GARCIA, Olalla (2018)
El Taller de libros prohibidos
Barcelona, Penguin Random House, 576 pp
ISBN: 978-84-666-6433-2
Un
thriller histórico ambientado en el fascinante mundo del libro en el siglo XVI.
Novela
histórica y de intriga, El taller de libros prohibidos nos transporta a la
época en la que imprimir, vender y leer libros podía llegar ser una actividad
sumamente peligrosa.
Alcalá
de Henares, 1572. La joven librera Inés Ramírez acaba de quedar viuda y ha de
ponerse al frente del negocio familiar. Pronto descubre que su esposo poseía la
clave de acceso al único ejemplar de un libro prohibido, cuya desaparición
había sido ordenada por el poder político y la Iglesia siglos atrás.
Con
la colaboración de Pierre Arbús, un oficial de imprenta francés, inicia la
investigación. Tendrá que tratar con personajes de todo tipo: maestros
impresores, eruditos, delincuentes, nobles de alta cuna. Y todo bajo la sombra
omnipresente de la Inquisición, que vela por controlar el pensamiento y la
palabra, y la estricta censura de Felipe II.
A todos los
que defienden los libros y lo que estos representan.
En esta novela nos ofrece la autora un retrato fiel
de la posición de las mujeres en el siglo XVI; del estatus social que
ostentaban en función de su estado civil, de como estar solas (sin compañía
masculina) las convertía en NADA, en carne de cañón para sus semejantes, no
solo los del género masculino, para la sociedad en general.
Una época en la que la mujer valía lo que valía su
honra.
Se daba el
caso de que la reputación de la hembra resultaba más frágil que la del varón;
pues si a este solo se le juzgaba en base a sus actos, a ella se le sentenciaba
por meras sospechas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Indumentaria_femenina_en_Espa%C3%B1a Catalina Micaela de Austria, (Sánchez Coello hacia 1585). Viste "salla castellana entera" de seda, de mangas redondas, abiertas y unidas con puntas por encima de las manguillas brocadas (de las que sobresalen los puños de encaje). Adornan el cuerpo, collarín, botones y cinturón de orfebrería. La lechuguilla llega a tapar las orejas. Sujeta unos guantes, símbolo de femineidad. |
Es, ésta, la historia de Inés, de una mujer que se
revela ante estas convicciones, que se niega a que se
le nieguen su identidad y
sus derechos. Una mujer en contra de una sociedad patriarcalmente férrea y de
un gremio esencialmente masculino en el que no tiene cabida la mujer más que
como “complemento” del hombre, como sostén de éste y de su casa, una sociedad
en la que la mujer no tiene ni voz ni voto y en la que la protagonista se
empeña en alzarla, en vivir sin obligadas ataduras.
“Ni espada
rota ni mujer que trota”. Inés lo sabía por experiencia. Ya había tenido que
hacer frente a aquellas mismas imputaciones decenas de veces. De nada servía
argumentar que ella contaba con los conocimientos necesarios para desarrollar
su oficio tan bien como cualquiera de sus familiares varones.
Una mujer que odia los secretos, pero a quien su
viudedad coloca en el centro del más grande que pudiera imaginar, la búsqueda de
una obra perseguida por la Iglesia.
A Inés no
le gustaban los secretos. No sentía curiosidad por desvelar los ajenos, ni
inclinación a crear los suyos propios. Sentía aversión hacia el fingimiento, el
engaño y la hipocresía, e inclinación por las personas francas y directas,
seguras de sus opiniones y sin temor a defenderlas; las que preferían afrontar
las consecuencias de sus palabras y sus actos en lugar de refugiarse en la
pasividad o el silencio.
Y es que nos encontramos en un momento de la
historia, en la que se lleva al paroxismo el temor que al poder le genera el pensamiento del pueblo. Un
pensamiento cuya libertad se coarta más y más a través de los preceptos
religiosos, del cristianismo, única confesionalidad valida en el lugar y tiempo
que nos ocupa.
También la
corona española se mostraba decidida a controlar las ideas circulantes en sus
territorios y, a través de ellas, la disposición y el comportamiento de sus
súbditos. Contaba para ello con poderosos instrumentos: la justicia del rey y
el Santo Oficio. El Consejo de Castilla debía dar su previa aprobación a todo
libro publicado en sus territorios; y el dicho permiso dependía a su vez del informe
favorable de un censor inquisitorial. La inquisición, además, había publicado
su Índice de Libros Prohibidos, que incluía todo titulo considerado pernicioso
por no guardar el respeto debido a su majestad o a la Santa Madre Iglesia.
