Bassas del Rey, Carlos (2019)
Soledad
Editorial Alrevés, Barcelona, 184 pp.
ISBN: 9788417847005
El
dolor por la muerte de un hijo es innombrable y se manifiesta de modos muy
distintos. También lo hacen la soledad, el vacío, el miedo, la culpa y la rabia
que traen consigo al saber que esa vida ha sido arrebatada. De la noche a la
mañana, Soledad se convierte en la madre muerta de una niña muerta. El
inspector Romero, encargado de investigar el caso, vivirá su propio calvario
tratando de descubrir la verdad. La de la muerte de la niña y otra que solo le
atañe a él. Soledad narra esa doble búsqueda desde la duplicidad constante de
voces. También es un recordatorio de que, en ocasiones, la verdad no libera,
sino que lo calcina todo a su alrededor.
La muerte no es
hasta que alguien la hace verbo; solo entonces, al encarnarse, se concreta,
estalla en toda su magnitud y su onda expansiva llega a todos los rincones;
solo entonces alcanza el grado de absoluta, de irremediable, de irreparable.
Y la muerte se
hizo carne y habito entre nosotros.
Soledad es mi primer acercamiento a un autor al que
sigo hace años, pero al que por desgracia, hasta ahora, no había tenido tiempo
de conocer en su faceta profesional.
Soledad es una novela corta a primera vista, y digo
a primera vista por que lo que encierran sus páginas trasciende a esas escasas
180 que se deslizan veloces ante nuestros ojos.
Soledad es una novela que hace honor a su título,
una historia que habla de la soledad, aun en medio del gentío, de la soledad
que cargamos como una losa, de la que deseamos huir y a la que, una y otra vez
la vida nos obliga a volver.
La verdad es
que prefieres el castigo a la soledad
Hay dos protagonistas preponderantes en esta
historia, Soledad, la madre muerta de
una niña muerta.
Una mujer que sobrevive, porque vivir es decir demasiado
sobre su tránsito vital. Una mujer sin ilusiones, con un pasado aciago que
marca y perpetúa su presente y un futuro que desaparece bajo sus pies con la
muerte de quien era su última esperanza, la única razón por la que seguir
respirando, por la que seguir aguantando, por la que seguir…
Vuelves a
avergonzarte porque no lo sabes, porque ese extraño te recuerda que no conocías
a tu hija.
Romero,
ese policía que arrastra su soledad como una bandera, que se rodea de muertos
para no enfrentarse a los vivos, un hombre torturado, cuya única misión es
encontrar la verdad, dar descanso a los fantasmas y conseguir, de esta forma,
algo de descanso para sí mismo.
Romero es un
protector incapaz de salvarse a sí mismo.
El resto de personajes, son acompañantes necesarios
para dar sentido a esta historia, una historia que discurre a lo largo de
dieciséis días, dieciséis jornadas que conocemos desde el punto de vista de
Soledad y de Romero, desde sus sentimientos y sus actos, desde sus miedos y sus
dudas, desde su bondad y su maldad, desde su resignación y su ira, desde lo que
muestran y lo que esconcen, desde el yin
y el yan que nos conforman a todos y cada uno de nosotros.
La prosa del autor, llena de sentencias firmes,
demoledoras, nos infligen una, tras otra, bofetadas de realidad, porque esta
historia va más allá de la muerte y de la antinatural supervivencia de unos
padres a una hija que es aun una niña. Porque esta novela va mas allá de la
investigación policial necesaria para esclarecer el asesinato.
No saben que
el mal no tiene facciones y tiene mil caras.
Esta novela habla de lo poco que nos conocemos, de
lo poco que conocemos a los que están a nuestro lado, a aquellos a los que
queremos, de lo poco que sabemos de lo que seremos capaces de hacer en
circunstancias determinadas, de como reaccionaremos cuando despierte el monstruo
que llevamos dentro y que mantenemos a raya día a día hasta que algo nos
sobrepasa y se lleva los diques por delante.
Esta novela habla del amor y de la falta de él, del
dolor y de la culpa que lo devora todo, habla de la soledad, de la buscada y
sobretodo de la impuesta, de la no deseada y habla de la búsqueda incesante de
la verdad, de la búsqueda necesaria de la verdad.
La verdad es
siempre cruel, lo sabe bien; a veces
libera, pero siempre hiere, deja cicatrices.
No eres
consciente aun de que la verdad no libera, sino que lo calcina todo a su paso.
Soledad ha sido un descubrimiento y una sorpresa,
una lectura dura y magnifica, una lectura que ha provocado en mis sensaciones
antagónicas, tantas como las que narra en sus páginas, un primer acercamiento a
un autor, el primero, pero no el último.
Romero sabe
que la gente guarda más lealtad a los muertos que a los vivos porque ya no
podrá pedirles perdón.
Hola.
ResponderEliminarNo conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
Por cierto, acabo de encontrar tu blog y me quedo por aquí. Te invito a pasarte por el mio.
Nos leemos.
Gracias por tu visita y por tu comentario. Ya era seguidora de tu blog, a ver si empiezo a pasar a visitaros con más frecuencia. Nos leemos.
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