viernes, 22 de enero de 2021

Cuando los montes caminen

El Maimouni, Youssef (21/01/2021)

Cuando los montes caminen

Roca Editorial, Barcelona,  320 pp.

ISBN: 9788418417177


Yusuf Albartugui, vive cerca de Tetuán, cuando un primo le anima a alistarse en las tropas moras de Franco, con la promesa de que a quienes luchen por rescatar a España de los ateos y comunistas les darán buenas pagas y tierras cuando termine la guerra. Desde el principio, descubre que el ejército sublevado desprecia y maltrata a los moros. Cuando entra en batalla se da cuenta que luchan contra civiles mal armados, peor comidos y vestidos, que defienden sus pueblos. Yusuf va recorriendo España viendo los espantosos sucesos en Badajoz, Toledo y muchas ciudades más. El joven Yusuf se da cuenta de que no ganará el dinero prometido y que esta guerra es de ricos contra pobres. Proclamada la victoria de Franco, los moros se ven retenidos para la reconstrucción del país, y realizan trabajos forzados junto a los presos republicanos.

Cuando los montes caminen es una desgarradora novela histórica narrada en primera persona, en un tono lírico para expresar sus sentimientos, sus deseos y al mismo tiempo para narra los episodios más atroces perpetrados durante la Guerra Civil Española.

 

Sois la punta de la lanza, el sable de la liberación.  Sois la fuerza salvadora. Y junto con nuestro glorioso cuerpo,  lograremos qué España vuelve a ser de los españoles. ¡Viva España! ¡Viva Marruecos! ¡Viva la Legión!.

 

La guerra civil no ha sido, por lo general, un tema sobre el que haya profundizado en mis lecturas. Es una etapa de nuestra historia que me resulta extremadamente dura que me produce una tremenda congoja. A pesar de lo anterior, esta novela llamó mi atención al presentarnos una visión distinta de nuestra guerra, la de un marroquí, como tantos otros, que fueron “tentados” con poder y riquezas si se unían a una lucha que para ellos era absolutamente ajena.

 

-              Muchos de nuestros hombres están yendo a luchar con los nazarenos. Primero vinieron  a ocupar nuestras tierras y ahora se llevan a nuestros hijos, maridos, hermanos.

-              Sí,  mujer,  tienes razón,  pero aquí solo hay sequia y hambruna y los españoles están dando kilos de alimentos a todas las familias que tengan un hombre en el ejercito. Mi marido ha  partido esta mañana a Tetuán para alistarse, dice que prefiere morir matando rumís a permanecer sin hacer nada mientras sus hijos mueren de hambre.

 

Estamos ante una novela histórica que, en primera persona, y desde la mirada de un adolescente, casi un niño de 15 años, nos ofrece una visión distinta, de nuestro país y de aquella lucha fratricida.

 

¿Quién podría creer que, con la ciudad rendida, bombardeada durante días, con los prisioneros liberados, los edificios principales en ruinas, el hospital ocupado y con la bandera de dos colores izada en los puntos más elevados iban a continuar masacrando a la población cómo en cualquier otra guerra? ¿Acaso no se trataba de una guerra entre vecinos, miembros de las mismas familias, que se conocían desde niños y que hablaban el mismo idioma? Le rezaban al mismo Dios y al mismo Dios rechazaban.

 

La novela habla de la guerra, de su dureza, de todas y cada una de las tropelías que se cometieron en ambos bandos, y, a pesar de la crudeza de la situación,  a pesar de la dureza de los acontecimientos que en la historia se narran, el autor consigue deslizar magníficos párrafos,  que reflexionan sobre el conflicto, pero también y por encima de todo sobre la propia naturaleza humana. En la primera parte el autor nos enfrenta a la vida de nuestro protagonista en Marruecos, a sus costumbres, a su forma de vida y a esas promesas de grandes aventuras que la guerra en España ofrecía a aquellos jóvenes abocados a la rutina de cuidar de las tierras y los animales, sin más aspiraciones que repetir la mísera vida de sus padres, ese sueño de volver a su tierra como el hijo pródigo bañado en oro.

 

-              Seguramente vivías en un pueblo montañoso cuidando cabras o labrando la tierra con mucho

esfuerzo y sudor. Pero aquella vida no te resultaba estimulante. Harto de todo,  cansado de ver siempre las mismas caras, el mismo paisaje, tuviste el impulso, el deseo de viajar, conocer, crecer, hacerte mayor. No supiste o no pudiste hallar otra forma mejor de venir a España que participando en una guerra ajena, en una lucha bajo la bandera de la fe,  animado por una paga y la palabra dada. Una promesa solemne, creiste. Te prometerías a ti mismo que te convertirías en un hombre y que volverías mejor que cómo habías marchado. Con dinero en el bolsillo, todo un señor.  Pero nadie te explico esta guerra. Nadie te dijo que quitarle la vida a otro hombre te arruina la tuya.

