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viernes, 29 de noviembre de 2019

RETO LECTOR 2019.- Marzo.- Un libro de un autor de tu pais


Franco, Lorena (2019)
Quién mueve los hilos
La Esfera de los libros, Madrid, 471 pp
ISBN: 9788491644767

 CUANDO BUSCAS LA VERDAD
CORRES EL RIESGO DE ENCONTRARLA
Una mujer rica y de éxito muere en el mismo momento en el que el hombre al que amaba aparece en la lista de pasajeros del fatídico vuelo de Germanwings estrellado en los Alpes franceses el 24 de marzo de 2015.
Sara Mendieta, propietaria del edificio de la zona alta de Barcelona donde se halla el cadáver, será el objetivo de la investigación y la obsesión de los policías Joel Sanz e Isabel Morgado.
Sexo, violencia, riqueza, asesinatos, en definitiva lo más oscuro del alma humana. Todo ello orquestado por dos mujeres, frágiles y letales a la vez, que descubrirán quién mueve los hilos.

No es oro todo lo que reluce y nadie suele ser lo que aparenta o lo que nos deja ver. La vida está llena de mentiras, mentirosos que las cuentan e inocentes que se las creen.

La primera novela de Lorena Franco que leí también fue una de las primeras que reseñé en mi blog  Ella lo sabe.
Ya me sorprendió el estilo de la autora en aquella ocasión y ya me ganó con una trama compleja y sorprendente.

Con esta historia no hago más que confirmar aquella primera impresión, Lorena es una autora a la que tener muy en cuenta en el panorama literario actual.

La trama ha vuelto a sorprenderme por su complejidad y sin embargo la aparente facilidad con que la autora es capaz de desenredar la madeja que ella misma nos presenta completamente enmarañada en los primeros capítulos de la novela.

Uno nunca sabe que es capaz de matar hasta que conoce a alguien que merece morir. Alguien que te amenaza, te hiere y  pone en peligro la estabilidad que tanto te ha costado conseguir. Alguien que estaba destruyendo sin  piedad a quien yo quería y ella no merecía. No todas las almas están hechas para la destrucción; esas, probablemente, nunca se verán en la necesidad de acabar con vidas ajenas. Pero mi alma, desde que vino en este envoltorio, destruyó sin quererlo una vida mientras que otras, inevitablemente, cayeron a su alrededor. Es lo que algunos llaman “daños colaterales”.

Podríamos pensar que la autora ha escrito una novela policiaca si nos ceñimos a la sinopsis y al género, pero la novela trasciende ese género y se convierte en una novela negra, cruda y descarnada en la que no falta la critica a una sociedad hipócrita, a una alta sociedad enfangada en las más sucias pasiones, hundida en los instintos más bajos, en los actos más ruines… tengo la impresión de que la trama policial no es más que una excusa para ponernos delante la vida, y la  lucha por sobrevivir de

sus protagonistas.

El ser humano nace bueno. Es el mundo y las circunstancias vitales lo que le perturban; yo solo me defendí para seguir respirando. Es la gente con la que te encuentras, lo influenciable que eres, la mala o la buena suerte que tengas. Las decisiones. Todo en la vida depende de las decisiones.

Lorena vuelve a lucirse en los personajes femeninos, con dos protagonistas de lujo que son el yin y el yan, con dos mujeres, cada una de ellas a un lado del espejo, cada una de ellas con el lastre de un pasado desgraciado, dos mujeres que viven cada una en un margen de una misma realidad, dos mujeres, a priori diametralmente opuestas pero que tienen en común más de lo que ambas, más de lo que nosotros, seriamos capaces de imaginar antes de leer esta novela.
Me ha enamorado la ingenuidad, y sin embargo la dureza de Sara Mendieta; he llorado con ella, la he odiado a ratos, me ha indignado en muchos momentos y sin embargo, he conseguido empatizar con ella.

No me ha sido tan fácil hacerlo con Isabel, esa mujer a la que se le presupone la entereza, a la que entiendo pero no comprendo, a la que a ratos me han dado ganas de zarandear… una protagonista que, hasta un punto determinado casi consiguió sacarme de mis casillas, aunque en algún punto de la historia consiguió redimirse.