La historia de Inés, y por extensión la de Pierres,
se desarrolla en una ambientación magnifica tras la que se barrunta un trabajo
de documentación concienzudo que la autora traslada a la historia, explicándonos,
no solo el proceso de impresión de los libros, sino los riesgos de hacerlo a
menudo aún teniendo en cuenta la lista de libros prohibidos, de los métodos
expeditivos de la inquisición y de la
persecución a que se vieron sometidos los integrantes del gremio de impresores.
En esta historia Olalla nos lleva de la mano por la
Villa Alcalaína, recorriendo esas calles de noche sin más luz que la de los
protagonistas, invitándonos a visitar sacristías, casas señoriales y talleres,
pero también los márgenes del rio y los caminos, dotando a la obra de un marco
exacto y perfectamente definido que nos ayuda a vivir la historia como si fuéramos
nosotros mismos quienes luchan por salvaguardar la honra e incluso la vida en
pos de un “encargo” heredado que no ha de traernos más que sinsabores.
El sitio en
cuestión resultó ser un caserón no muy distinto a tantos otros de los que se
alzaban en aquel barrio, con su portón con postigo, sus ventanas enrejadas en
forma de jaula y sus balcones en el piso principal.
Lámina de Antón Van den Wyngaerde , "Antonio de las viñas" https://grdelval.blogspot.com/2016/01/alcala-de-henares-en-el-siglo-vxi.html |
Y nos introduce de lleno en la vida diaria de los
talleres y de las casas que los albergan en esa vida cotidiana de oficiales y
maestros, pero también de criadas y señoras… y de conventos y de la vida universitaria
de aquellos tiempos.
Y sobrevuelan durante toda la trama, los actos
reprobables a los que pueden llegar los hombres por su fanatismo, por la enfermiza
necesidad de imponer sus ideas, sus criterios, que consideran los únicos validos.
Y como conseguir estos objetivos es solo posible a través del poder que
confiere la riqueza, por que el dinero, también era “poderoso caballero” en el siglo XVI.
Cierta
mañana, uno de ellos le comunicó que alguien preguntaba por él. El curioso en cuestión
resulto ser un individuo de buen aspecto y modales pulcros que ocupaba una de
las celas individuales. Estas, que podían arrendarse por la onerosa suma de
quince reales al mes, evitaban que los presos de calidad se mezclasen con la
chusma hacinada que infestaba de pestilencias la cámara común.
Y todo ello contado con una prosa pulcra, cuidada,
adecuada a la época y que nos regala, a cada paso frases para enmarcar.
Hay un lugar
del alma en el que los infortunios compartidos crean vínculos irrompibles.
Ha sido este un gran estreno para 2019 de lectura
simultanea en #SoyYincanera.
Una lectura que no solo me ha entretenido, sino que
ha conseguido indignarme por lo que cuenta y que siento como agravio propio por
el hecho de ser mujer, con la que he viajado por el siglo XVI y por ese Alcalá
que aun guarda entre sus muros la esencia de entonces, en la que he aprendido
sobre un tema apasionante, los libros y su creación y en la que he vuelto a
horrorizarme por un capitulo tan negro de la historia de España, Tribunal de la
Santa Inquisición y sus terribles métodos.
Un libro magnífico al que merece la pena dedicar nuestro
tiempo y toda nuestra atención.
Había
luchado tanto para erguirse y mirar al mundo de frente… Se había resistido a
encarnar las virtudes silenciosas e invisibles que se esperaban de una mujer.
Pues sí, Gema, y hay una sensación que sobrevuela durante toda la lectura es la de indignación por el papel que tuvo la mujer en aquella época y por lo asumido que estaba por toda la sociedad. Todo eso sin contar, como bien comentas, todo el entorno, el cómo se vive, el cómo se piensa y esa amenaza implícita que ejercía la Santa Inquisición para tener a todos en un sinvivir. Desde luego, yo he disfrutado muchísimo con el libro y creo que Olalla García es una autora a la que tener muy en cuenta.
