por la perfección del misterio que planteaba, un asalto cometido en una habitación cerrada.

Tras el misterio del cuarto amarillo fue el turno de “El perfume de la dama de negro” que era citadae n la primera y… hasta ahí mi inmersión en este clásico del misterio, hasta ahora.

Otra vez, la novela llegó a mis manos por casualidad, fui a la librería dispuesta a cobrar mi botín del tarro de los libros del 2019 buscando un ejemplar de “Un cadáver en la mansión Sainsbury”, que no era capaz de encontrar, el dependiente liberó este maravilloso libro de la estantería y no tuve más remedio que traérmelo a casa.

Lo primero que he de decir es que esta novela hay que leerla con la visión de la época, pues es una aventura que se desarrolla en un contexto específico que para la mentalidad actual es difícil de entender.

No era un mal hombre, el señor Hébert; como suele decirse, no haría daño a una mosca, aunque hubiera enviado a no pocos asesinos a la guillotina, pero le parecía natural que un marido engañado matara como un salvaje.

Como leemos en la sinopsis, el misterio se centra en descubrir al asesino de una pareja de infieles, insisto, en una época en la que el honor estaba por encima de los derechos, sobretodo del derecho a la vida, una época, en la que, a través de la mirada de Gaston Leroux las infidelidades, al menos en las clases altas (no se mueve de otras esferas), están a la orden del dia, se conocen y en muchos casos se aceptan como parte de la normalidad, siempre y cuando, eso sí, no interfieran en el orgullo del hombre, pues de ser así tiene arrogado el derecho a restituir su honor. Mientras la mujer, como un ángel puro, soporta estoicamente las infidelidades del varón con el único propósito de mantenerlo a su lado.

Un marido que sorprende a su esposa con un amigo en circunstancias que no dan lugar a dudas sobre la naturaleza del encuentro, elimina a los dos culpables: el caso no era una novedad.

Y a pesar de estos antecedentes, no es este contexto lo más importante de la novela, sino el propio misterio y la forma en la que el autor consigue que su alter ego vaya atando los cabos hasta conseguir una imagen completa de lo acaecido consiguiendo a la vez su exculpación en un crimen en el que parece evidente su mano.

El autor consigue darle a la trama un ritmo frenético a través de escasos personajes y en no demasiados escenarios en los que se adivina un detallado conocimiento, tal vez porque fueran los lugares por los que discurría su vida habitualmente.

Junto a Rouletabille, como en otras entregas, su fiel amigo Sinclair, que en este, como en anteriores
entregas, también actúa como narrador de la aventura.

Sinclair, que, como se explica en el listado de personajes principales, desconfía de las mujeres por un antiguo desengaño amoroso, permite al autor contraponer su cinismo a la defensa cerrada que el reportero hace de la virtud de su esposa Ivana y a la vez ensalzar las virtudes de las mujeres que el autor defiende continuamente a lo largo de la novela.

Es increíble lo insignificantes que somos al lado de las mujeres. Gracias a su extraordinario instinto, ellas perciben, presienten y predicen el devenir de los minutos venideros que permanecen en la más absoluta oscuridad incluso para el más fuerte y astuto de los hombres.

No voy a desvelar nada ni de la trama, ni del resto de personajes, porque esta novela se merece ser conocida y ser leída sin prejuicios, con una mirada atemporal que nos haga disfrutar, únicamente, de la maestría de un autor capaz de enredar los hechos hasta su máximo exponente y conseguir desentrañarlo ante nuestros ojos sin artificios, sin trampas, sin eso que tanto me molesta en algunas de nuestras lecturas contemporáneas de “sacarse al asesino de la chistera”. Nada en esta trama chirría, a medida que se nos desvelan los detalles vamos encontrándoles la lógica precisa y la coherencia con lo que se nos han contado los hechos páginas atrás.

Lo dicho, una lectura para no dejarla pasar, un autor al que es necesario conocer, una magnífica edición con la que disfrutarla aún más.

En ocasiones, el animal que llevamos dentro galopa de un modo terrible.

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