martes, 8 de septiembre de 2020

Seguiré tus pasos


Santos, Care (2020)
Seguiré tus pasos
Ediciones Destino, Barcelona, 512 pp.
eBook
ISBN: 9788423357420

Reina, una mujer acostumbrada a tomar sus propias decisiones, recibe una llamada inesperada que puede cambiarlo todo: ha aparecido una carta repleta de secretos que su destinataria nunca leyó y que revela una nueva verdad. Al mismo tiempo, alguien pretende abrir la tumba  de su padre, José Gené, muerto en extrañas circunstancias hace más de cuarenta y cuatro años en un pueblo de los Pirineos.
La historia de su padre, y de aquellos que lo rodearon, llevará a la protagonista hasta Conques, una pequeña localidad de la provincia de Lleida, pero también a un día de un pasado lejano, el 26 de enero de 1939, cuando las tropas de Franco tomaron Barcelona. Un día de vencedores y vencidos después del cual nada volvió a ser como antes.
Care Santos reflexiona sobre la necesidad de conocer la auténtica verdad que esconde nuestro pasado en una novela absolutamente fascinante.
Nunca estamos preparados para saberlo todo.


Pero supongo que el pasado no se puede escoger. Y Aurora, rotunda como ella la recordaba: —¡Ya lo creo que sí! El pasado depende de ti, cariño. Eres tú quien escoge lo que quiere hacer con él.

Hace más de dos años que leí y compartí mi opinión sobre "Todo el bien y todo el mal", primera parte de la biología de Care Santos. Tal vez parezca que ha pasado demasiado tiempo hasta llegar a seguiré tus pasos, pero lo cierto es que la espera ha merecido la pena.  Nada más comenzar la primera página he sentido el subido de reencontrarme con Reina, esa mujer que después de tantos meses aún estaba fresca en mi memoria.
Si en la primera parte conocimos a una Reina anclada al presente que apenas abre resquicios a ese pasado que pueda acercarnos a su historia, en esta, los ojos se vuelven al pasado, recuperando personajes apenas esbozados en Todo el bien y todo el mal. Un pasado que se hace presente, no hay más remedio, y en el que la autora nos permite conocer los orígenes de Reina, la tortuosidad de ese pasado que siempre le fue hurtado, porque hay cosas que es mejor olvidar aunque sean mentira.
Sigue siendo esta una novela de padres e hijos, de relaciones familiares no siempre idílicas y en muchos casos desconocidas y a menudo silenciadas, historias familiares basadas en suposiciones, malentendidos,  verdades tergiversadas o, simple y llanamente, mentiras.

Reina nunca cuestionó nada, como nadie cuestiona lo que le cuentan de niño. La versión de su madre era la única posible.

Y Reina sigue siendo Reina, autosuficiente, reservada, desapegada y un poquito, bastante, obstinada. Y sigue escondiendo sus pensamientos y más aun los sentimientos.
Pero su facilidad para escabullirse de las relaciones interpersonales choca de frente con la forma de relacionarse en las pequeñas comunidades como Conqués, donde todos se conocen, para bien o para mal, donde la dueña de una casa rural se comporta como una madre amantísima, donde el “rarito” es dueño de un pueblo completo y donde la encargada del bar es la guardiana de secretos y la expendedora de habladurías.
Si en la novela anterior Care nos hacía plantearnos una ingente cantidad de dilemas morales, no lo es menos en esta ocasión. Aborda, sin paños calientes, los abusos durante los meses previos a la Guerra Civil, durante la misma y, más aún, durante la posguerra. La entrada en Barcelona en la que los ganadores, como en otras zonas de España, tuvieron la oportunidad de resurgir de las cenizas de la guerra a costa de pasar como apisonadoras por encima de quienes lo perdieron todo. Los estragos de la guerra que pueden arrasar el espíritu y el amor de personas naturalmente nobles. La codicia y el ansia de poder de quien tiene en sus manos la vida, no solo material de sus semejantes…

Al comienzo lo contaban como si fuera un cuento o una pesadilla: unos desconocidos paraban un coche frente al portal de una casa cualquiera, entraban en ella y se llevaban al primer hombre que encontraran dentro, y a esa persona nadie volvía a verla nunca más.
Patrullas de control, las llamaban. Decían que los llevaban a la carretera de la Rabassada, donde los hacían salir y los tiroteaban sin más motivo que haberlos visto un día entrando en misa o haber sabido que tenían amistad con algún sacerdote. Excusas para ocultar la rabia de siempre: la de los pobres contra los ricos, la de quienes nada tienen contra quienes tienen de más, la de quienes piensan de un modo contra quienes creen en lo contrario.

Care nos pone frente a lo peor del ser humano en la peor de las situaciones y las consecuencias que,  
siendo insignificantes para quien las provocan, son determinantes para quien las sufre. Y nos pone también frente a esa capacidad del ser humano de sobreponerse a las peores circunstancias, de sobreponerse y de reinventarse, para poder seguir viviendo, a pesar de todo. Y si los hombres tuvieron que sobreponerse a lo vivido en los campos de batalla no fue menos la capacidad de reacción de las mujeres que quedaron en la retaguardia y a las que la autora hace en sus páginas un gran homenaje.

Tardó unos cuantos años en comprender que el silencio no es una forma de olvido, sino de irresponsabilidad. Que en realidad la Guerra Civil solo había acabado para quienes sacaban algún beneficio del silencio. Que no quedaban tantos años para buscar respuestas antes de que llegara más olvido, más oscuridad. Antes de que fuera irreparable. Que desenterrar el pasado la ayudaría a entender y a encajar las piezas del rompecabezas de su presente.

Una historia llena de silencios familiares que se van llenando de palabras, a  través de los recuerdos de quien aún recuerdan. Porque también afronta la autora la carga del alzhéimer  en los que conviven con él, esa enfermedad que borra lo que fuimos al borrar de nuestra mente todo aquello que vivimos.

Ya no queda nada de ella. Solo un caparazón aferrado a la vida. Incluso la música se ha vuelto un ruido sin sentido.

Ha sido una lectura magnifica, como todas las que he realizado de la autora que, sin duda, sigue siendo una de mis preferidas y de la que espero no tardar mucho en volver a disfrutar de una nueva historia.

El silencio es un modo de relacionarse con el pasado. Muy común, me temo. Toda una generación, puede que dos, guardaron silencio. Lo que ocurrió era demasiado terrible para hablar de ello.

1 comentario:

  1. Coincido totalmente. La he leído este verano y la he disfrutado muchísimo. Me ha gustado mucho reencontrarme con Reina, aunque aquí tiene menos peso en la historia.
    Besotes!!!

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