martes, 14 de enero de 2020

La red púrpura


Mola, Carmen (2019)
La red púrpura
Alfaguara, Madrid, 432 pp.
ISBN: 9788420435572

Un día tórrido de verano la inspectora Elena Blanco, al frente de la Brigada de Análisis de Casos, irrumpe en la vivienda de una familia de clase media y llega hasta la habitación del hijo adolescente. En la pantalla de su ordenador se confirma lo que temían: el chico está viendo una sesión snuff en directo en la que dos encapuchados torturan a una chica. Impotentes, presencian cómo el sádico espectáculo continúa hasta la muerte de la víctima de la que, de momento, no conocen el nombre. ¿Cuántas antes que ella habrán caído en manos de la Red Púrpura? La BAC ha estado investigando a esta siniestra organización desde que salió a relucir en el caso de «la novia gitana». Durante meses ha recopilado información de este grupo que trafica con vídeos de violencia extrema en la Deep Web, la cara oculta de la Red. Y a lo largo de todo este tiempo, Elena Blanco ha mantenido en secreto, incluso para su compañero el subinspector Zárate, su mayor descubrimiento y temor: que la desaparición de su hijo Lucas cuando no era más que un niño pueda estar relacionada con esa trama macabra. ¿Dónde está? ¿Quién es realmente ahora? ¿Y cuáles son los límites que está dispuesta a transgredir para llegar a la verdad?.

La luz y la sombra están íntimamente conectadas.

Un año ha transcurrido desde que escribí mi opinión sobre “La novia gitana”, la primera novela de Carmen Mola. No la publiqué en aquel momento, porque otras reseñas se impusieron y tarde meses en plasmar mis impresiones, mas de 5, porque fue una novela que me marcó profundamente.

No ha sido diferente en este caso, volver a encontrarme con Elena Blanco ha sido volver a reencontrase con monstruos de carne y hueso, monstruos que habitan en el mundo de la deep web pero que se materializan sin que podamos evitarlo y sin que el común de los mortales seamos conscientes, en los lugares más bucólicos que pudiéramos pensar.

La autora vuelve a contar con los mismos personajes en el lado de los buenos y nuevos actores en el lado de los malos, aunque alguno se esbozó, aunque fuera fugazmente, en algún momento de la novela anterior.

Si en la primera novela la autora apenas esbozaba la personalidad de los personajes, más allá de la atormentada inspectora Blanco, en esta entrega conocemos mucho más que sus actos, buceamos en sus motivaciones, y descubrimos un pasado  que ha llevado a cada uno de ellos a un presente ineludible. Explora las flaquezas de los componentes de este cuerpo de élite que, aunque a veces no lo parezca, no dejan de ser personas de carne y hueso a los que su trabajo, a menudo, obligue a cubrirse con una coraza irrompible.

Largo y tendido se podría hablar del cambio producido en la actuación de Elena Blanco, que se sobreexpone y flaquea en su profesionalidad y en la confianza con quienes son su fuerza, con su equipo, pero es que cuando lo personal se convierte en el eje central de uno de los casos, ninguno de ellos fáciles, que investiga la BAC, no es posible no perder el norte.

Mira en silencio a estos dos padres desolados y se ve a sí misma con Abel tratando de respirar el mismo aire y gestionar la desgracia como un buen equipo, No les fue posible. Tampoco podrán hacerlo Alberto y Soledad.
Pero Elena no es asesora matrimonial, es inspectora de policía.

La autora vuelve a pasearnos por los lugares más sórdidos, por los ambientes más sucios, por las pasiones más bajas y las ambiciones más ruines… la droga, los abusos, la corrupción, la tortura… pero se centra también en la pasividad de aquellos que se escudan tras una pantalla para dar salida a sus instintos más deleznables excusándose en una falta de culpabilidad que no es tal, porque tan culpable es el que tortura como el que alimenta ese negocio con su deseo y con su dinero.
No podría decir si esta nueva historia me ha gustado más o menos que la anterior, he escuchado a gente decir que es mucho mejor que la anterior y a otros defender justamente lo contrario. Por mi parte, como la primera me ha dejado con ganas de más y eso ya es mucho decir. La novia gitana me sorprendió, me indignó y me abrió los ojos a una realidad, la de la red oculta, a la que nunca me había enfrentado. Esta novela profundiza aun más en esta realidad pero navegando mucho más en la psicología de los personajes, de todos ellos… y tal vez por ello, me ha impactado, casi de la misma forma.

-Si tan controlada me tenían, ¿Por qué no me mandaron matar?
-¿Y quién le ha dicho que la quisiéramos muerta? Se mata lo que no tiene valor, se hace sufrir a lo que lo tiene.

Zarate, Orduño, Buendía, Chesca y sobretodo Elena, se convierten en la Red Púrpura en personas reales, en hombres y mujeres que sufren, se enamoran, disfrutan y se equivocan… como todos y cada uno de nosotros, la autora consigue humanizar a los que en la novia gitana fueron presentados casi como autómatas, como superhombre y supermujeres sin nada que esconder, sin nada de lo que arrepentirse.

Nos espera, al menos, una entrega más de la inspectora y esta vez no voy a dejar que pase tanto tiempo, ni para leerla, ni para contaros lo que me ha parecido.

Daniel ha señalado el principal temor de Elena, el de llegar a comprender, en algún punto del camino, que el amor por el hijo perdido es ya irrecuperable y que, yendo todavía un paso más allá, ese vacío lo anegará el odio.

2 comentarios:

  1. Todavía no me he animado con la anterior novela. Y entre tanto pendiente, a ver cuándo cae. Buena pinta tienen ambos libros.
    Besotes!!!

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  2. Ambas novelas son trepidantes y adictivas. Y negras, muy negras.
    Un abrazo

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