ResponderEliminarUna reseña estupendérrima.
Un beso.
Gracias corazón. Ha sido una gran lectura, espectacular.Esta tan bien escrita que no es posible no disfrutarla. 😘
ResponderEliminarGran reseña, que resume a la perfección todas las sensaciones que provoca esta novela.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias corazón. 😘
EliminarSi Gema, indignación esa es la palabra, en una época espantosa para tantos, las mujeres, los pobres, los que querían saber..., no podíamos haber empezado el año con una lectura mejor!! Gran reseña. Besos
ResponderEliminarUffff, toda la novela mosqueada ... Menos mal que no nací en esa época. 😁. Gracias. 😘
EliminarAl igual que tú creo que ha sido un buen estreno de año en las lecturas simultáneas, y es cierto que el papel de la mujer en aquella época era muy difícil y está muy bien explicado por Olalla. Buena reseña
ResponderEliminarMe ha encantado el estilo de la autora. Esta novela ha sido una magnífica lectura. Gracias por comentar. 😘
EliminarBuen comienzo de reseñas, sin duda. "El taller de libros prohibidos" ha sido todo un descubrimiento por el tema tratado, ya que gracias a Olalla hemos asistido a diferentes ambientes muy bien descritos, nos hemos acercado al mundo de la impresión de libros y a la persecución que esto podría suponer, hemos descubierto de forma indignada cómo era considerada la mujer en esa época (por desgracia hay cosas que para algunos parecen no haber cambiado), y hemos disfrutado de una trama y una intriga muy bien narrada. Sin duda, habrá que seguir la pista a la autora. Muy buena reseña.
ResponderEliminarBesos.
Es una novela con muchísimas aristas, sin duda una magnífica forma de comenzar el año. Gracias.😘
EliminarSi es verdad que el papel de la mujer era muy complicado en esa época, pero también nos cuenta como era el mundo de los libros y nos va llevando de la mano por toda la historia. Una gran novela la verdad.
ResponderEliminarUna novela muy compleja y muy completa. Gracias. Besos.
EliminarMuy cierto que la sombra de la iglesia fuese tan amplia y tan oscura en esa época. Ello restaba luz a los esfuerzos que se hacían por otros lados para difundir la cultura. La novela nos cuenta muy bien el papel que desempeñaban las mujeres en aquel entonces, muy triste, pero así podemos hacernos una idea de lo mucho que han tenido que luchar a lo largo de los siglos. Buena reseña.
ResponderEliminar"Con la Iglesia hemos topado". Y toda una lucha de poder y una lucha por sobrevivir. Gracias. 😘
EliminarHola. Qué me alegra saber qué disfrutaste con El taller de Libros prohibidos. Personalmente me ha costado bastante leer el libro, mientras leía había momentos en qué no pillaba nada y tenía que retroceder y empezar de nuevo. Ha sido una lectura lenta para poder sacar la esencia de la novela. No suelo leer novela histórica por lo mismo, me cuesta mucho. Fabulosa reseña, como siempre. Besos.
ResponderEliminarGracias Isabel. Esta novela requiere tiempo para poder disfrutarla en toda su magnitud y beberla a sorbitos cortos... mil besos.
EliminarQué cabreos me he pillado cada vez que en un pasaje se mencionaba lo torpes que somos las mujeres o que nuestra obligación es ni pensar siquiera. Pero cómo he disfrutado con la novela, que me ha hecho viajar en el tiempo a mis clases en la facultad de Documentación, con aquella asignatura sobre fondos bibliográficos antiguos que tanto me gustó...
ResponderEliminarYo me he pasado toda la novela cabreada, pero la inteligencia de Ines me ha redimido un pelín...
EliminarTotalmente de acuerdo contigo y, además, añado que en muchos aspectos, a día de hoy, algunas mujeres siguen en la misma situación.
ResponderEliminarLa novela me ha resultado maravillosa.
Has puesto el acento en uno de los puntos que a mi mas me ha costado de la lectura y eso que a cada línea me recordaba que eran otros tiempos, que la mujer en aquella época era un ser inferior, al mismo tiempo me recordaba que hay muchos paises en los que sigue vigente este estatus de la mujer, en fin que me alegro de ser mujer en esta época y no en la que le tocó vivir a Inés o a María Ramirez, lo hubiera llevado bastante mal
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