Caballero, José Luis (16 de enero de 2020)
Los peces solo flotan muertos
Roca
Editorial, Barcelona, 224 pp
ISBN: 978-8417968045
Barcelona, 1972. Un misterioso asesinato en el Club Náutico
que pondrá en jaque a la policía, a las más altas esferas de la burguesía de la
ciudad y a los Servicios Secretos de la Casa del Príncipe Juan Carlos de
Borbón.
Una mañana de 1972 aparece un cadáver flotando en aguas del
Club Náutico de Barcelona. El muerto es Alberto García Rañé, joven hijo de la
alta burguesía barcelonesa, tripulante del Blue Spice, uno de los veleros que
debe participar en la selección para la Olimpiada de Munich.
La autopsia demuestra que la causa de la muerte ha sido un
fuerte golpe en la cabeza y todas las miradas apuntan al velero Blue Spice, donde
se dice que iba embarcado el difunto, pero no todo es lo que parece.
El encargado de la investigación es un inspector de policía,
Cristóbal Molina, recién llegado a Barcelona y que proviene de la Marina, donde
ha servido en los servicios de inteligencia hasta que la malaria contraída en
Guinea le ha hecho abandonar la carrera militar.
La investigación del crimen de Barcelona la hará por cuenta
de la juez Marta Esteller, una de las primeras juezas en España, casada, con
una niña y una brillante carrera judicial pues es protegida del presidente de
la Audiencia Territorial de Barcelona.
La investigación se ve entorpecida por el hecho de que uno
de los veleros que deben participar en las pruebas está patroneado por el
Príncipe Juan Carlos y se quiere evitar cualquier noticia que lo pueda
relacionar. Los implicados mienten para desviar la investigación a un asunto de
drogas, pero la juez y el inspector no ceden a las presiones.
Mirándome con esa
expresión que solo tienen los jugadores cuando su mano les garantiza la
partida. Claro que no se sabe quién gana hasta que todo el mundo enseña sus
cartas.
Los peces solo flotan muertos es una novela policiaca
que se desarrolla en la Barcelona de 1972 en las semanas previas a la
celebración de los Juegos Olímpicos de Múnich que todos recordamos
inevitablemente por los atentados que perpetró Septiembre Negro y que dejo un saldo de once atletas israelíes,
un policía alemán y cinco de los ocho terroristas muertos.
El autor se centra en el mundo de la vela y en la
presencia de un aristócrata rubio y alto para urdir una trama compacta, solida
y coherente alrededor de un presunto
asesinato que se convertirá en una serie de ellos a lo largo de la novela.
Hay mucho que destacar en esta historia, pero no
puedo por menos que comenzar por la documentación que sin duda subyace en toda
la trama y que consigue que los datos reales, los hechos históricos que se
dieron se integren perfectamente en la ficción creada por la mente de José Luis
Caballero.
Tenemos la oportunidad de vivir la investigación
desde el punto de vista de un policía casi tan extraño como nosotros mismos a
esos métodos expeditivos, singulares y apartados de la transparencia de las
actuaciones policiales de los años finales del régimen franquista, en los que
los cuerpos de seguridad no rendían cuentas a nadie fuera de ellos mismos,
endogamia pura, y desde la visión de la judicatura que comenzaba a abrirse, poco
y mal, eso sí, a la presencia de mujeres en sus filas.
El autor nos sumerge en el barrio chino y en los
personajes que lo habitan y en esa simbiosis
necesaria que se da entre la gente
de la más baja estofa y los agentes de la ley.
Nos pasea por los clubes exclusivos de esa “alta
sociedad” Barcelonesa, de los que tienen mansiones, se mueven en yates privados
y asisten a fiestas tan exclusivas como ellos en exclusivos clubes. Nos pone
frente a las diferencias que se dan entre estos privilegiados y aquellos que no
lo son y que los primeros consideran simples instrumentos para conseguir sus fines al precio que sea.
El brillo social,
como todo brillo, es fugaz, asi que al momento regrese a la penumbra, aunque no
dejé de observar que la jueza Esteller, a pesar de estar enfrascada en sus
relaciones, me lanzó alguna que otra mirada.
En contraposición a esta vida regalada nos da pinceladas
de la vida de los militares que destacados allí, y llevando a cabo misiones secretas y no
siempre legales, vivieron los días previos a la independencia de Guinea
Ecuatorial, la Guinea Española y sufrieron las consecuencias, físicas y psíquicas
de aquella “aventura”.
Y, sobretodo, el autor nos sumerge en la mente de personajes
perfectamente construidos, en los fantasmas, en los miedos de cada uno de
ellos, en como los viven y como intentan superarlos cada día.
Le hablé de
crueldad, de maldad, de ese sentimiento ancestral arraigad en los hombres,
indisolublemente unido al miedo. Tenemos miedo, luego somos crueles y malvados.
Y esa maldad está escondida en lo más profundo de nosotros, nos corroe por
dentro y sale a la superficie cuando el miedo se hace insoportable. Entonces
somos capaces de acciones que nos repugnan o ni siquiera eso, acciones que nos
envilecen y nos retrotraen a eso que Conrad llamó El corazón de las tinieblas.
Porque Conrad no hablaba de un río o de una selva tenebrosa, hablaba de
nosotros mismos, de nuestras culpas y de nuestras carencias, de nuestros
miedos, de nuestra crueldad.
Una novela cuyas páginas se deslizan raudas ante
nuestros ojos, mezclando la investigación con las relaciones personales de los
personajes, con sus fortalezas y debilidades y con los hechos que las provocan.
Una prosa directa, sin circunloquios en la que desde
los ojos del protagonista que nos cuenta su historia en primera persona nos
sumergimos en un pasado que no nos queda tan lejos por más que queramos pensar
que todo lo acontecido en aquellos años convulsos está mas que superado.
Una novela que os recomiendo leer si disfrutáis de
buenas y cuidadas historias.
Ni siquiera
aquella especie de paraíso había conseguido eliminar las pesadillas, pero al
menos había tenido la virtud de ayudarme a asimilarlas como parte de mi mismo.
Pues otro libro qeu no conocía y que se viene conmigo, que tiene muy buena pinta.
ResponderEliminarBesotes!!!