CHAPARRO, Carmen (2018)
La química del odio
Espasa Libros, Barcelona, 416 pp.
ISBN: 9788467052633
«El odio es un
animal hermoso, imposible de encerrar, con sed de sangre. El odio se despereza,
se extiende y te atrapa. Se alimenta de tu rabia. Y al final vuelves a odiar.
Porque es fácil. Porque lo necesitas».
¿QUÉ HARÍAS SI,
TRAS HABER SOBREVIVIDO A LA QUE CREÍSTE QUE ERA LA PRUEBA MÁS DURA QUE PODÍAS
SOPORTAR, EL DESTINO TE LLEVARA OTRA VEZ AL LÍMITE?
Para la
inspectora jefa Ana Arén no hay tregua: después de que resolviera el caso que
prácticamente acabó con ella, debe enfrentarse a un reto endiablado, el
asesinato de una de las mujeres más famosas de España.
Siempre
cuestionada por su superior, al frente de un equipo que aún no confía en ella y
con el foco mediático sobre la investigación, Ana se ve de nuevo ante un crimen
aparentemente irresoluble en el que el tiempo y el pasado se empeñan en jugar
en su contra.
De los asesinos se aprende que, a trozos, todo se
transporta mejor. No solo un cadáver. También el miedo. O el arrepentimiento.
Incluso la pena. A trozos todo se puede llevar mejor de un sitio a otro porque
cuanto más pequeños, más fácil te será deshacerte de ellos.
No
es la primera vez que leo un libro
sin leer la primera parte.
Es
cierto que no es necesario haber leído “No soy un monstruo” para entender “La
química del odio”, pero he de reconocer que quizá hubiera sido preferible
haberlo hecho. Pero, como siempre, el tiempo es finito y me dejé llevar por la
recomendación de una amiga lectora sobre esta novela.
Es
como digo, la primera novela que leo de la autora a la que conocía como
periodista y presentadora, no solo de noticias sino de las novelas de otros
compañeros escritores.
Una
primera novela que me ha sorprendido en su prosa y en la trama.
Carme
escribe de una forma deliciosa, trasladándonos una trama poco explotada a
través de un lenguaje cuidado en el que expone de forma perfectamente
comprensible la realidad histórica y los datos científicos que enmarcan la novela en torno a “los colores de la muerte”.
—Caput mortuum es la denominación genérica para este tipo
de colores, y a veces —respondió la conservadora—
esa expresión se utilizaba para los pigmentos elaborados
no solo a partir de la descomposición de ciertos materiales,
sino también a partir de la descomposición del cuerpo humano.
[…]
el mummy brown, un tipo de marrón elaborado a partir de restos
de momias y muy apreciado por su brillo y transparencia.
Además, se cuarteaba muy poco comparado con otros pigmentos. Desde el siglo XVI
y hasta principios del siglo XX la mayoría de los pintores
europeos lo usaron.
Compone su novela entorno a una mujer trastornada, marcada por un pasado remoto
en el que una pequeña niña rubia perdió a su madre, un pasado reciente en el
que la vida le enseñó la cara más amarga de la confianza quebrada y un presente
que no mejora nada lo anterior.
Un presente en el que su vida profesional se resquebraja, en el que ese pasado reciente la mantiene en el ojo del huracán de un superior que no sólo desconfía de ella sino que la somete, a la menor oportunidad a la humillación, que la denosta no sólo profesional sino también, personalmente, ante los subordinados que, como retales de saldo, componen su nuevo equipo.
Un presente en el que su vida profesional se resquebraja, en el que ese pasado reciente la mantiene en el ojo del huracán de un superior que no sólo desconfía de ella sino que la somete, a la menor oportunidad a la humillación, que la denosta no sólo profesional sino también, personalmente, ante los subordinados que, como retales de saldo, componen su nuevo equipo.
La luz viaja más rápido que el sonido. Por eso algunas
personas pueden parecer brillantes hasta el momento en el que abren la boca.
Ruipérez era de esos. Si se quedaba calladito, en determinados ambientes podía
dar el pego. Pero era hablar y retratarse como el misógino ignorante que era.
Un
presente del que solo se salva quien le ayudó, con paciencia y amor infinitos a
salir del pozo profundo en que le sumió un caso que traspaso con creces los límites
de lo profesional. Un hombre que la respeta y que está a su lado para
apoyarla, para sostenerla y para ayudarla, de forma extraoficial, en algunos de los callejones sin salida que este
caso le plantea.