Y es que esta es la grandeza de esta historia, que eres capaz de creerte a los personajes, de sentirlos de carne y hueso aunque su mundo y sus vivencias sean diametralmente opuestos a tu rutinario día a día.

Junto a estas dos protagonistas un elenco de secundarios que completan un puzle perfecto, con buenos que no lo son tanto y malos que son mucho peores de lo que podamos imaginar, y es que si las mujeres son  personajes redondos, los hombres no les van a la zaga; no hay nada que me guste más en una novela negra que un “buen malo” y en esta, de eso estamos servidos.

-Porque los malos suelen ser más interesantes que los buenos y el odio hacia ellos despierta pasiones que los lectores creían escondidas y necesitan poder analizar aunque no tengan el libro delante- responde con seguridad-. Los malos son los que nos ofrecen las grandes lecciones de la vida y los que nos garantizan esos enredos que tanto disfruta el lector.

Lorena consigue personajes en tres dimensiones, personajes con sus luces y sus sombras, con sus virtudes y sus defectos, personajes que te crees, personajes que traspasan el papel y te hacen sentir y vivir sus sentimientos y sus vivencias como si fueran las tuyas.

¿Quién no oculta solo para si mismo un rasgo complejo que asusta incluso a la misma persona que lo posee? Todos tenemos nuestros propios fantasmas y, aunque nos escondamos debajo de las sabanas, no estamos exentos de que nos vengan a visitar, desencadenados por una situación extrema que los permita salir a la superficie bruscamente

Quien mueve los hilos es una aventura sobrecogedora, vertiginosa, triste, descarnada, dura… es una novela oscura y cruel, es una novela sorprendente y entretenida, pero es, sobre todo, una novela a la que os aconsejo que os acerquéis si queréis disfrutar de una buena historia, eso sí, hacedlo cuando tengáis tiempo porque va a ser difícil que podáis soltarla una vez comenzada la lectura.

Cada una de las decisiones que tomamos, por muy pequeñas que sean, nos conducen a  algo- no sabemos a qué- que será decisivo en nuestras vidas. Todo sucede, siempre, por algo.

jueves, 31 de enero de 2019

RETO LECTOR 2019.- ENERO,. Un libro de menos de 100 páginas


Este es el primero de los retos del 2019 que lanzó la Biblioteca Pública Provincial de Córdoba y que conocí en Facebook a través de la escritora y amiga María José Moreno.

El reto de Enero consistía en leer un libro de menos de 100 páginas y os aseguro que me ha costado encontrarlo.

Buscando y buscando, recordé de un libro que hace unos años me regalo un amigo, con una preciosa dedicatoria que me vinculaba con el título, un libro al que no había conseguido encontrarle el momento y que ha conseguido encontrarme a mí a través de esta iniciativa:  Sueño de Huruki Murakami.


MURAKAMI, Haruki
Ilus.: Kat Menschik (2013)
Sueño
Libros del zorro rojo, Barcelona,  84 pp
ISBN: 978-84-941619-4-0

“Me pregunte cuantos días llevaba sin dormir.
El primer día en que no había podido conciliar el dueño había sido un martes, dos semanas atrás. Es decir que hacía diecisiete días y diecisiete noches.
Un tiempo muy largo.
Ya casi no recordaba en qué consistía dormir”

Este es el párrafo que aparece en la contraportada del libro.

Si buscáis en cualquier página de internet de compra de libros, incluida la de la propia editorial, encontrareis que la sinopsis es bastante más extensa, pero debido a la longitud de este relato no he considerado oportuno reflejarla en este comentario.

Este es el segundo “cuento” que leo del autor, en breve compartiré la opinión que me produjo la primera vez que me acerqué a su literatura. Ya decidí entonces que debo acercarme a sus novelas y este relato ha hecho que me reafirmé en ello.

En esta obra, el autor, convierte una vida ordinaria, rutinaria y predecible;  la de un ama de casa de clase media en una ciudad portuaria  de Japón, en una vida a la que la protagonista dota de tiempo extra en detrimento del descanso necesario que el sueño no le proporciona.
Y no porque ella no quiera, no por un insomnio pasajero cuyos efectos ya conoce.

