lunes, 19 de octubre de 2020

El nombre de Dios

Hernández,  José Zoilo (2020)

El nombre de dios

Ediciones B, Barcelona, 640 pp.

ISBN: 9788466668453


Cuenta la leyenda que el rey Salomón mandó construir un objeto en el que dejaría escrito todo el conocimiento del mundo: una mesa plagada de oro y joyas capaz de colmar con su poder la ambición de quien la poseyera.

Año 711 d. C.: las tropas musulmanas desembarcan por primera vez en el sur de la península Ibérica con un afán imparable de conquista que hasta el momento no ha conocido rival. Sorprendido mientras luchaba en el norte de su territorio, el rey visigodo Roderico debe partir para defender la provincia más meridional de un reino que se enfrenta ahora a demasiados enemigos.

A la vez que los ejércitos se preparan para la lucha y las viejas rencillas comienzan a aflorar entre los nobles godos, un religioso escoltado por una pequeña partida se dirige hacia el campo de batalla portando una reliquia que podría cambiar el curso de la contienda. Es el momento de comprobar si su poder sagrado será suficiente para hacerse con la victoria, o si, por el contrario, terminará convirtiéndose en la perdición del reino.

 

Durante aquellos días recordó a menudo a Oppas, el difunto obispo de Híspalis, al que en ocasiones había considerado su benefactor. El hermano de Witiza siempre pensó que los bereberes a los que el mismo había llamado regresarían a sus tierras cruzando el mar después de haber descalabrada a Roderico de su sitial. Entonces Oppas, o sus sobrinos habrían reinado. Sin embargo, los acontecimientos habían sido muy distintos, y en aquellos días del año 721 los extranjeros aún se encontraban allí, campando a sus anchas por los reductos más septentrionales del antiguo dominio godo.

 

Cuando era pequeña, mi madre, que también era maestra, para hacer valer la máxima de que “lo que bien se aprende nunca se olvida” recitaba como una letanía la lista de los Reyes Godos. Durante mi etapa escolar aprender aquella lista estaba eliminado de los planes de estudio y no tuve que aprender de memoria esos más de treinta nombre sin ton ni son, pero no eliminaron solo la lista, sino que parece que olvidaron totalmente esa etapa de la historia y a sus protagonistas, saltando del Imperio Romano al Reino Musulmán y pasando de puntillas por Roderico y compañía. En mi mente no queda recuerdo alguno de haber estudiado alguna vez la España Visigoda.

 

Un rey muda  por otro, pero el reino permanece.

 

Como época desconocida también me resultaba árida; una parte de la historia sin más atractivo que las batallas de las que nunca fui muy amiga y las enormes estatuas que jalonan los caminos de los Jardines de Oriente de Madrid. Digo que me resultaba árida… hasta hoy.

Conocer esta parte de nuestra historia a través de los ojos de José Zoilo ha sido una verdadera sorpresa, una muy agradable sorpresa.

Este autor tiene un don para describir la historia, para conseguir que se lean con gusto incluso las más
cruentas batallas, para definir las intrigas, las alianzas y las traiciones de la manera más sublime, para construir unos personajes que se vuelven de carne y hueso ante nuestros ojos, a los que comprendemos u odiamos, a los que, sin duda, no debemos cogerlos demasiado cariño, pues nunca sabemos lo que nos van a durar…

 

Sentía lastima por los centenares de hombres anónimos que se habían dejado la vida y las esperanzas en la batalla. Algunos lo merecían, cómo el maldito Roderico, pero no podía dejar de pensar en que también habrían muerto muchos inocentes en aquel nuevo lance del juego de poder en el que se encontraba inmerso el reino.

 

No se puede leer esta novela con los ojos del presente, no podemos leer desde nuestro hoy un momento en el que los señores eran educados para "poseer", un momento en el que cuando no vivían de las rentas, su único objetivo era mantener sus tierras y si era posible adicionar las del vecino, cuando esta ambición de poder les llevaba a forjar alianzas con los enemigos y a traicionar a los que eran amigos.

Un tiempo en el que los campesinos se convertían en peones de los juegos de poder q convertían las llanuras y los caminos en campos de batalla.

