Sveistrup,
Soren (2019)
El caso Hartung
Roca Editorial, Barcelona, 528 pp.
ISBN: 9788417305659
Una ventosa mañana de octubre en un tranquilo suburbio de
Copenhague, la policía realiza un terrible descubrimiento. Una joven ha sido
asesinada y abandonada en un parque infantil. Le han amputado una mano y sobre
el cadáver cuelga una pequeña figura hecha con castañas.
La joven inspectora Naia Thulin es la encargada del caso. Su
compañero, Mark Hess, es un inspector descontento que recientemente ha sido
expulsado de la sede central de Europol, en la Haya. En la figura de castañas
descubren una misteriosa huella que les llevará a una niña, la hija de la
ministra de Asuntos Sociales Rosa Hartung, desaparecida un año antes y que
presuntamente está muerta. Un hombre confesó el crimen en su momento y el caso
consta como resuelto y cerrado desde hace varios meses.
Al cabo de poco aparece otra...
Los muertos no
deben hacer sombra a los vivos. Eso era lo que habían repetido los psicólogos y
los terapeutas y, en este momento, todas y cada una de las fibras de su cuerpo
le decían que tenía razón.
Esta es una de esas novelas que están en la estantería
esperando su turno de lectura y que cada vez que tus ojos tropiezan con ella
eres consciente de que te estás perdiendo una buena historia, pero los libros
que van llegando se van colocando por delante y la novela queda relegada a un
momento propicio que, por fin, llegó en estos extraños meses de confinamiento.
Esta historia llevaba esperando su turno desde el año
pasado y confieso que, al finalizar, su lectura no he podido más que
arrepentirme de no haberlo leído antes.
Los protagonistas no son una pareja típica, ni
siquiera son investigadores típicos; de hecho, en lo profesional son una pareja
que lejos de estar motivados por resolver el caso que llevan entre manos están
más preocupados por escapar, cada uno por sus motivos y motivaciones de su
situación actual.
En lo personal Naia es una mujer independiente, en lo
profesional, una mujer decidida acostumbrada a trabajar en un mundo de hombres
y muy bien considerada en un puesto en el que se considera estancada y para la
que una muerte, solo es la oportunidad de resolver un caso rápidamente y poder
emigrar a otros destinos profesionales que le resultan mucho más atractivos.
Si quieres hacer
el papel de machito alfa con pasado misterioso, adelante. Hay tantos tipos así
en comisaría que podrían montar un
equipo entero de futbol sin problema.
Hess, por su parte, es un hombre taciturno y poco comunicativo.
Un policía acostumbrado a trabajar
solo y sin supervisión, en casos
internacionales en los que poder ser absolutamente independientes. Para él,
resolver el caso que le encomiendan con una compañera que no conoce, a la que
no tiene interés en conocer y por la que no hace nada por coordinarse, solo es
la opción de volver a su destino anterior, a su zona de confort.
Lo bueno de su
trabajo es que nadie le controla. El sistema es tan enorme y laberíntico que es
fácil escabullirse.
El único problema es que ambos son dos profesionales
competentes, a los que no les gusta dejar cabos sueltos. Son una pareja que en
lo personal no son tan capaces, también he de decirlo, pero siempre he
defendido que para trabajar con alguien no es necesario que te caiga bien y
este es un magnífico ejemplo. Thulin y Hess, a su pesar, son una pareja de
investigadores capaces de compenetrarse y trabajar en un caso, el que les ocupa,
no tan sencillo como parecía en inicio y que además parece relacionado con otro
que se resolvió, aparentemente en falso, convirtiéndose en el primero de unos cuantos crímenes semejantes.
Y es esa incesante búsqueda de la verdad lo que les
lleva a nadar contracorriente, enfrentándose a compañeros y superiores… y es
que a nadie le gusta que le recuerden que no ha llevado a cabo su trabajo
correctamente.
- ¡Es mi obligación! quien tiene
conocimientos acerca de algo está obligado a compartirlo con el otro. Lo siento
mucho, pero es lo que hay, no puedo remediarlo.
Y aquí es cuando realmente comienza la investigación,
una trama que, a pesar de sus más de 500 páginas se lee en un suspiro, porque
la historia no te permite pausas, porque cada pista te lleva a una nueva
encrucijada, porque cada crimen está relacionado, pero no eres capaz de ver cómo
sino a través de los ojos de los protagonistas.
Las muertes son crueles, al más puro estilo de las
novelas nórdicas, y la trama es igual de compleja que éstas. El final inesperado
y la relación entre la trama y el titulo que no se descubre hasta los últimos
capítulos de la novela hacen que me haya parecido una lectura redonda.
No conocía a su autor ni las series que ha creado,
pero estoy segura de que si su trayectoria como escritor continua yo le seguiré
como lectora. Ha sido sin duda una de las novelas del estilo de las que
disfruto “como una niña pequeña”.
Lo que había hecho
siempre era huir. Había corrido lo más rápido que había podido, con la
oscuridad pisándole los talones. Y algunas veces lo conseguía. Cuando se
instalaba en los pequeños oasis que le ofrecían ciertas ciudades europeas y su
cabeza podía concentrarse en las nuevas impresiones y retos. Pero la oscuridad
siempre acababa alcanzándole y se fusionaba con los recuerdos y las caras
muertas que se acumulaban en su cabeza.
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