“Me adormilaba un poco. Pero en la habitación contigua, al oro lado de una fina pared, mi conciencia permanecía viva, alerta, vigilándome. Mientras mi cuerpo vagaba titubeante por la penumbra, no dejaba de sentir, allí, justo al lado, el aliento y la mirada de mi propia mente. Yo era el cuerpo que va a sucumbir a la modorra y, al mismo tiempo, la conciencia dispuesta a permanecer despierta.

No es esta la situación que afecta al relato, sino el hecho de la falta de sueño, así sin más y de la falta de efectos sobre una protagonista de la que no llegamos a conocer el nombre.


Sin embargo, cuando ahora digo que no puedo dormir me refiero a algo completamente distinto. Distinto de principio a fin. Simplemente no puedo dormir. Ni siquiera me entra sopor. Pero aparte del hecho de que soy incapaz de conciliar el sueño, mi estado físico es excelente. No estoy adormilada, mi mente se mantiene muy clara. Incluso diría que mas despejada que de costumbre. Tampoco mi cuerpo muestra anomalía alguna. Tengo apetito. No siento cansancio. Hablando desde un punto de vista práctico, no tengo ningún problema. Simplemente no puedo dormir.

Esta situación la lleva a recuperar hábitos perdidos para aprovechar esas horas “extra”,  principalmente la lectura, sobretodo de los clásicos Rusos, lo que permite al autor hacer su particular homenaje a una de sus obras cumbres “Anna Karenina” que la protagonista lee y relee como si le fuera la vida en ello.

“Todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz lo es de un modo distinto”

Y a este sano hábito, esos sí, llevado al extremo, le acompañan otros abandonados en la juventud, y también la adquisición de algunos nuevos que rozan los límites de la cordura. Porque la protagonista va ganando cosas en este tiempo regalado, pero también va perdiendo muchas otras y va perdiendo, o eso me parece, parte de su propia humanidad.

Desde que no podía dormir, me asombraba lo simple que era la realidad. Desenvolverse en la vida era muy sencillo. […] Era igual que manejar una maquina muy sencilla: una vez que aprendías el  modo de empleo, se trataba solo de ir repitiéndolo.

Murakami nos hace transitar por territorios  más o menos conocidos: el  insomnio, los sueños, las pesadillas, las parálisis del sueño… Pero también nos lleva de la mano por terrenos inexplorados, porque no se vosotros, pero yo no conozco a nadie que sea capaz de aguantar 17 días, ni 7 siquiera,  despierto y en plenas facultades. Y lo hace de una forma tan detallada, tan coherente que llegamos a pensar que no dormir es lo más normal del mundo.
Y de repente, cuando estamos instalados en esa normalidad, da una vuelta de tuerca y  nos  coloca en la tesitura de no saber, cual es la parte  normal en esta historia, si es que, en realidad, hay alguna.

Y lo hace a través de imágenes cotidianas, y a través de una prosa clara, sin circunloquios, una escritura perfectamente cuidada y justamente adjetivada.

Y más allá de las bondades técnicas, la historia en general y su final, en particular me han llevado a un desazón que aún permanecen y me ha instalado en la duda continua de si habré sido capaz de entender, en realidad, el alcance de este relato, si habré sido capaz de desvelar, en fin, lo que hay tras este Sueño. Y eso es lo que le pido a una historia, que para bien o para mal, me remueva, me haga sentir y reflexionar y no os quepa duda que en las escasas 84 páginas, que se quedan en apenas 60,  si obviamos las ilustraciones, el autor lo ha conseguido.

Así que dejó de asustarme el hecho de no poder dormir. No había razón alguna para tener miedo. “¿Y porque no me lo tomo de un modo más positivo?, pensé. “Porque estoy ampliando mi vida”. “Las horas que iban de las diez a las seis de la mañana eran solo mías. Hasta entonces, el sueño- aquello que llamaban:” acto de subsanación para el enfriamiento”- me había ocupado la tercera parte del día. Pero ahora ese tiempo era mío. De nadie más. Solo mío. Y  yo podía utilizarlo a mi antojo. Sin que nadie me molestase, sin que nadie me pidiese nada. Si. Mi vida se había ampliado. Yo estaba ampliando mi vida en una tercera parte.