 

Y de esa forma comienza la aventura de Yusuf en nuestro país, un lugar al que llega, no solo para conseguir el dinero que le permita ayudar a su familia y labrarse un porvenir, sino también por emular el glorioso pasado de sus hermanos mayores y demostrar en su aduar que ya no es el niño que todos creen. Pero claro, hay sueños que se vuelven pesadillas, y es imposible que ninguna guerra se convierta en un sueño, no al menos cuando te toca enfrentarte al enemigo y, en muchos casos, incluso a tus amigos.

Esta segunda parte, la más extensa de la historia, es la más dura de la novela. En ella avanzamos con el

protagonista por la aventura de asolación de las poblaciones que el “ejército nacional” necesitaba conquistar para avanzar en su camino hacia la victoria, por los desmanes que  en ellas se cometieron antes, durante y después de su conquista, por las luchas que se producían  dentro del mismo ejército entre las distintas “facciones” que lo componían e incluso entre los propios marroquíes. Y a pesar del conflicto y de toda la oscuridad que lo rodea, el autor es capaz de hablarnos  sobre la amistad que, en  los momentos más duros, pueden surgir entre las personas más opuestas que podamos imaginar, sobre el amor, que permite enfrentarse a los peores momentos de la vida, a la solidaridad y a la empatía que en algunas personas despiertan ciertas situaciones y que en una guerra pueden llevarte a la cárcel e incluso a la muerte.

 

La pólvora, las maderas carbonizadas, el sudor acumulado en los hombres después de interminables horas de trincheras, el polvo de las paredes derruidas y los cadáveres descomponiéndose soterrados en las ruinas humeantes impregnaban el aire de un tufo irrespirable pero al que,  como sucede siempre en la vida, uno terminaba por acostumbrarse e inhalaba sin dificultad.

 

Aún dentro de la aspereza del tema que trata, la novela  está escrita  con un cuidado y una delicadeza exquisitas, aun en aquellas escenas en que no es nada  fácil hacerlo.

Ha sido, sin duda, una gran lectura en la que además he dado un paso más en ciertos aspectos que desconocía de nuestra guerra civil. Una novela que, sin duda, os aconsejo leer, una novela en la que encontrareis abusos de poder,  sueños rotos, futuros truncados y mentiras, muchas mentiras… las que nos contamos a nosotros mismos para convencernos de que hacemos lo correcto y las que otros nos cuentan para llevarnos a su terreno. Una novela que, puedo aseguraros, es imposible que deje indiferente.

 

Por mucho empeño que pusieran  en ocultar un pasado convulso y destructivo, no sé conseguiría tan

fácilmente borrar de las mentes la historia de un país desquiciado, donde en la misma calle habitaban vencidos y vencedores, víctimas y verdugos. Además, la guerra, o la resistencia,  continuaba  con unos cuantos hombres escondidos  en las montañas y en los bosques, mal armados, poco alimentados y peor vestidos, pero con la vaga y  encasquillada esperanza de reemprender una revolución que enterrase al caudillo en los escombros del olvido.

También hubo otros pocos que disfrutaron de mejores condiciones convirtiéndose en la guardia personal del Generalísimo. Mucho después supe que Ben Mizzian barajó la posibilidad de que ya formase parte de  aquel cuerpo selecto. Finalmente optó por enviarme a trabajar con un pico y una pala en vez de agraciarme con largas y lustrosas capas blancas y cómodas monturas de caballos sementales qué fascinaban a los niños, al niño que habitaba dentro del pequeño dictador. 

4 comentarios:

  1. ¡Hola, Gema! Me parece un argumento interesante, pero de un tiempo a esta parte huyo de toda novela o película sobre la Guerra Civil jajaja Parece que no se puede escribir sobre otro tema... Llega a resultarme agotador. Aun así, me alegro mucho de que te haya gustado.

    Gracias por la reseña y un abrazo 🥰

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    1. La verdad es que ha sido una gran lectura y no soy yo tampoco mucho de guerra civil, pero mira, he salido de mi zona de confort y me alegro. Gracias por pasarte. Un abrazo.

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  2. Me gusta leer sobre la guerra civil así que ya el argumento me ha llamado mucho la atención. Y tu reseña me deja con ganas.
    Besotes!!!

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    1. Pues mira que a mi no es un tema que me haya llamado nunca demasiado la atención, pero esta mirada es fantástica. Gracias por pasarte. Un besazo.

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