jueves, 5 de noviembre de 2020

Las Jaurías

Gil, Alberto (5.11.2020)

Las Jaurías

Novela ganadora del Premio L`H  Confidencial de Novela Negra 2020

Roca Editorial, Barcelona, 208 pp.

ISBN: 9788417968199

En abril de 1965, en un pueblo extremeño fronterizo con Portugal aparecieron los cadáveres del general Humberto Delgado y de su secretaria. Los asesinatos fueron obra de la policía política portuguesa, por encargo del dictador Oliveira Salazar y con la colaboración de Franco. Muchos años después, para Abel Castro, un viejo periodista en paro que trabajó en el caso, se trata de un asunto olvidado. Pero deja de serlo al recibir la visita de Catarina, una joven fotógrafa portuguesa que tiene el encargo de recorrer los escenarios de los crímenes y quiere aclarar un misterio que la atormenta. Coincidiendo con el asesinato de Humberto Delgado, el único hermano del padre de Catarina desapareció para siempre y ese hecho, como un veneno de efecto retardado, destruyó a toda su familia. Abel acabará acompañándola en un viaje fronterizo en el que descubrirán que aquel pasado inquietante y lejano aún está lleno de amenazas.

 

Al mirarlos siempre le ha asaltado la misma impresión de malestar: que tras ese muro impenetrable de actas, providencias, diligencias y peritajes, se dibujaban unos hechos brutales. Y que las parrafadas del sumario hacían aun más indigesto un crimen de Estado perpetrado por un hatajo de matones que cumplían órdenes como empleados competentes. En sus despachos de la PIDE, los autores intelectuales pusieron un nombre poético a aquella ceremonia sangrienta, Operación Otoño, y mientras se cometía el doble crimen seguramente asistían a solemnes actos públicos como hombres ejemplares. Gente por encima de toda sospecha. Al regresar a Lisboa, también los asesinos entrarían en sus casas, besarían a sus mujeres y abrazarían a sus hijos con la satisfacción del trabajo bien hecho.

 

La novela que hoy comento es una de esas historias que se deslizan entre los dedos y ante tus ojos sin apenas ser consciente. Y no solo porque sea una novela relativamente corta, de poco más de 200 páginas, sino porque avanza frenéticamente en una narración que no te suelta, que te arrastra, en la que el autor es conciso y concreto, en la que la historia huye de descripciones innecesarias, de detalles superfluos, de distracciones en detalle alguno que no sea vital y necesario para la historia.

El autor ofrece una prosa nítida, compaginando el narrador omnisciente ajeno al relato que nos lo
transmite desde fuera ofreciéndonos una visión general de la trama y que lo sabe todo, con el narrador subjetivo en el personaje de Abel, cuya voz, a través de pequeños extractos nos transmiten una visión más personal, más humana, más sentimental de la historia que se narra.

Tomando como base un hecho histórico real, el asesinato de estado del General portugués Humberto Delgado y su secretaria, en tierras extremeñas, Alberto construye una novela negra que gira en torno a la desaparición de otro ciudadano portugués en el mismo lugar y alrededor de las mismas fechas en que se produjo el asesinato.

Con estas premisas el autor elabora una dura crítica a las dictaduras española y portuguesa que dominaron la segunda mitad del siglo XX, a sus métodos y a una colaboración sin escrúpulos con el objetivo análogo de mantenerse en el poder ganado por la fuerza y el miedo a costa de silenciar aquello y a aquellos que no les fueran afines, de mantener a raya a todo aquel que supusiera, aun remotamente una amenaza para la estabilidad de estos “gobiernos”. Una colaboración que se dio especialmente en las fronteras que separan ambos países y especialmente en la Raya, una frontera sinuosa y difusa que sirvió, además de para la colaboración entre las fuerzas de los estados, para el contrabando entre los dos países. No solo de alimentos y medicamentos, sino incluso de personas que de una u otra forma pretendían escapar de aquellos regímenes en los que valían más vivos que muertos.

En busca de respuestas emprenden el viaje nuestros protagonistas, una pareja tremendamente desigual. Ella, Catarina, movida por él desea y la necesidad de desvelar el oscuro pasado de sus pérdidas familiares, él, Abel, treinta años mayor que ella, movido por la curiosidad, por una investigación inacabada, por el aburrimiento  o por una especie de obligación paternal hacia el hijo que se aleja de su vida y que es su nexo de unión con la joven.

En este viaje, que es mucho más que un recorrido físico, ambos realizan un recorrido vital en pos de la


verdad, sea esta la que sea. Y es que si la verdad es dolorosa, más lo es aun, descubrir que la verdad que te muestran sigue siendo una mentira dentro de otra mayor.

 

-              Cuando supieron que trabajaba para nosotros, decidieron extender el bulo de que era un chivato para ir preparando las represalias. Incluso dijeron que participaba en las cacerías. Imagino que ustedes ya saben cómo funcionan los rumores en las ciudades pequeñas. Solo faltaba encontrar un verdugo sin escrúpulos.

 

Es esta una novela llena de supervivientes, muchos de los cuales lo fueron a base de mentiras, sobornos y traiciones a los suyos, a los que como ellos, solo buscaban la forma de salir adelante, en un tiempo en el que, como dice uno de los personajes más crueles de la historia “algo había que hacer para vivir”.

Es una novela llena de muertes sin sentido y torturas innecesarias. Y es, sobre todo, una novela llena de silencios y de miedos, porque a pesar del tiempo que transcurra hay historias que algunos prefieren no remover, los que las vivieron, a menudo por su sentimiento de culpa y los que, aunque ni las recuerden, aunque ni siquiera estuvieran en este mundo cuando sucedieron por miedo a que lo que les contaron no fuera una verdad tan absoluta como les hicieron creer, a que quienes se lo contaron no fueran tan honestos como les hicieron creer. En ambos, en unos y en otros, existe un miedo visceral a  perder un estatus, un respeto ganado sobre las miserias de otros, ganado en el seno de esas jaurías que lanzan dentelladas a cualquier atisbo de amenaza. Un miedo irracional a que todos puedan ver la realidad que se esconde tras esa capa de respetabilidad que exhiben con orgullo.

 

Hay una especie de conjura universal a favor del olvido. Una tenaz vocación de destruir todo aquello que ofrezca amarres a nuestra memoria, hasta dejarla como una balsa a la deriva. Un afán de borrar indicios, anegar recuerdos, arrasar territorios y condenar edificios a la ruina. Un propósito más o menos deliberado de que todos caigamos en una forma de amnesia y un estado de desamparo del que no somos conscientes. Y a veces también hay una voluntad de intimidar, como la de esos malnacidos que nos han dejado su firma en el camino de Los Malos Pasos.

 

Ha sido, desde luego, una novela que me ha hecho disfrutar y que me ha dado la oportunidad de conocer la forma de vida de unos personajes, los contrabandistas, cuya realidad queda muy lejos de esa idea romántica que, a menudo, la literatura, el cine y la televisión nos han querido transmitir.

 

-              A los contrabandistas que no querían pasar por el aro. Con el apoyo de los peces gordos, el contrabando llegó a ser muy lucrativo, Comprando ciertas voluntades, se podía pasar de todo: medicinas, divisas, personas… Pero esto convertía a los contrabandistas en siervos, se llevaban una miseria, y algunos decidían ir por libre. A esos les mandaban la Patrulla Negra.

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