martes, 29 de diciembre de 2020

Doña Perfecta

Pérez Galdós, Benito (1876)

Doña Perfecta (2017)

Ediciones Cátedra, Colección Letras Hispanas, Madrid, 408 pp.

ISBN: 9788437637396


 

Benito Pérez Galdós inicia sus «novelas españolas contemporáneas» con la publicación de "Doña Perfecta" en 1876. Los lectores han mostrado en todo momento una predilección especial por esta novela; y sus protagonistas: el ingeniero Pepe Rey y su dogmática tía, doña Perfecta Rey de Polentinos, están entre los más memorables de la larga lista de personajes que el autor produjo a lo largo de medio siglo de prodigiosa creatividad.

 


Veo que no te enfadas, veo que no te parece absurdo este proyecto mío, algo parecido a la previsión oficiosa de los padres de antaño que casaban a sus hijos sin consultárselo y las más veces haciendo uniones disparatadas y prematuras... Dios quiera que esta sea o prometa ser de las más felices. Es verdad que no conoces a mi sobrina; pero tú y yo tenemos noticias de su virtud, de su discreción, de su modestia y noble sencillez. Para que nada le falte hasta es bonita... Mi opinión -añadió festivamente- es que te pongas en camino y pises el suelo de esa recóndita ciudad episcopal, de esa urbs augusta, y allí, en presencia de mi hermana y de su graciosa Rosarito, resuelvas si esta ha de ser algo más que mi sobrina. Pepe volvió a tomar la carta y la leyó cuidadosamente. Su semblante no expresaba alegría ni pesadumbre. Parecía estar examinando un proyecto de empalme de dos vías férreas. -Por cierto -decía D. Juan- que en esa remota Orbajosa, donde, entre paréntesis, tienes fincas que puedes examinar ahora, se pasa la vida con la tranquilidad y dulzura de los idilios. ¡Qué patriarcales costumbres! ¡Qué nobleza en aquella sencillez! ¡Qué rústica paz virgiliana! Si en vez de ser matemático fueras latinista, repetirías al entrar allí el ergo tua rura manebunt. ¡Qué admirable lugar para dedicarse a la contemplación de nuestra propia alma y prepararse a las buenas obras! Allí todo es bondad, honradez; allí no se conocen la mentira y la farsa como en nuestras grandes ciudades; allí renacen las santas inclinaciones que el bullicio de la moderna vida ahoga; allí despierta la dormida fe, y se siente vivo impulso indefinible dentro del pecho, al modo de pueril impaciencia que en el fondo de nuestra alma grita: «quiero vivir».

 

Lo cierto es que no soy mucho de retos lectores, más que nada porque al final, por una razón u otra

acabo no cumpliéndolos. Suele ocurrir que me acabo sumergiendo en las miles de novedades y en los que voy arrastrando en mi lista de pendientes y también, porque no, que a veces no me cuadra el reto propuesto con lo que realmente me apetece leer.

El caso, es que entre mis propósitos lectores de este 2020 sí tenía apuntado y con mayúsculas leer a Galdós en el centenario de su muerte y al filo del fin de año me he acercado a Doña Perfecta, una novela que, además, el autor adaptó a una obra de teatro en cuatro actos y que se estreno en el Teatro Español de Madrid el 28 de enero de 1896, 20 años después de su publicación.

Doña Perfecta es, básicamente una novela rural, una novela que confronta la modernidad de las grandes ciudades, a través del personaje de Pepe Rey, con el atraso de la vida rural a través de los ojos de Doña Perfecta.

El autor, confronta, así mismo, la celeridad y las guerras soterradas y no tanto, de las capitales, con la paz y la tranquilidad que se respira en los pequeños núcleos de población. Pero, emulando al autor con un refrán castellano, de los que tanto abundan en esta historia, he de decir que “Pueblo pequeño, infierno grande”, máxime si este cuenta con una cacique más moral que material, a la que todos adoran por su amabilidad y su gesto bondadoso y tranquilo. Una mujer que reúne en su casa a lo más granado de las fuerzas vivas del municipio y que, con sus maneras, es capaz de llevarlos a su terreno para conseguir sus objetivos. Sean estos los que sean.

