Mola, Carmen (2019)
La red púrpura
Alfaguara, Madrid, 432 pp.
ISBN: 9788420435572
Un día tórrido de verano la inspectora Elena Blanco, al
frente de la Brigada de Análisis de Casos, irrumpe en la vivienda de una
familia de clase media y llega hasta la habitación del hijo adolescente. En la
pantalla de su ordenador se confirma lo que temían: el chico está viendo una
sesión snuff en directo en la que dos encapuchados torturan a una chica.
Impotentes, presencian cómo el sádico espectáculo continúa hasta la muerte de
la víctima de la que, de momento, no conocen el nombre. ¿Cuántas antes que ella
habrán caído en manos de la Red Púrpura? La BAC ha estado investigando a esta
siniestra organización desde que salió a relucir en el caso de «la novia
gitana». Durante meses ha recopilado información de este grupo que trafica con
vídeos de violencia extrema en la Deep Web, la cara oculta de la Red. Y a lo
largo de todo este tiempo, Elena Blanco ha mantenido en secreto, incluso para
su compañero el subinspector Zárate, su mayor descubrimiento y temor: que la
desaparición de su hijo Lucas cuando no era más que un niño pueda estar
relacionada con esa trama macabra. ¿Dónde está? ¿Quién es realmente ahora? ¿Y
cuáles son los límites que está dispuesta a transgredir para llegar a la
verdad?.
La luz y la sombra
están íntimamente conectadas.
Un año ha transcurrido desde que escribí mi opinión
sobre “La novia gitana”, la primera novela de Carmen Mola. No la publiqué en
aquel momento, porque otras reseñas se impusieron y tarde meses en plasmar mis
impresiones, mas de 5, porque fue una novela que me marcó profundamente.
No ha sido diferente en este caso, volver a
encontrarme con Elena Blanco ha sido volver a reencontrase con monstruos de
carne y hueso, monstruos que habitan en el mundo de la deep web pero que se
materializan sin que podamos evitarlo y sin que el común de los mortales seamos
conscientes, en los lugares más bucólicos que pudiéramos pensar.
La autora vuelve a contar con los mismos personajes
en el lado de los buenos y nuevos actores en el lado de los malos, aunque
alguno se esbozó, aunque fuera fugazmente, en algún momento de la novela
anterior.
Si en la primera novela la autora apenas esbozaba la
personalidad de los personajes, más allá de la atormentada inspectora Blanco,
en esta entrega conocemos mucho más que sus actos, buceamos en sus
motivaciones, y descubrimos un pasado
que ha llevado a cada uno de ellos a un presente ineludible. Explora las
flaquezas de los componentes de este cuerpo de élite que, aunque a veces no lo
parezca, no dejan de ser personas de carne y hueso a los que su trabajo, a
menudo, obligue a cubrirse con una coraza irrompible.
Largo y tendido se podría hablar del cambio producido
en la actuación de Elena Blanco, que se sobreexpone y flaquea en su
profesionalidad y en la confianza con quienes son su fuerza, con su equipo,
pero es que cuando lo personal se convierte en el eje central de uno de los
casos, ninguno de ellos fáciles, que investiga la BAC, no es posible no perder
el norte.
Mira en silencio a
estos dos padres desolados y se ve a sí misma con Abel tratando de respirar el
mismo aire y gestionar la desgracia como un buen equipo, No les fue posible.
Tampoco podrán hacerlo Alberto y Soledad.
Pero Elena no es
asesora matrimonial, es inspectora de policía.
La autora vuelve a pasearnos por los lugares más sórdidos,
por los ambientes más sucios, por las pasiones más bajas y las ambiciones más
ruines… la droga, los abusos, la corrupción, la tortura… pero se centra también
en la pasividad de aquellos que se escudan tras una pantalla para dar salida a
sus instintos más deleznables excusándose en una falta de culpabilidad que no
es tal, porque tan culpable es el que tortura como el que alimenta ese negocio
con su deseo y con su dinero.
No podría decir si esta nueva historia me ha gustado
más o menos que la anterior, he escuchado a gente decir que es mucho mejor que
la anterior y a otros defender justamente lo contrario. Por mi parte, como la
primera me ha dejado con ganas de más y eso ya es mucho decir. La novia gitana
me sorprendió, me indignó y me abrió los ojos a una realidad, la de la red
oculta, a la que nunca me había enfrentado. Esta novela profundiza aun más en
esta realidad pero navegando mucho más en la psicología de los personajes, de
todos ellos… y tal vez por ello, me ha impactado, casi de la misma forma.
-Si tan controlada
me tenían, ¿Por qué no me mandaron matar?
-¿Y quién le ha
dicho que la quisiéramos muerta? Se mata lo que no tiene valor, se hace sufrir
a lo que lo tiene.
Zarate, Orduño, Buendía, Chesca y sobretodo Elena, se
convierten en la Red Púrpura en personas reales, en hombres y mujeres que
sufren, se enamoran, disfrutan y se equivocan… como todos y cada uno de
nosotros, la autora consigue humanizar a los que en la novia gitana fueron
presentados casi como autómatas, como superhombre y supermujeres sin nada que
esconder, sin nada de lo que arrepentirse.
Nos espera, al menos, una entrega más de la
inspectora y esta vez no voy a dejar que pase tanto tiempo, ni para leerla, ni
para contaros lo que me ha parecido.
Daniel ha señalado
el principal temor de Elena, el de llegar a comprender, en algún punto del
camino, que el amor por el hijo perdido es ya irrecuperable y que, yendo
todavía un paso más allá, ese vacío lo anegará el odio.
Todavía no me he animado con la anterior novela. Y entre tanto pendiente, a ver cuándo cae. Buena pinta tienen ambos libros.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ambas novelas son trepidantes y adictivas. Y negras, muy negras.
ResponderEliminarUn abrazo