viernes, 28 de febrero de 2020

13


Cavanagh, Steve (2019)
13
Roca Editorial, Barcelona, 384 pp
ISBN: 9788417541163

«Hasta donde sabe, ¿hay algún impedimento para que usted forme parte de este jurado?»
El asesinato no fue la parte más complicada. Fue tan solo el inicio del juego.
Joshua Kane se ha estado preparando toda su vida para este momento. Él ya lo había hecho anteriormente. Pero esta vez será la más importante.
Este es el juicio por asesinato del siglo. Y Kane ha asesinado para obtener el mejor asiento en la sala.
Pero hay alguien a su acecho. Alguien que sospecha que el asesino no es el acusado.
Kane sabe que el tiempo se agota y lo único que quiere es el veredicto de la condena antes de ser descubierto.


Según  estudios del registro nacional de exoneraciones, una de cada veinticinco personas condenadas y sentenciadas a pena de muerte en Estados Unidos es inocente. Cada año se revocan entre cincuenta y sesenta condenas por asesinato

Hace años era muy aficionada al llamado thriller judicial.

Michael Connelly, Harper Lee, Jonh Grisham.... autores de los que leí y disfrute todas y cada una de sus tramas. Y mi preferido, un libro que recuerdo casi literalmente 25 años después de leído y releído Presunto Culpable de Scott Turow.

Después me pasé a la novela negra, cada vez más negra, simultaneada con novela histórica, con clásicos y con autores contemporáneos a menudo no tan fáciles de clasificar, literariamente hablando.

El caso es que hacía años que no me acercaba a una novela como 13, pero su lectura me ha hecho recordé porque me gustaba tanto este género a los 20 años.

Es cierto que este tipo de novelas son "muy americanas", y que su sistema judicial con jurado, base histórica de su justicia y que en España aún está en pañales, se aleja mucho de la realidad en que nosotros nos movemos.

Cuando un jurado es secuestrado y se ve encerrado y aislado del mundo exterior, sus mentes cambian. Pasan mucho tiempo juntos en una situación ajena a sus vidas normales. El jurado se une como un todo. Forman una manada. “Nosotros contra ellos”. Y “ellos” suele ser el sistema judicial, que les prohíbe ver la televisión, leer un periódico o volver a su casa mientras dure el juicio. Los jurados dejan de ser individuos y se convierten en un enjambre pensante

Esta "lejanía mental" es, probablemente, lo que me hace disfrutar, como disfruto de estas novelas, no cuestiono nada, me lo creo todo, porque no tengo base para no hacerlo.

Fuera de estas apreciaciones absolutamente emocionales, he decir que 13 es una magnífica novela.

Es una historia clásica en su planteamiento.
Un acusado que dice ser inocente, un abogado de relumbrón y un pobre diablo, un abogado segundón que solo busca una vida tranquila y que sin comerlo ni beberlo se convierte en protagonista de la historia y en el centro de la diana del asesino.

No hay nada igual. Y es la misma mirada, en todo el mundo. Un hombre inocente, falsamente acusado, tiene la misma mirada en Nigeria, Irlanda, Islandia, donde sea. Cuando has visto esa mirada, ya nunca la olvidas. No es nada habitual. Cuando está ahí, es como si esa persona llevara la inocencia tatuada en la frente

Un asesino también de manual, un psicópata de libro al que acompaña alguna característica física que le hace mucho más peligroso de lo que ya de por si le hacen su sadismo y su falta de escrúpulos.

Los abogados criminalistas y la policía están acostumbrados a ver la espantosa irreversibilidad de la vida, la violencia que escribimos sobre el cuerpo de los demás. Es la naturaleza humana. Si haces algo con mucha frecuencia, deja de tener el mismo significado, ya no tiene el mismo impacto que la primera vez.

Un fiscal de los que se hacen antipáticos en su primera aparición, un juez al que le toca de carambola juzgar un caso en el que podría no ser tan imparcial, una ex agente de uno de los tantos servicios secretos americanos, un guardaespaldas y una agente del FBI que acaba implicándose en el caso más allá de su intención inicial, junto a algún otro secundario y por supuesto los 13 o más miembros del jurado componen un elenco que se mueve y encaja perfectamente en esta trama que no deja indiferente.

Con estas mimbres podríamos pensar que el cesto va a ser redondo, pero resulta que no, que el autor nos plantea hacer un cesto cuadrado con arabescos, y es que dentro de este esquema clásico el autor da una vuelta más a la tuerca y nos coloca al asesino en la bancada del jurado.

Tratar de convencer a un jurado de que tu cliente no ha cometido un crimen es una cosa. Pero si demuestras que no lo hizo señalando a otro como autor todo es mucho más fácil.

Y es una lucha de todos contra uno que, aparentemente les supera en inteligencia e indudablemente en falta de escrúpulos. Kane resulta odioso desde su primera aparición y a pesar de aparentar que tiene planeado hasta el último movimiento su locura resulta impredecible confiriendo a la trama de giros absolutamente inesperados.

El autor nos mantiene en tensión hasta la última página, sembrando cada una de ellas con más y más cadáveres, jugando con nosotros, que pensamos que sabemos quién es el “falso jurado” y oh, sorpresa! Ese acaba muerto dos páginas después.

Ha sido una novela que no he leído, que he devorado, una historia que me ha permitido evadirme y dedicarme sólo a disfrutar de la historia, una historia que sin duda te aconsejo si esa es también tu intención.

No hay nada igual. Y es la misma mirada, en todo el mundo. Un hombre inocente, falsamente acusado, tiene la misma mirada en Nigeria, Irlanda, Islandia, donde sea. Cuando has visto esa mirada, ya nunca la olvidas. No es nada habitual. Cuando está ahí, es como si esa persona llevara la inocencia tatuada en la frente

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