 

Viene también por las noches a jugar al tresillo -añadió la joven-, porque a prima noche se reúnen aquí algunas personas, el juez de primera instancia, el promotor fiscal, el deán, el secretario del obispo, el alcalde, el recaudador de contribuciones, el sobrino de D. Inocencio...

 


El caso es que a este pequeño pueblo llega Pepe Rey,  un ingeniero reputado de la capital, con el propósito de casarse con una prima suya (hija de Doña Perfecta) a la que no conoce. Obviamente, esta unión no ha sido idea suya, sino de su padre, acorde con su propia tía, en una de esas costumbres de concertar matrimonios aun muy habituales a finales de siglo XIX.

Pepe Rey llega al pueblo casi como un héroe, pero debido a sus costumbres capitalinas consigue ofender las ideas más sagradas de los habitantes del pueblo, su religiosidad y el rango abolengo en que se creen sus gentes y eso llevará a que a su estancia en Orbajosa se la pueda denominar de cualquier forma, excepto pacífica y tranquila. Una estancia en la que la algarabía con que los pobladores de este municipio reciben al ingeniero se va convirtiendo, poco a poco, en miles de frentes en que este se ve atacado de forma más o menos velada por todos y cada uno de los habitantes orbajenses. Pero el amor todo lo puede y José Rey, enamorado de su prima, es capaz de aguantar carros y carretas con tal de poder cumplir el objetivo marcado por su padre y que convierte en propio en el momento en que sus ojos se cruzan con los de Rosario.

 

Era un hormiguero una inmunda gusanera de pleitos. Había hecho propósito de renunciar a la propiedad de sus fincas; pero entre tanto su dignidad le obligaba a no ceder ante las marrullerías de los sagaces palurdos; y como el Ayuntamiento le reclamó también por supuesta confusión de su finca con un inmediato monte de Propios, viose el desgraciado joven en el caso de tener que disipar las  dudas que acerca de su derecho surgían a cada paso. Su honra estaba comprometida, y no había otro remedio que pleitear o morir.

 


Para conseguir su propósito e intentar paliar el acoso al que está siendo sometido, Pepe Rey busca el concurso de las tropas que aparecen en Orbajosa decididas a acabar con las partidas carlistas y claro, es peor el remedio que la enfermedad, pues se encuentra de nuevo derivando hacia todo lo el pueblo aborrece: el gobierno central  como enemigo a batir y las tropas,  látigo que este utiliza para someterlos, como elementos subversivos a derribar.  Las ideas vuelven a confrontarse y los “pueblerinos” acreedores en su mente de valentía sin igual y gran pureza y virtud a los ojos de Dios, no pueden permitir su sometimiento a las ideas liberales de ninguna de las maneras.

 

En casa de doña Perfecta es cosa corriente que la tropa y yo formamos una coalición diabólica y anti-religiosa para quitarle a Orbajosa sus tesoros, su fe y sus muchachas. Me consta que su hermana de usted cree a pie juntillas que yo le voy a tomar por asalto la casa, y no es dudoso que detrás de la puerta habrá alguna barricada.

»Pero no puede ser de otra manera. Aquí tienen las ideas más anticuadas acerca de la sociedad, de la religión, del Estado, de la propiedad. La exaltación religiosa que les impulsa a emplear la fuerza contra el Gobierno, por defender una fe que nadie ha atacado y que ellos no tienen tampoco, despierta en su ánimo resabios feudales, y como resolverían todas sus cuestiones por la fuerza bruta y a sangre y fuego, degollando a todo el que no piense como ellos, creen que no hay en el mundo quien emplee otros medios.

 

Porque si además de lo dicho, algo predomina en la novela, es el uso torticero de la religión que sirve a los protagonistas para justificar cualquiera de sus acciones, por ruines que estas puedan llegar a ser a los ojos de los hombres.

