viernes, 4 de enero de 2019

Sus ojos en mí


DELGADO, Fernando (2015)
Sus ojos en mí (Premio Azorín de Novela 2015)
Editorial Planeta, Barcelona, 303 pp.
ISBN: 978-8408138747

Teresa de Jesús tuvo un gran amor: Jerónimo Gracián. Seductor, bien parecido, elocuente y dotado de excepcional inteligencia, fue su más fiel aliado en la reforma del Carmelo. Las cruentas batallas entre los carmelitas calzados y los descalzos son el telón de fondo sobre el que se proyecta la íntima amistad de la monja y el fraile. Viajes, fundaciones, procesos y cautiverios, crímenes reales o venenosas habladurías se suceden en un relato trepidante. Amena y por momentos perturbadora, Sus ojos en mí arroja luz no usada sobre el perfil más humano de la santa, rescata del olvido la fascinante figura de su adorado Gracián y describe las consecuencias que después de la muerte de Teresa y hasta su propia muerte tuvo para él la permanente mirada de ella.


Teresa era capaz de juntarnos a Dios y a mí con ella en igual amor hasta. O ver como vio a Jesús tomándonos de una mano a cada uno y juntándolas con las suyas. No ponía puertas al amor ni separaba el amor divino del humano, porque al fin todo lo que tocaba el amor era para ella divino. Y tanto era mi espanto que hube de recriminarla que  mucho me quisiera, a lo que me contestó con risas que “cualquier alma, por perfecta que sea, ha de tener un desaguadero. Déjeme a mi tener este”- me dijo-, “que por más que me diga no pienso mudar del estilo que con él llevo”.

Todos en mi tierra conocemos a Santa Teresa de Jesús.

Todos de una forma u otra, desde niños, hemos sido influidos por esa figura que impregna cada rincón de la ciudad de Ávila. Es nuestra Patrona, nuestra Santa. Conocemos su vida y su obra, conocemos de la mujer rebelde, de férrea voluntad desde niña, díscola en su adolescencia y arrojada en su madurez.

Conocemos su labor, sus vivencias y sus letras. Conocemos a esa mujer adelantada a su tiempo, pero reconozco que esta historia me ha sorprendido porque no se centra en Santa Tersa de Jesús, sino en Teresa de Cepeda, porque no se centra en el santo mito, en la doctora de la iglesia, sino en la mujer y en los sentimientos más humanos.

Pero no malinterpretéis esto que digo; pues si el reclamo de esta novela es, según reza en la cubierta: “La novela que narra una apasionada historia de amor de Teresa de Jesús”, lo cierto es que este hecho me ha resultado casi anecdótico, pues la novela sobrepasa esa historia de amor.

En esta novela se habla del amor, pero también de la complicidad y de la necesidad que tenia Teresa del respaldo de un hombre en la época que le había tocado vivir, en el que la mujer no era nada y en la que las inquietudes religiosas, o cualquier conducta que se considerase “inmoral” eran perseguidas por el Tribunal de la Santa Inquisición a la que Teresa no fue ajena. Dato que conocí hace unos años de mano de “Y de repente Teresa”.

No olvide además que ella admiraba el poder y se acercaba a él de un modo interesado- le advertí a la monja-. Y Gracián tenía cerca el poder: su padre era hijo del secretario del Emperador Carlos V y de la hija de embajador polaco, pero sobretodo, de no mala casta venía y de muy buena situación, y en ese tiempo en el que se vieron, el hermano de Gracián era secretario de Felipe II y estaba a cada rato a la vera del rey, lo cual a Teresa le venía de perlas para los líos de sus fundaciones y hasta para el alivio de los temores que le acecharon porque la inquisición perseguía sus escritos.

Y es que esta novela refleja la ignorancia de la época, las supersticiones y las mentiras interesadas que servían de combustible a la inquisición.

Y en medio Teresa, luchando contra propios y extraños, porque quería cambiar las reglas establecidas en su orden o mejor dicho, porque quería volver a las reglas iniciales y lo tuvo muy difícil, más difícil por ser “revolucionaria” y sobre todo por ser mujer.

-Pedía ayuda por todas partes- me contó Gracián- porque entre los dominicos cercanos a la Inquisición se discutía la experiencia mística en la que ella se empeñaba, dudosos de que dios pudiese hablar a los seres humanos, y menos a las mujeres, y sostenían que si alguien afirmaba haber tenido gracias particulares en la oración, de una treta del demonio se trataba. Hablaban con temor y con desprecio de la monja andariega que iba de pate a parte fundando conventos para frailes contemplativos y decía además tener visiones y éxtasis. Teólogos de gran eminencia tenían en aquel tiempo por herejía propia de Lutero la tendencia a la oración interior.

Aunque cierto es, que no menos difícil lo tuvo Gracián, cuyas desdichas vividas entre descalzos y calzados y las injurias sobre él vertidas desde ambas facciones le supusieron penas físicas y espirituales que afligieron aun más a nuestra protagonista.

De escándalos tan bobos como ese estaba Gracián más que harto, y más siendo como era hombre culto que tenía que soportar los efectos de ciertas imbecilidades de frailes y monjas escasos de entendederas.

Y este es el grueso de la novela que escribe un novicio ayudado por un Fraile “poco ortodoxo” y un tío algo borrachín.

Y es que, mezclando, pasado y presente, Fernando Delgado nos cuenta, además de la historia de Gracián y Teresa, la relación que se establece entre estos tres protagonistas y las conversaciones en las que analizan y recopilan datos de las fundaciones, de los protagonistas y de la propia época, componiendo esta parte otra novela dentro de la novela.

El autor adapta el lenguaje en función del punto narrativo en que se encuentra, siendo este diametralmente distinto si nos encontramos en el siglo XVI o asistimos, como testigos de excepción, a las conversaciones entre Ronald, Fray Humberto y Fray Casto del Niño Jesús.  

Ha sido esta una novela que me ha acercado un poco más a mi paisana, que me ha hecho descubrir datos que no me eran familiares y me ha hecho admirarla aun más, si cabe.

Para entonces se contaban maravillas de los prodigios que había obrado como una santa, y Gracián se resistía a entrar en ese juego de la milagrería. No podía poner en  duda que lograra después de su muerte muchas cosas aquella mujer que había conseguido tantas en la vida y se alegraba de que eso sirviera para animar a sus monjas, levantarles el espíritu y hacer que sus consejos, sus ejemplos no se perdieran, pero negaba que él hubiera tenido visiones o escuchara voces interiores, aunque sí sentía su presencia, su protección.

4 comentarios:

  1. Me consta que te gusta leer cualquier cosa que aluda a Santa Teresa, pero, por lo cuentas de esta novela, incluso me encantaría leerla a mi, que nunca me había atraído la vida y milagros de esta mujer. Eso solo se explica cuando una reseña es muy buena. No hay otra.

    Un beso.

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    1. Gracias bonita. Mi Santa es mi Santa y todo lo que huela a ella me llama, irremediablemente. 😘

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  2. Descubrir datos nuevos de un personaje tan cercano y tan presente en tu vida, ha debido ser un gustazo. Se nota que lo has disfrutado. Fernado G. Delgado escribe muy bien. Lo sigo desde hace años y me encanta como escribe. Una gran reseña Gema!! Besos

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    1. Gracias preciosa, me ha encantado todo lo que ha escrito y sines de mi Santa más aún. 😘

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