 

En cada conflicto, además de los cadáveres, se sepultan las esperanzas de un gran número de hombres, mientras que las de muchos otros comienzan a medrar, cómo plantas diabólicas alimentadas con sangre. No hay inocencia qué sobreviva  a esa experiencia.

 


En el que las mujeres podían ser sumisas compañeras o impías conspiradoras, porque las menos, las osadas que se salían del guión tenían poco que ganar y casi todo que perder.

 

Todos le habían dicho que no llegaría, augurando que terminaría sus días tirada al borde de cualquier camino después de haberse convertido en el juguete de algún salteador durante unas pocas horas. Elvia había seguido convencida de que prefería arriesgarse a unas horas de tortura que extender el tormento a lo largo de toda la vida. Llenándose de valor, había comenzado su peregrinar hacia el sur, lejos de aquella ciudad a la que odiaba y que parecía odiarla a su vez.

 

En el que los religiosos, lejos de ser piadosos se movían por motivos muy alejados de lo espiritual y demasiado cercanos  al mero poder terrenal, convirtiendo incluso a la ciudad eterna en un campo de batalla en el que no se blandían espadas y escudos, en los que la lucha  no era menos encarnizada por ser más sutil.

 

Roma le parecía un nido de ratas vestidas con hábito, y su espada haría falta en la Septimania, no a cientos de millas, en una ciudad donde los hombres se despellejaban sin necesidad de armas.

 

En esta historia los personajes se comportan como lo que son. Salvo raras excepciones se mueven por ambición, por venganza y por poder, por lo mismo que, nos guste o no, siempre ha movido y mueve el mundo. La única diferencia es que en la época que le ocupa a la novela no había porque disimular los “malos sentimientos”, no había necesidad de pasar por ser el más bueno, el más generoso, ni siquiera el más guapo o el más limpio, bastaba con ser lo suficientemente inteligente como para sobrevivir  en el nido de víboras en que se convertía, no solo cualquier corte, sino cualquier facción, cualquier grupo del que se formara parte, incluso y a menudo de forma mucho más cruenta, la propia familia. Es necesario entender que la conquista, ya fuera de godos o árabes, era una forma de vida y que la lucha no era una elección, sino una necesidad si se quería seguir con vida.

 

En las cercanías, sus guerreros de confianza; un poco más allá, la leva: campesinos y siervos
atemorizados y mal armados  arrancados de sus hogares pocas semanas atrás. Muy a su pesar,  componían la mayor parte de sus fuerzas. Confiaba más en su voluntad que en su valía, pero tendrían que bastar.

 

La novela, de más de 600 páginas se desliza sin apenas ser consciente ante nuestros ojos. Paginas salpicadas de leyendas, de batallas, de luchas de poder, pero sobretodo llenas de vidas corrientes, de personas corrientes a las que poco o nada importaba quien fuera el rey de quien, en  muchas ocasiones, ni siquiera sabían el nombre, y que sin embargo se veían obligadas a tomar partido por uno u otro con el único fin de garantizar su supervivencia.

En esta novela de personajes, los hay de todo tipo y condición. Los hay honestos e íntegros, como Ademar, los hay negros por dentro, portadores de los mas ruines deseos, como Ragnarico, los hay profundamente leales, como Hermigio y los hay traidores como Tariq. Están los que buscan medrar a cara descubierta, como Oppas y los que lo hacen a través de las mas sutiles técnicas de manipulación no exentas de violencia, pero dosificada, como Clodoveo. Y hay mujeres valientes, fieles, arrojadas, mujeres que no temen vivir, signifique eso lo que signifique. Hay un amplio catalogo de personajes  que  a pesar de sus diferencias tienen algo en común, ninguno de ellos deja indiferente.

 

Los hombres empuña sus armas y mueren en batalla como héroes, o al menos pensando que su sacrificio vale para algo. Nosotras esperamos y rezamos y nos desesperamos, y sabemos que si todo se tuerce seremos vejadas, torturadas y asesinadas, meros juguetes en manos del enemigo. Yo no  tengo hijos que proteger. Esta vez iré con vosotros.

