No sé porque en mi mente han
quedado grabados a fuego el 3 y el 23 de Agosto, dos fechas que abrieron un
abismo ante mí, que supusieron un punto de inflexión; dos de los días más duros
de mi vida y sin embargo, la fecha que debería recordar, el día que volví a
nacer, no lo tenía presente, me lo ha debido recordar una red social.
No se porqué mi cerebro, no sé si
a todo el mundo le ocurre, graba a fuego en mi memoria las fechas nefastas y,
sin embargo, deja pasar sin pena ni apenas gloria, aquellas que, como ésta, debería celebrar acaso más que el día de mi
nacimiento.
Hace un año, una revisión se convirtió
en la mejor noticia que podía esperar y yo me quedé en shock, muda… escuché sin
acabar de entender la magnitud de las palabras, miré a mi oncóloga y solo fui
capaz de musitar un Gracias, cuando me informó con una enorme sonrisa que los resultados de anatomía patología determinaban
sin dudas que estaba limpia, que los meses de quimio, de infierno, habían acabado
con el “bicho”.
Así como la noticia del cáncer presente
en mi cuerpo me devastó por dentro y por fuera; ésta excelente noticia me dejó fría.
Fue mas difícil de asimilar el horizonte que se abría ante mí estando “curada”
que el que se me había puesto delante estando “enferma”.
Aunque parezca extraño, el
tratamiento, las visitas al hospital, las revisiones, eran terreno conocido; me
había acostumbrado a las palabras que implicaban otro “castigo” inflingido a mi
cuerpo; después de las decenas de pruebas diagnósticas, la exeresis ganglionar,
la quimioterapia, la mastectomía… la enfermedad se habían convertido en mi zona
de confort, ahora tocaba abandonarla de alguna manera, volver a una vida que había
dejado de ser mía, porque esos meses para bien o para mal me habían cambiado
física y psíquicamente.
En aquel momento creí frialdad mi
falta de emoción, hoy entiendo que fue desconcierto, sorpresa y miedo,
sobretodo miedo al “¿Y ahora qué?”. Estaba curada, pero no recuperada, estaba en
tierra de nadie, de nuevo en la incertidumbre, de nuevo a la espera de
respuestas a decenas de dudas, otra vez.
Y me sentí culpable, por que los que
sufrieron conmigo el infierno de la quimio y sus efectos lloraban de alegría y
yo no podía llorar, se me negaba esa felicidad que sabía debía sentir y respondía
insensibilizada a las llamadas felices, a los parabienes, a esa dicha que sentía tan ajena como si no me
estuviera pasando a mí, como si me viera desde fuera. Y a veces, aun hoy, me
siento extraña y desagradecida y egoista, me siento ajena a todo este camino
que he recorrido y del que aún quedan pasos que me lleven a la meta, a menudo,
sigo sintiéndome culpable, no lo puedo evitar. La enfermedad te desbarata,
desbarata tu cuerpo y sobretodo tu cuerpo, te hace dudar de todo lo que hasta
el momento habían sido certezas, te cambia tanto que, a veces, no eres capaz de
reconocerte.
Y sigue haciendo un año y a veces
siento que ha pasado toda una vida y otras siento que todo esto pasó ayer…
😘😘😘😘😘😘😘👩❤👩
ResponderEliminar:)
EliminarSon momentos tan difíciles que no sabes ni como vas a reaccionar. Te cambia tanto la vida...
ResponderEliminarMuchos besotes, guapa!!!
Te la da la vuelta y volver a ponerte derecho es tremendamente complicado.
EliminarUn besazo.