viernes, 20 de noviembre de 2020

No volveré a tener miedo

Rivero, Pablo  (2017)

No volveré a tener miedo (eBook)

Suma, Barcelona, 328 pp.

ISBN: 9788491291176


La madrugada del 9 de abril de 1994 una familia es asesinada mientras duerme. El crimen conmociona a la sociedad española por la brutalidad de los hechos y porque es cometido a sangre fría por uno de sus miembros. Estos son sus últimos siete días de vida.

Tras una fuerte discusión, el padre abandona la casa familiar. Laura, la madre, arrepentida de haber sacado a la luz los secretos que con tanto esmero se esforzaban en esconder, tendrá que lidiar con los dos hijos que nunca quiso mientras encuentra la manera de hacerle volver. Raúl, el hijo mayor, obsesionado con el cine de terror, intenta huir de sus oscuras tentaciones a ritmo de canciones de Nirvana. Mientras que Mario, el pequeño, encuentra en la historia que le contó su hermano sobre un hombre que espera cada noche frente a su ventana, las claves para entender la ausencia paterna.

Pero, ¿qué tiene que ver ese hombre con el crimen que ocurrirá tan sólo siete días después? ¿Y con la desaparición del joven Jonathan García, acaecida hace un año en el mismo barrio?

Siete días en que cualquiera puede ser víctima o verdugo y en los que el miedo desaparecerá para siempre...

 

Parecía una pesadilla: se daba cuenta de que por mucho que la odiara y tratara de escapar de los conflictos que le causaban tanto dolor, tarde o temprano, acabaría siendo igual que ella. Lo llevaba en la sangre. Era lo peor que le podía pasar y solo había una manera de impedir que eso ocurriera.

 

Ya hace tiempo que esta novela esperaba su turno entre los ebooks pendientes, aun mas que el que lleva esperando “Penitencia”, del mismo autor y que no tardaré demasiado en leer tras las buenas críticas y la lectura que hoy traigo al blog.

Lo cierto es que tras finalizar la lectura, que me llevó apenas un par de días, aun no soy capaz de decidir si me ha gustado o no esta historia, pero lo que sí puedo asegurar es que me ha dejado tocada.

Ha sido una lectura tremendamente dura y a ratos he estado a punto de abandonarla, pero lo cierto es que no he podido hacerlo, me tenía atrapada, necesitaba desentrañar cual era el misterio, cual sería en desenlace de la tensión que se respira en la novela desde las primeras líneas y que va in crescendo hasta llegar a un final absolutamente inesperado y desgraciadamente más creíble de lo que nos gustaría pensar.

El autor se mete y nos mete “hasta la cocina” de uno de esos chalets de clase media de una urbanización cualquiera de las afueras de la ciudad, un chalet como tantos otros, un chalet en el que de puertas afuera nunca pasa nada y en el que sin embargo de puertas para dentro se vive un infierno. Un infierno que se silencia, porque impera la idea de que “lo que pasa en la casa, debe quedarse en la casa”. El autor describe con maestría las disfunciones de una familia desestructurada y las consecuencias que esta situación tiene para cada uno de los miembros de la familia. En la narración de los hechos, el autor coloca el foco de la responsabilidad sobre un personaje determinado y nos arrastra a creer que su personalidad, que sus acciones han llevado a una situación en la que las salidas son escasas y ninguna de ellas pinta nada bien. 

 

— ¿Tú crees que a él le gustaría saber que estás contando las cosas que son de casa por ahí? No, ¿verdad? Porque las cosas de casa son de casa y no queremos que mamá se enfade más, ¿verdad? —insistió su madre inclinándose más y más hacia él conforme hacía las preguntas retóricas en el tono infantil que hacía sentir a Mario más pequeño de lo que era.

 

A lo largo de las páginas vemos como se va deteriorando la salud mental de cada uno de los personajes, dentro del ambiente opresivo de ese chalet y sus alrededores, entre esas cuatro paredes en que la tensión es tan palpable que traspasa el papel y me ha sorprendido, a menudo, conteniendo la respiración.

La narración te lleva de la mano hacia un desenlace que se conoce, pero cuyo artífice es desconocido, un artífice que creemos descubrir a lo largo de la trama, que nos lleva a dudar de cada uno de los personajes, hasta llegar a la identidad que yo menos esperaba.

Y es que en esta historia, nada es lo que parece, porque, como ocurre casi siempre, aún en la propia vida, en esta trama se nos escapa una parte de los hechos,  solo conocemos la parte que el narrador de la misma quiere transmitirnos y, ya se sabe, la verdad siempre es relativa, y existen tantas versiones como personas la vivan y no podemos, no somos quien para juzgar a una persona sin conocer todo lo que hay detrás de su experiencia vital.

 

Era absurdo jugar a aquello en una casa que se cimentaba sobre mentiras.


El autor ha construido una novela asfixiante, oscura, cruel,  en la que destroza el ideal del instinto maternal, del amor filial y el amor fraternal… en el que pone ante nosotros las miserias de una vida mal vivida, y cómo las experiencias vitales determinan el devenir de la vida de las personas hasta llevarles a situaciones inimaginables para el común de los mortales. Y ha conseguido que a veces me sintiera el niño lleno de miedos, el adolescente perdido entre la infancia y la madurez, la madre frustrada o el padre ausente y ha conseguido, que,  también a veces, esa empatía que los personajes hacían nacer en mi se convirtiera en incomprensión, en dolor e incluso en odio. Y si hay algo que me ha aterrado de esta novela es la posibilidad de que mas allá de una novela sea una historia real,  de esas que se dan entre las cuatro paredes de un hogar cualquiera, de esas que leemos en los periódicos, de esas que nos parece que nunca podrán suceder pero que, por desgracia, se dan con más frecuencia de la que pensamos y entre personas que de puertas para fuera no tildaríamos de nada que no fuera “personas normales”.

Por todo esto, sigo sin saber si la historia me ha gustado o no, sigo sin saber si soy capaz de recomendar su lectura, así en general, debido a su dureza, pero tengo claro que el autor me ha ganado y que voy a seguir leyendo las historias que quiera regalarnos.

 

No entendía por qué todo lo mostraban como si fuera blanco o negro, cuando al fin y al cabo las relaciones siempre eran cosa de dos. «¡Aquí no hay buenos y malos!», le entraban ganas de gritarle.

 

1 comentario:

  1. Sí que se ve una lectura muy dura. La tendré en cuenta, que me dejas intrigada.
    Besotes!!!

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