 

A través de todos ellos el autor nos pasea por una época convulsa, llena de batallas y de huidas, de 
muerte y dificultades, de ignorancia y supercherías, una historia en fin, en que la muerte es la protagonista, pero en la que, inevitablemente la vida se abre camino. Y es que a pesar de la crudeza de la trama el autor, es capaz de dejar un resquicio para la esperanza.

 

Yo anhelo vivir. Anhelo vivir ahora que sé que vale la pena, cosa que hace muchos años no creía que fuera así. Haría cualquier cosa con tal de escapar de aquí, de tener una oportunidad de continuar mi vida con Witerico en otro lugar, aunque eso implicara traicionarme a mí misma o a la memoria de los míos. Vivir para seguir disfrutando de quienes queremos o para seguir honrando a quienes ya se han ido.

Ingunda se quedó meditabunda pero no respondió. Elvia hizo una larga pausa para ordenar sus ideas antes de continuar hablando.

 

A través de ellos el autor consigue que todo ese trabajo de documentación que sustenta el libro se convierta en algo real, en algo cercano, en un pedazo de la historia que disfrutar en cada una de las líneas de la novela, en cada una de sus páginas, en cada uno de los capítulos… porque si algo consigue esta novela es hacernos disfrutar incluso en los trances menos proclives a hacer disfrutar.


Si con su primera novela descubrí a un gran escritor con una gran historia, con esta he descubierto a un grandísimo autor que estoy segura seguirá dándome buenos motivos para acercarme a esos retazos de la historia que tan certeramente es capaz de narrar. Una novela a la que ha merecido la pena acercarse y a la que os recomiendo encarecidamente dar una oportunidad porque vais a descubrir una historia que cuenta más,  mucho más, de lo que he sido capaz de transmitir en estas líneas.

 

- Las cosas no son siempre o blancas o negras, Sisebuto. Es algo que, a tu edad, resulta difícil de comprender, pero con el tiempo deberás aprenderlo.

9 comentarios:

  1. Leer tu reseña me ha encantado, Gemma. Haber sido capaz de provocar tales impresiones en quien lee, es lo máximo a lo que puedo llegar a aspirar como escritor. Un beso y gracias por compartir el camino.
    😘
    José Zoilo

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  2. Es que esta novela se disfruta de principio a fin. Y aprendemos mucho también de este período histórico del que tan poquito solemos saber. Gran reseña!
    Besotes!!!

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  3. Leer las reseñas de Gema es como sentarse en una mesa del Café del Círculo de Bellas Artes ante un té calentito con limón en una tarde lluviosa, mientras ella, con su ademán elegante y su charla franca te va contando lo que vas a leer y te va envolviendo en ese aura tan mundana y a la vez intimista que la envuelve. Esa sensación me provocas Gema cada vez que leo una reseña tuya. Algún día tenemos que hacerlo de verdad, lo del té en el círculo si aún está.

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  4. Hemos coincidido en una lectura apasionante, yo tampoco tuve que aprenderme esa lista, pero tampoco conocía demasiado esa transición y cómo comenzó la conquista árabe de la península. Ha sido una gozada.
    Besos

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  5. Hola!
    qué gran lectura hemos compartido! cierto que tiene una trama dura en la que la muerte está siempre presente pero al final la vida sigue de una forma u otra y hemos sido testigos de como cambió todo.
    Besos!!

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  6. Creo que este libro es uno de los mejores que hemos leído de este género en yincaneras. El autor escríbe de forma maravillosa y consigue que el lector se meta en la historia de lleno y se traslade a la época que nos narra.

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  7. Para mi esta novela ha sido una lección de historia, una historia que había pasado desapercibida hasta este momento. Una estupenda lectura y una gran reseña. Besos

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  8. Como bien dices hasta un pedazo de nuestra historia que nos puede parecer árido deja de serlo por la pluma de Jose. Una novela coral, una novela de intrigas, de lucha, lo has condensado todo muy bien, y hemos sido capaces de disfrutar muchísimo de la lectura

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  9. Hola. Es una novela que contiene de todo: historia, acción, sentimientos, intriga y lucha. Que gran historia. Disfruté mucho con su lectura. Besos.

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