Y
todo ello bajo la presión de verse obligada a resolver un crimen en el que 6 personas, sin ninguna conexión aparente han resultado víctimas propicias. Un crimen múltiple con ramificaciones que
llegan a tocarle en lo personal y que le obligan a mirar cara a cara a un
pasado que solo quiere dejar atrás, que necesita superar casi como el respirar. Y añadido a este el crimen de una "mujer prominente" con amigos en las altas esferas.
La
autora transmite de manera magistral el ámbito policial y el ambiente de los
platós que tan bien conoce, pero lo que más me ha sorprendido, en lo que he
encontrado un extra a esta magnífica lectura, es la forma en que la autora es capaz
de describir la mente humana, en sus sentimientos más difíciles, en sus momentos
más bajos.
Es
capaz de meterse en la mente de un asesino sin escrúpulos, de entrar como Pedro
por su casa en el cerebro de un egocéntrico de manual, pero también es capaz de
transmitir de una forma tan real que pone la piel de gallina la profunda sima
en la que la que cae una mujer acosada por el sentimiento de culpa, es capaz de
describir como no había llegado a leer, la depresión, con mayúsculas y la
tremenda dificultad que supone salir de ella.
Primero
fue la oscuridad. Durante mucho tiempo. En su cabeza. En su estómago. En su
hígado. A su alrededor. Oscuridad densa y húmeda. Se le pegaba a los ojos como
brea enfriándose y ya no podía deshacerse de ella.
[…]
Nunca se había sentido tan sola. Nunca se había odiado
tanto a sí misma. Pero al menos tenía una sábana con la que cubrirse de pies a
cabeza. Esa cama era su fortaleza, su trinchera frente a la vida. Esa
habitación era su refugio antibombas, su cuartel de invierno. Si seguía allí,
quieta y tapada, aguantando las náuseas, nada podría empeorar. Bajo esas
sábanas pensar en la muerte era un alivio. Tan solo existe, entonces, un último
miedo, el miedo al dolor físico. Porque al otro, al dolor del alma y del corazón
y de las tripas, ya estás acostumbrada. A las lágrimas que te comes ya estás
acostumbrada. Y a las que viertes a oscuras. A los retortijones en el estómago
ya estás acostumbrada. A no dormir estás acostumbrada. A golpearte la cabeza
para intentar dejar de pensar ya estás acostumbrada.
Es
esta, una magnífica novela policiaca, en la que la autora introduce, además la critica
a la sociedad digital y digitalizada que nos determina, que nos limita, y que
no permite que seamos dueños de nuestra propia intimidad; a menudo por
decisiones precipitadas en las que exponemos inconscientemente más de lo que deberíamos
y ya se sabe, lo que se cuelga en la red… siempre queda en la red.
Sin
duda, ha sido una magnifica manera de estrenarme con esta autora, a la que
estoy segura, no tardaremos en volver a leer porque si algo deja “La química del
odio” es un cúmulo de preguntas sin respuesta, preguntas sobre los porqués, más
que sobre los cómos, porque aún nos queda mucho por descubrir de la Inspectora
Ana Arén y yo estoy deseando hacerlo.
Creamos el odio de la nada, lo hacemos crecer y lo guardamos como un peso
de plomo en la boca de nuestros estómagos. Una energía gratuita y
autorrenovable con una potencia de destrucción brutal. Nos hace sentir poderosos.
Clarividentes. Porque el amor nos nubla, pero el odio nos vuelve sagaces. Y
entonces aprovecha cualquier grieta para hacer daño.
No he leído ninguno de los dos libros. Si me animo, empezaré con el primero. Buena pinta tienen por lo que cuentas, pero tengo tanto del género pendiente que ya no sé ni por dónde empezar.
ResponderEliminarBesotes!!!
A mi me gusta seguir un orden en las series, porque aunque a veces sean libros independientes, pero siempre conoces mejor a los personajes principales, y detalles que pueden ayudarte en los siguientes libros.
ResponderEliminarAsí que como aún tengo en mi lista el primero de esta autora, el que comentas tendrá que esperar.
Un abrazo
A mí también me pasa de vez en cuando, que no leo los libros en el orden "correcto" y con lo maniática que soy, luego me entra la mala leche, jajajaja. No he leído nada de Carmen Chaparro, quizá me anime.
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