 


Crees que te contradiré, que negaré en absoluto los hechos de que me has acusado?... pues no, no los niego. El ingeniero se quedó asombrado. -No los niego -prosiguió la señora-. Lo que niego es la dañada intención que les atribuyes. ¿Con qué derecho te metes a juzgar lo que no conoces sino por indicios y conjeturas? ¿Tienes tú la suprema inteligencia que se necesita para juzgar de plano las acciones de los demás y dar sentencia sobre ellas? ¿Eres Dios para conocer las intenciones?

Pepe se asombro más.

No es lícito emplear alguna vez en la vida medios indirectos para conseguir un fin bueno y honrado? ¿Con qué derecho juzgas acciones mías que no comprendes bien? Yo, querido sobrino, ostentando una sinceridad que tú no mereces, te confieso que sí, que efectivamente me he valido de subterfugios para conseguir un fin bueno, para conseguir lo que al mismo tiempo era beneficioso para ti y para mi hija... ¿No comprendes? Parece que estás lelo... ¡Ah! ¡Tu gran entendimiento de matemático y de filósofo alemán no es capaz de penetrar estas sutilezas de una madre prudente!

 

La novela se lee en un suspiro, no solo porque no sea especialmente extensa, ya que ronda las 200 páginas, sino porque la trama te empuja a volar, a querer saber si Pepe Rey, un hombre de ciudad, se acostumbrará en algún momento a los tejemanejes de “unos pobres aldeanos” y si será capaz de llevar a término el objetivo que le llevó a aquellas tierras y conseguirá convertirse en sobrino-yerno de nuestra protagonista, de Doña Perfecta.

Los personajes son tremendamente prototípicos de la época, descritos de forma minuciosa y solemne por el autor, tanto por lo que nos cuenta de cada uno de ellos como por las acciones que estos llevan a cabo a lo largo de la novela y en las que el autor profundiza prolijamente.

La forma de escribir del autor es, simplemente magnífica, su prosa está plagada de refranes y vulgarismos que conjuga con absoluta facilidad con profundas reflexiones intelectuales, religiosas y sociales y todo ello regado con una tremenda pátina de ironía.

Hasta hoy mi conocimiento de la obra de Galdós se reducía  a los extractos, sobretodo de los episodios nacionales, que nos hacían leer en el colegio, y a los recuerdos de la serie “Fortunata y Jacinta” que de niña vi en la televisión y que recuerdo vagamente. Cuanto me he perdido… os aseguro que, a partir de este momento, uno de mis retos será intentar ponerme al día con la producción de este autor del que estoy deseando seguir descubriendo radiografías de una sociedad que me resulta extraña y conociendo a los personajes que la poblaron y que, seguro, me resultarán tan fascinantes como los que he encontrado entre las páginas de esta historia.

 

La ciencia, tal como la estudian y la propagan los modernos, es la muerte del sentimiento y de las dulces ilusiones. Con ella la vida del espíritu se amengua; todo se reduce a reglas fijas, y los mismos encantos sublimes de la Naturaleza desaparecen. Con la ciencia destrúyese lo maravilloso en las artes, así como la fe en el alma. La ciencia dice que todo es mentira y todo lo quiere poner en guarismos y rayas, no sólo maria ac terras, donde estamos nosotros, sino también cælumque profundum, donde está Dios... Los admirables sueños del alma, su arrobamiento místico, la inspiración misma de los poetas, mentira. El corazón es una esponja, el cerebro una gusanera.

6 comentarios:

  1. Un enorme placer ha sido conocerte y leerte
    Un abrazo grande y lo mejor del mundo para Ud escritora

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  2. Te devuelvo la visita y me quedo por aquí :)
    Galdós es uno de esos autores que quiero leer pero que aún no me he puesto, ojalá hacerlo este año porque me da mucha curiosidad :)

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  3. No recuerdo si la leí o no en mis tiempos del instituto. Pero me la apunto para leer, a ver si este 2021 caen más clásicos. Un beso.

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    1. A mi me ha encantado y me ha dejado con mas ganas de Galdós. Besos

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  4. Fue de mis primeros libros de Galdós. Una maravilla, por sus personajes, su ambientación, esa crítica que siempre hay en todas las obras de Galdós... Una maravilla.
    Besotes!!!

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    1. Es una gozada, tengo que seguir con sus novelas. Un besote.

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